Contenido creado por Gerardo Carrasco
Judiciales

Un calvario

“Todo lo que vino después fue peor”: un denunciante de Penadés rompe el silencio y reclama

Asegura que los intentos ilegales de identificarlo lo condujeron a la miseria, y denuncia que Taroco no pagó la indemnización.

05.09.2024 11:56

Lectura: 4'

2024-09-05T11:56:00-03:00
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El 26 de marzo de 2023, la entonces militante nacionalista Romina Celeste Papasso abría la caja de Pandora.

En un video en redes sociales, acusaba de pedofilia a un integrante del Partido Nacional. Si bien en un primer momento no mencionó el nombre, horas más tarde dijo a Montevideo Portal que se trataba del entonces senador Gustavo Penadés.

Las declaraciones de Papasso —actualmente en prisión— desataron un escándalo cuyas consecuencias son bien conocidas: decenas de víctimas se sumaron a la denuncia, y Penadés fue desaforado, conducido ante la Justicia e imputado con prisión.

Durante la causa se determinó también que el legislador se había valido del aparato policial para llevar adelante una investigación paralela —e ilegal— con el fin de obtener información sobre los denunciantes, cuya identidad había sido declarada en reserva por la Justicia. Por esa pesquisa fueron condenadas cinco personas. Una de ellas era Carlos Taroco, quien había sido director de la cárcel de Santiago Vázquez.

La sentencia dictada entonces obligaba asimismo a un pago reparatorio de los condenados a las personas investigadas ilegalmente. Esta mañana, el periodista Diego Martini informó en su cuenta de X que el plazo de pago había caducado y que Taroco no había efectuado el pago en cuestión.

Además, el reportero dialogó en el programa Nada que perder (M24) con uno de los denunciantes que sufrieron esa persecución ilegal llevada adelante con recursos del estado, y remitió parte de esas declaraciones a Montevideo Portal.

“Cuando hice la denuncia seguía con mi vida normal, feliz por haberme sacado ese candado que había llevado por tantos años. Todo cambió desde el momento en que comenzaron a intentar identificarnos: mi vida y mi salud mental dieron un giro”, cuenta el hombre, cuya identidad —por obvias razones— no se divulga.

“Comencé a tener policías caminando por mi cuadra, algo que no había visto en todo el tiempo que llevaba viviendo ahí. Incluso los llegué a ver en la puerta de mi edificio, y eso fue la paranoia total”, recuerda.

El hombre asegura que sintió un gran desasosiego al percatarse de lo que ocurría, el hecho de “saber que estaban queriendo identificarte usando el aparato del Estado”. Ante semejante situación, asegura que decidió alejarse de inmediato y ocultarse como pudiera.

“Ya va a hacer un año de esa situación. Tuve que vender todas mis cosas, entregar el apartamento, renunciar al trabajo. Me fui a vivir a la calle porque me sentía más seguro”, relata.

En su declaración, sostiene que ese fue el principio de “una situación muy dolorosa”, que hasta la fecha lo mantiene alejado de su familia. Por ello, lamenta especialmente el no haber recibido hasta ahora las indemnizaciones a las que tiene derecho.

“Estas personas admiten en un juicio abreviado que estaban tratando de identificarnos para ayudar a Penadés. Sabían que estaban delinquiendo y el daño que podían causarnos. Psicológicamente estoy muy mal, no he podido reencauzar mi vida, mientras varios de ellos están sin cárcel y no han pagado” las sanciones económicas previstas en la condena.

“Cuando yo denuncié, lo que menos buscaba era un rédito económico, porque en algunas cosas la ley te ampara y en otras no, pero ahora estoy en la necesidad por todo lo que perdí a causa de ellos y de lo que intentaron”, sostiene.

“Mi cabeza explota, a veces tengo para comer y a veces no. Trato de hacer alguna changa donde me salga”, dice sobre su actual situación, y señala que si bien antes no era una persona acaudala, tenía un trabajo y ganaba lo suficiente como para pagar el alquiler y mantener a su familia, cosa que hoy está fuera de su alcance.

“Trato de estar tranquilo. Busco trabajo para salir adelante, pero se me hace difícil. Tuve que dormir en la calle después de dejar el apartamento, porque lo creía más seguro. Dormí en la terminal y en otros sitios, con cartones”, cuenta, sin ocultar su disconformidad con el desarrollo de los acontecimientos.

“Estoy un poco molesto por cómo se vienen dando las cosas, siento que nos tomaron el pelo, que se rieron de nosotros” y que “los que se tiene que hacer cargo no lo hacen”, concluye.