Por The New York Times | Vivian Wang y Joy Dong
La música introductoria estaba a todo volumen, el concursante masculino del programa de citas había subido al escenario y ahora venía la parte de la entrevista, donde las invitadas hacían preguntas. Una de las mujeres fue directo al grano.
“Hola, caballero”, dijo la mujer de 59 años, Yu Xia, examinando atentamente al candidato través de sus anteojos rectangulares. “¿Tienes un hijo o una hija? Dijiste que tu esposa murió hace tres años, ¿ya superaste esa situación? Y tu salud, es bastante buena, ¿verdad?”.
Bienvenido a uno de los nuevos géneros televisivos más populares de China: programas de citas para personas mayores.
De cierta manera, los programas, al menos 10 de los cuales han surgido en los últimos años, con concursantes en su mayoría de 50 años en adelante, son poco diferentes de lo que se ofrece para concursantes más jóvenes. Los aspirantes hablan de pasatiempos, se pavonean frente a la cámara y evalúan las apariencias de los demás.
Pero entre los coqueteos alegres, los programas también abordan algunas de las realidades más graves del rápido envejecimiento de la población china, un tercio de la cual se espera que tenga 60 años o más para 2050. A todos los invitados les preguntan sobre su salud y pensiones. A menudo, los participantes son sorprendentemente francos sobre lo que los llevó al escenario: un viudo tiene tiernos recuerdos de su difunta esposa, una mujer divorciada describe una soledad tan profunda que comenzó a hablarle a su televisor.
En respuesta a las preguntas rápidas de Yu, el invitado masculino, Li Guobin, de 57 años, asintió. “El tiempo ha pasado; creo que la he superado. Pero el amor no ha sido olvidado”.
“No se puede olvidar”, respondió Yu, también viuda. “Entonces, lo que necesitas es otra compañera que te cuide, ¿verdad?”.
Sobre todo, los programas están ayudando a fomentar más conversaciones sobre las necesidades sociales, románticas y sexuales de las personas mayores. En China, como en muchas partes del mundo, la discriminación por edad ha convertido estos temas en tabú durante mucho tiempo; en la sociedad china en particular, se espera que muchas personas mayores den prioridad a las necesidades de las generaciones más jóvenes. Los niños a menudo se preocupan de que la decisión de los padres de romper con la tradición y buscar compañía más adelante en la vida pueda dañar su propia posición social o sus perspectivas laborales.
Algunos concursantes dijeron que querían encontrar pareja, pero que antes les daba mucha vergüenza decirlo, comentó Leng Bing, el productor de “Not Too Late for Fate”, uno de los programas. “Pero a través de nuestro programa, estamos guiándolos en la dirección correcta, y muchas personas se están volviendo más comprensivas y de mente abierta”, afirmó Leng.
El problema de la soledad entre los chinos mayores se ha vuelto cada vez más urgente a lo largo de los años. Muchos chinos, que alguna vez dependieron de sus hijos para mantenerse en la vejez, ahora viven solos debido a la rápida urbanización y al desarrollo económico que han llevado a sus hijos a mudarse. La política de un solo hijo durante décadas también significó que hay menos niños para brindar compañía. Más de 54 millones de personas mayores de 65 años están solteras, divorciadas o viudas, según los datos del censo más reciente de China.
Pero producir programas de citas para personas mayores no fue fácil. Antes de comenzar la producción de “Not Too Late” en 2020, la estación le preguntó a un grupo de discusión conformado por unos 20 residentes mayores en la provincia nororiental de Jilin, donde se filma el programa, si estarían dispuestos a participar, relató Zhang Xiaoju, editor jefe del programa. Quince rechazaron participar.
Aun así, hubo un puñado de candidatos ansiosos. Poco a poco, llegaron más. Un maestro jubilado aceptó de inmediato y señaló que a menudo había visitado “mercados matrimoniales”, áreas de parques públicos donde los chinos mayores suelen buscar parejas para sus hijos y, en ocasiones, para ellos mismos. Después de que apareció en el programa, otros visitantes del mercado matrimonial también se inscribieron.
“Tiene que haber una primera persona dispuesta a comerse un cangrejo”, dijo Zhang, usando una frase para describir a alguien que emprende un camino arriesgado. “Entonces, cuando otros vean que comer cangrejo es bueno, también estarán dispuestos a buscar su propia felicidad”.
Este año, la televisora, Jilin Television, presentaba alrededor de 100 aspirantes por día, pero la filmación se suspendió hace poco debido a los brotes de coronavirus. Aproximadamente la mitad de los aspirantes eran residentes urbanos y la mitad de áreas rurales, y alrededor de dos tercios eran mujeres, explicó Leng. La mayoría tenía educación de bachillerato o universidad.
“Care and Love”, el concurso en el que apareció Yu, es uno de los programas de citas para chinos mayores que más tiempo ha estado al aire. El programa tiene la calidad de un programa de concursos, pues los participantes bailan o luchan mientras las posibles parejas presionan botones para indicar aprobación o desaprobación. El nuevo “Not Too Late” es más íntimo, ya que los candidatos pueden visitarse entre sí en sus propios hogares.
Todos los programas comparten un sello distintivo: intercambios contundentes entre candidatos con poca paciencia para las trivialidades.
“¿Qué eres, un joven de veintitantos?”, así le dijo una mujer en “Love's Choice”, filmada en la provincia nororiental de Liaoning, a un hombre de unos 70 años que ella consideraba que estaba siendo demasiado exigente con la apariencia.
En un episodio de “Not Too Late”, un hombre de 69 años le preguntó a una mujer de 63 años: “Déjame preguntarte, ambos somos personas experimentadas: ¿Cómo está tu capacidad sexual?”.
“No está mal”, respondió ella entre risitas. Yu, la concursante viuda, apareció en “Care and Love” en 2020. Dado que su esposo y su hijo de 24 años habían muerto en 2012, Yu, de la ciudad norteña de Qiqihar, anhelaba compañía, pero no sabía cómo encontrarla, afirmó en una entrevista.
A Yu le emocionó conseguir una participación en el programa y, cuando llegó su turno, se sorprendió gratamente cuando Li dijo que no le importaba que ella fuera dos años mayor. Los dos salieron del escenario como pareja. Pero pronto, las consideraciones prácticas, amplificadas por la vejez, se entrometieron: vivían demasiado lejos el uno del otro, además, él vivía en un quinto piso y ella no quería subir, narró. (También había un problema más clásico: él estaba hablando con otra mujer). Terminaron la relación.
Yu dijo que no se arrepentía de haber ido al programa, pero que no estaba segura de dónde podía seguir buscando pareja. Los hombres todavía quieren mujeres más jóvenes, afirmó. “Después de que no funcionó, me sentí bastante perdida. Este año cumplo 61 años”, dijo. “Realmente lo que te preocupa cuando eres mayor es que si te enfermas, no hay nadie que te cuide”.