En 2024 y 2025 los uruguayos vivirán varias instancias electorales, que definirán candidatos presidenciales, composición del Parlamento, posibles reformas constitucionales y cambios en las jefaturas de cada departamento.
El voto, que puede bien considerarse como el último bastión del poder ciudadano, implica una negociación constante entre el pensamiento, la razón y la emoción, con incluso concepciones tradicionalistas individuales o colectivas “de matrices mentales de larga duración”, al decir del historiador francés Fernand Braudel.
Desde hace varios años diferentes países (Argentina, Venezuela, Brasil, entre otros) han comenzado a implementar el voto electrónico como una opción, al menos de forma parcial, pero en Uruguay, aunque las condiciones tecnológicas están dadas, existe consenso entre la dirigencia política y empresarios del software en general de que el sistema electoral tradicional uruguayo “funciona” y no hay necesidad ninguna de poner esa opción en marcha, al menos en el corto y mediano plazo.
Además, para que en junio, octubre o noviembre de 2024 Uruguay implemente el sistema de voto electrónico es necesario modificar las leyes de elecciones que datan de 1925 (7.812 y 7.912), por lo que se requiere iniciativa parlamentaria y no es competencia de la Corte Electoral llevar adelante el cambio.
En el artículo 10, la ley 7.812 establece: “El sufragio se ejercerá por medio de listas de votación, que deberán llevar impresos los nombres de los candidatos y ser de papel común, de color blanco y de tamaño uniforme para cada elección. La Corte determinará sus dimensiones, 30 días por lo menos antes del de las elecciones”.
En diálogo con Montevideo Portal, el ministro de la Corte Electoral José Garchitorena dijo que la “decisión de sufragar a través de voto electrónico corresponde a la ley electoral, con cambios que deberían hacerse con mayorías especiales (dos tercios de votos del total de componentes de cada Cámara) que establece la propia Constitución”.
“Lo que sí ha hecho la Corte Electoral en los últimos años es incorporar tecnología para tareas de apoyo en el conteo de votos, en particular en el resultado del escrutinio primario. No hemos ido más allá porque no tenemos la habilitación legal. No es una decisión de la Corte, es una decisión del sistema político”, resumió Garchitorena, sobre una iniciativa que en la actualidad no está en la agenda del Parlamento.
Garchitorena, que siempre se ha interesado en temas vinculados a la historia electoral del país —y en particular por la polémica de 1971—, dijo que la reforma electoral de 1996 (ley 17.113) modificó algunos artículos, como por ejemplo la introducción de la segunda vuelta, pero no “cambió el sistema electoral tradicional del Uruguay”.
Por su parte, el diputado del Partido Nacional y actual presidente de la Cámara de Representantes, Sebastián Andújar, apuntó en conversación con Montevideo Portal que es un “utopía” pensar en implementar el voto electrónico en el país para las próximas elecciones nacionales y departamentales.
“No es un tema que está en agenda y en un futuro cercano, a corto plazo, es una utopía. Además de requerir cambio de la legislación, se necesita inversión en software, adaptación de mecanismos, educación cívica. No se puede establecer ese mecanismo a falta de un año para una elección. Hay incluso una cuestión cultural y proselitista también. El reparto de boletas y listas es parte la práctica electoral nacional, parte del sistema”, opinó Andújar.
El legislador además agregó que el sistema electoral uruguayo tiene la cualidad de ser “100% garantista, sin indicios que generen incertidumbres a alguien sobre cómo se realiza”.
En la misma línea que Andújar, Garchitorena opinó que en el país no “hay nadie que esté promoviendo el voto electrónico ni hay ambiente” para implementarlo de cara a junio, octubre o noviembre de 2024, en caso de haber balotaje.
“Entre otras cosas, porque requiere mucha inversión no solamente en las máquinas, también en el software que se tiene que estar constantemente actualizando para evitar el hackeo. Eso es mucho dinero. Se justifica sobre todo para padrones grandes. Aparte, en Uruguay hay toda una cultura. La principal propaganda de cualquier lista de un partido político es el reparto de la hoja. Uruguay tiene más o menos los mismos votantes hace 50 años y 7.000 mesas en todo el país hace también cinco décadas”, argumentó Garchitorena.
De todas formas, Andújar reconoció que es “cierto que se trata de un sistema antiguo y no hay que descartar que para elecciones futuras se pueda ir incorporando tecnología para mejorarlo”.
