La expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, antigua guerrillera y víctima de torturas durante la dictadura militar (1964-1985), defendió este domingo la importancia de recordar el golpe de Estado de 1964, del que se cumplen 60 años.
Rousseff estableció paralelismos entre ese acontecimiento y la supuesta trama golpista planeada por el expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro y su círculo de confianza para anular los resultados electorales que dieron la victoria a Luiz Inácio Lula da Silva en 2022.
Rousseff apuntó, además, a que “la historia no borra
las señales de traición a la democracia ni limpia de la conciencia nacional los
actos de perversidad de quienes exiliaron y mancharon de sangre, tortura y
muerte la vida brasileña durante 21 años”.
El comentario de la expresidenta contrasta con el
silencio mantenido por los miembros del actual gobierno, debido a la decisión
de Lula de evitar conmemoraciones oficiales del aniversario.
El actual presidente, aliado cercano de Rousseff,
no ha querido tensar más la cuerda con los militares, después de que
investigaciones policiales recientes colocaran a varios generales en el centro
de los intentos por parte de Bolsonaro de cuestionar su derrota electoral.
Lula dijo durante una entrevista televisiva a
finales de febrero que la dictadura “forma parte del pasado” y que los “generales
que están hoy en el poder eran niños” en la época del golpe.
La Corte Suprema de Brasil impuso en febrero
medidas cautelares, como la prohibición de viajar al extranjero, a Bolsonaro,
dos antiguos ministros de Defensa y un excomandante de la Marina, entre otros.
Frente al silencio oficial, familiares de víctimas
de la dictadura y asociaciones de derechos humanos tienen previsto marchar este
domingo en la ciudad de São Paulo desde un antiguo centro de torturas hasta el
Parque Ibirapuera, para “no olvidar” el dolor provocado por la dictadura.
EFE