Sobre las 7:00 horas del sábado 29 de octubre, la rambla de Montevideo se convirtió en escenario de un increíble accidente.

Tras circular varias cuadras a contramano y a alta velocidad por avenida Brasil, un ómnibus de la línea 121 atravesó la senda costera, rompió el muro que separa la acera a la playa y terminó volcado sobre la arena y a orillas del río.

El violento recorrido causó heridas de diferente entidad en las personas que iban dentro del bus, y una pasajera falleció días después a causa de una infección hospitalaria.

Ahora, a más de dos meses del hecho, la investigación sigue abierta y los damnificados denuncian la lentitud con la que avanza.

“La investigación prácticamente está a fojas cero”, dijo Rafael Silva, abogado de ocho de las víctimas, en declaraciones al noticiero Telenoche.

“A 48 horas de acaecido el siniestro solicitamos una batería de medidas investigativas y, al día de hoy, no hay un pronunciamiento de parte de la Fiscalía de si va a hacer lugar a alguna o a ninguna”, explicó, y consideró que semejante morosidad podría interpretarse “como una denegatoria ficta por parte de la Fiscalía”.

“Estamos evaluando con nuestro equipo recurrir a la Justicia civil a los efectos de poder contar con ese material a falta de pronunciamiento de la Fiscalía de Flagrancia actuante”, adelantó el patrocinador, quien entiende que sus defendidos son “rehenes de los tiempos de la Justicia.

“Fiscalía le solicita a sus auxiliares determinada serie de informes y, hasta que no se incorporen, no tenemos manera de formar una composición objetiva con elementos, evidencias valederas que nos permitan direccionar nuestras teorías del caso. Esto va en detrimento de los derechos de las víctimas”, concluyó.

El noticiero también recabó la palabra de Martha Rodríguez, quien convalece de una fractura de cadera sufrida en el accidente.

“Me quedé sentada, me agarré firme y pasamos los canteros que hay antes de llegar al muro de la rambla. Parecía que veníamos adentro de una olla de pororó. Volamos, paramos en la arena, y ahí sentí que mi pierna cayó para afuera del asiento y dije ‘algo me pasó’”, narró la mujer.

Para Rodríguez, ese fue el comienzo de dos meses de inmovilidad absoluta y dolor. “Las primeras cuatro semanas estuve acostada boca arriba, no me dejaban moverme ni para un lado ni para el otro, porque me dijeron que el hueso suelda solo”, contó la mujer, quien añadió que le salieron éscaras en la espalda a causa de esa situación.

La víctima, que tuvo que instalarse en casa de su hija para recibir cuidados, añadió que recién después del primer mes tuvo permiso para caminar con un andador, pero sin apoyar el pie del lado afectado.

Además, refirió que tuvo que aprender a “aguantar el dolor”, ya que en algunos momentos de ese proceso el sufrimiento superaba el efecto de todos los calmantes.

De momento todavía es una incógnita por qué el chofer del bus, un hombre con vasta experiencia y una hoja de servicios irreprochable, se cambió de senda y condujo a contramano durante más de 700 metros hasta estrellarse en el muro de la rambla.