“La realidad es que hoy no estamos preparados para eso; es un paso muy largo ir a que la gente vote de forma electrónica. Tenemos una complejidad además por la cantidad de listas que se presentan. En una interna y en las nacionales son miles las listas. Eso al voto electrónico le genera una complejidad. Pero, además, la Corte Electoral ha evolucionado muchísimo en el escrutinio primario, en velocidad y veracidad. Uno puede tener el seguimiento de los resultados en tiempo real después de cerrados los circuitos electorales”, defendió el diputado.
Lo mejor de dos mundos
Montevideo Portal también consultó a dos empresarios e ingenieros vinculados al mundo del software para saber si Uruguay cuenta con la capacidad tecnológica para llevar adelante el voto electrónico en las próximas elecciones nacionales, pero sus posturas fueron en la misma línea que los dirigentes políticos, aunque con algunas consideraciones que pueden representar cambios novedosos para 2024.
El co-fundador de GeneXus y uno de los desarrolladores de la aplicación CoronavirusUy, Nicolás Jodal, dijo que, aunque en el país hay empresas capaces de generar software con la capacidad de implementar el voto electrónico, e incluso lo han hecho para otros países, “en Uruguay el sistema de votos funciona bien”.
“Está bien, es manual, demora un poco más, pero tener los resultados a los ocho de la noche o a las 10 de la noche no me genera preocupación, no cambia mucho. No haría nada que pudiera llevar a situaciones de mala interpretación o de fraude. No le veo necesidad a implementar el voto electrónico en Uruguay”, afirmó el ingeniero.
Sin embargo, consideró que sí hay un par de cosas vinculadas a lo tecnológico que se podrían implementar de cara a las elecciones de 2024. En este orden, Jodal opinó que “no tiene mucho sentido la cantidad de listas que se imprimen”, que implican un importante gasto de cara a las campañas electorales.
“Si no estoy equivocado son como 30 millones. Votan dos millones de personas y se imprimen 30 millones de listas. Se podría buscar un mecanismo. Por ejemplo, que se pueda imprimir la lista en el momento del sufragio y que el voto quede en papel. Eso no parece demasiado complicado”, señaló Jodal.
El empresario también piensa que otro aspecto que parece no “tener mucho sentido” en pleno siglo XXI es que la gente tenga que ir a votar “a un lugar o circuito en particular”.
“Eso es una cuestión histórica del control de la credencial y actualmente capaz que ese control no tiene mucho sentido. Podría implementarse (desde el punto de vista tecnológico) que uno pudiese ir a cualquier circuito, el que esté más cerca. En última instancia lo que se pone en la urna es un papel y después el conteo se realiza de forma física y se suma de forma analógica. No cambiaría mucho”, sostuvo Jodal, quien consideró que con esas dos medidas se podría ahorrar dinero en las campañas electorales solamente al imprimir menos papeletas.
Por su parte, el integrante de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) Omar Saadoun valoró que desde “el punto de vista tecnológico” están las condiciones dadas para avanzar en el voto electrónico en Uruguay. No obstante, expresó que hay otros aspectos a tener en cuenta.
“La cuestión es que según el tipo de implementación que se haga del voto electrónico, se pueden afectar otras cosas. Un factor es la papeleta. Por un lado, tengo alguien que hace la papeleta y que dejará de hacerla. Hay que considerar el factor de que el papel se puede tocar, ver y contar. Eso es muy importante no necesariamente en lo que hace al proceso de la votación, sino en el escrutinio y los riesgos que puede haber atrás. Falsear una votación con papeletas físicas es un trabajo mucho más complejo, mientras que en el mundo del software dar las garantías para que no sea hackeado es un imposible”, señaló Saadoun.
“Nadie en el mundo de la tecnología puede decir que este sistema de votación electrónica que te estoy entregando es imposible de hackear. A lo sumo puedes decir que hasta ahora nadie lo hackeó”, añadió.
El CEO de Inmind apuntó que hay mecanismos basados en blockchain que permitirían implementar un sistema de votación, pero, por ejemplo, preservar la característica del voto secreto implica una capa de complejidad.
“Para asegurar que la votación sea anónima, o que nadie está falsificando el voto de otra persona, hay mecanismos, pero tienen sus complejidades. Deberíamos hacerlo basado en blockchain, pero el blockchain tiene una característica: es transparente. No puedo modificar lo que sucedió, pero a su vez ver lo que votó cada uno. Es parte de la gracia. Hay una capa arriba de eso para esconder esa información, para saber que fulanito votó, pero sin saber qué votó. Entonces eso lleva a agregar capas y capas de complejidad en el desarrollo del software para poder asegurar las garantías democráticas. Se han dado pasos en el uso de la tecnología con el conteo de votos, que ha implicado una agilización del proceso. Eso me parece que combina lo mejor de los dos mundos (el físico y el electrónico)”, concluyó Saadoun.