La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre Stalingrado. Eso es lo que ha pretendido el ministerio de Defensa ruso al publicar los documentos originales con la descripción oficial de las proezas de dos de sus mayores héroes.
Son el sargento Yákov Pávlov, cuyo nombre se convirtió en símbolo de la resistencia contra la Alemania nazi, y el francotirador Vasili Záitsev, uno de los héroes soviéticos más queridos de la Segunda Guerra Mundial.
La historia se convirtió en leyenda y la leyenda en mito, y muchos detalles acerca del heroísmo de ambos soldados en la considerada batalla más sangrienta de la historia se han visto distorsionados con el paso del tiempo, en algunos casos minimizando sus hazañas y en otras exagerándolas.
Pávlov, nacido poco antes de la revolución bolchevique de 1917, recibió la misión de recuperar el control sobre un edificio de cuatro plantas estratégicamente situado en la Plaza 9 de enero, que tomó su nombre de la matanza del Domingo Sangriento de 1905.
Según el documento que data de noviembre de 1944 y que desglosa los motivos de la concesión de la orden de Héroe de la Unión Soviética, desde la casa se divisaba prácticamente toda la ciudad y se podía disparar contra las barcazas repletas de soldados rusos que intentaban cruzar el Volga.
Los alemanes se habían hecho con el control de la casa el 10 de octubre y la fortificaron a conciencia, pero Pávlov y otros tres soldados lograron alcanzar sus muros arrastrándose sigilosamente.
Los documentos desclasificados relatan cómo ese pequeño grupo de "valientes" logró liquidar a todos los alemanes que había en el interior de la casa, a los que tomaron por sorpresa.
Una vez liberada la casa, procedieron a reforzar su defensa con ametralladoras y lograron repeler hasta 40 contraataques enemigos durante un mes, aniquilando en el proceso a casi un batallón completo del Ejército alemán.
Pávlov, quien posiblemente mató a más de 90 alemanes, logró que los soviéticos mantuvieran el control sobre la casa hasta la completa destrucción de todas las posiciones alemanas en la zona.
Tras cumplir con su misión, Pávlov participó en la contraofensiva soviética y resultó herido en una pierna el 25 de noviembre de 1942, aunque siguió combatiendo hasta el final y no abandonó el Ejército hasta un año después del fin de la guerra.
El archivo destaca que, en reconocimiento del sargento, uno de los primeros edificios que fueron reconstruidas por los habitantes de la ciudad fue ese inmueble, que pasaría a llamarse Casa Pávlov, y que el sargento se haría famoso no sólo en la URSS, sino también en el extranjero.
Sin duda, el 75 aniversario de la victoria en Stalingrado era una buena ocasión para poner los puntos sobre las íes, pero la interpretación soviética de la historia de la contienda era interesada y fue en no pocas ocasiones objeto de manipulación.
En el documento sólo se habla de Pávlov y de otros tres "valientes", pero cuesta creer que ellos solos fueran capaces de defender la casa ante los constantes ataques de una fuerza claramente superior.
De hecho, algunos historiadores aseguran que Pávlov liberó la casa, pero la defensa fue obra de otro soldado, el teniente Iván Afanásiev, que encabezaba un grupo de una treintena de soldados rusos, ucranianos, uzbekos, tayikos, kazajos, tártaros y kalmikios, sin contar algunos civiles.
En el caso de Záitsev, los historiadores nunca han puesto en duda que el cazador de los Urales fue el francotirador que sembró el pánico en las filas del Sexto Ejército alemán comandado por el mariscal de campo Friedrich Paulus.
Según los archivos, Záitsev combatió en Stalingrado entre el 10 de octubre y el 17 de diciembre y durante esos 69 días abatió con su fusil a 225 oficiales y soldados alemanes.
Además, instruyó a un destacamento de francotiradores que lograron matar a 1.106 enemigos en Stalingrado, la actual Volgogrado, donde Záitsev es una figura mítica.
Esas hazañas le valieron la concesión de la orden de Héroe de la Unión Soviética el 22 febrero de 1943, sólo veinte días después de que Paulus firmara la capitulación.
Pávlov se convertiría después de la guerra en funcionario del partido, sería elegido en tres ocasiones diputado por la región de Nizhni Nóvgorod y moriría en 1981.
Mientras, Záitsev se trasladaría a Kiev, donde trabajó como director de fábrica, y murió en diciembre de 1991, días antes de que el último líder soviético, Mijaíl Gorbachov, anunciara la disolución de la URSS.
EFE
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