Por The New York Times | Stephanie Pearson
El sonido de la rabia me despertó justo antes de la medianoche. Era la voz de un hombre en la habitación contigua del hotel que gritaba: “¡Sal de mi habitación!”, seguido de una obscenidad. Sus ráfagas de furia se intercalaban con fuertes portazos y las súplicas de clemencia de una voz de mujer.
Me quedé paralizada. ¿Qué estaba sucediendo y qué debería hacer? Entonces, los ruidos cesaron.
Hacia las dos de la mañana oí de nuevo la voz de un hombre, esta vez provenía del estacionamiento, donde pude ver claramente a un hombre y una mujer enfrascados en una acalorada discusión. El hombre sujetaba con fuerza el brazo de la mujer mientras se alejaban de mi vista. Esta vez llamé a la recepción del hotel.
“¿Debería llamar a la policía?”, pregunté.
El recepcionista me dijo que el hotel, una cadena importante ubicada al lado de una autopista interestatal, contaba con personal de seguridad y que investigaría e llamaría a las fuerzas del orden de ser necesario. Poco después, escuché más golpes en la puerta de al lado (seguramente esos huéspedes habían regresado), seguidos de sollozos. Luego se oyó un portazo y se hizo el silencio.
Muy temprano, la mañana siguiente, mientras registraba mi salida del hotel, un empleado me aseguró que se habían ocupado del asunto. Pero no podía dejar de pensar en lo que había oído y visto. No sabía si se había cometido algún delito, pero los gritos de la mujer me obligaron a adentrarme en la investigación sobre la prevalencia de la violencia y los abusos sexuales en los hoteles y lo que se está haciendo para detenerlos. Los hoteles, con sus puertas cerradas y su carácter transitorio, pueden ofrecer un entorno propicio para la violencia, ya se trate de maltrato doméstico, agresión sexual, violación o trata de personas.
Consideremos el caso de la mujer identificada en el expediente judicial solo como M.A., quien en una demanda contra los hoteles, afirma que fue víctima de trata sexual en varias propiedades Days Inn by Wyndham y un Super 8 by Wyndham en el centro de Ohio, desde el 2013, cuando era menor de edad. En su demanda civil contra los hoteles —un caso emblemático que sigue avanzando en los tribunales— sus abogados esgrimieron este argumento: “Los traficantes son muy conscientes de la reclusión y el anonimato que conlleva reservar habitaciones en cadenas hoteleras sin la capacitación adecuada: saben que es poco probable que se les moleste”.
Los abogados de M.A. también argumentan que, en varios hoteles, “el personal del hotel la ignoró” y “no hizo nada para evitar el sufrimiento continuo y evidente que padeció al ser víctima habitual de la trata con fines sexuales”.
¿Y si la mujer en la habitación contigua estaba pasando por lo mismo? ¿O era víctima de violencia doméstica? ¿Qué tan preparados están los hoteles para lidiar con incidentes de posible violencia y proteger a las víctimas?
Comunes y comúnmente ignorados
No disponemos de datos fidedignos sobre la prevalencia de las agresiones sexuales, las violaciones o la violencia doméstica en los hoteles. Estos delitos se denuncian muy poco, independientemente de dónde se produzcan. Según la Oficina de Estadísticas de Justicia, en 2021, solo el 22 por ciento de las violaciones y agresiones sexuales y el 50 por ciento de los casos de violencia en la pareja fueron denunciados a la policía.
Muchas víctimas de trata de personas con fines sexuales afirman que los abusos tuvieron lugar en hoteles: de los 54 nuevos casos federales de tráfico sexual criminal presentados en 2021 en los que se conocía el lugar del acto sexual, el 80 por ciento sucedió en un hotel, según el Informe Federal de Tráfico Humano en 2021, el recuento más reciente del Human Trafficking Institute, una organización no lucrativa que trabaja con los sistemas de justicia para llevar ante la justicia a los traficantes con mayor eficacia.
En 2018, un estudio de Polaris, una importante organización sin fines de lucro estadounidense que lucha contra la trata de personas, encontró que en los 10 años comprendidos entre 2007, año en el cual se creó la Línea Nacional de Denuncia de la Trata de Personas, y 2017, la línea recibió 3596 denuncias de trata de personas relacionadas con un hotel o un motel. En el 80 por ciento de estos casos, los actos de comercio sexual se realizaron en un hotel.
De los 127 sobrevivientes de trata encuestados por Polaris, el 94 por ciento dijo que nunca recibió ayuda o alguna muestra de preocupación por parte del personal del hotel y que el personal no reconoció la situación o no la vieron como trata.
Según el Informe sobre la trata de personas, en las causas penales federales iniciadas en 2021, se identificaron 22 hoteles como lugares en los que presuntamente tuvo lugar la trata con fines sexuales, entre ellos algunas de las marcas más conocidas del paisaje de carreteras estadounidense: Motel 6, Quality Inn, Super 8 Motels, Red Roof Inn, Marriott, Knights Inn, Holiday Inn, Hawthorn Suites, Days Inn, Comfort Inn y Baymont Inn. “Cada hotel es diferente, pero un menor número de personas significa que tal vez haya menos ojos atentos a lo que ocurre”, afirma Yvonne Chen, directora de participación del sector privado en ECPAT-USA, una organización no lucrativa que intenta erradicar la trata sexual de menores. “El COVID nos ha mostrado que podemos ser más vulnerables y los traficantes se centran en las vulnerabilidades”.
Tratar de que los hoteles asuman su responsabilidad
Los esfuerzos federales para acabar con la trata de personas y para procesar a sus autores están motivados por la Ley de Protección a las Víctimas de Trata, que se aprobó en el año 2000 en Estados Unidos. Se han producido dos cambios importantes en la ley en relación con la responsabilidad que tienen los hoteles de proteger a las víctimas. En 2003, las víctimas obtuvieron el derecho a interponer demandas civiles contra sus traficantes en los tribunales federales y, en 2008, la ley se amplió para penalizar a quienes se benefician económicamente a sabiendas de su participación en la trata. Esto permitió a las víctimas interponer demandas civiles contra terceros, como los hoteles.
En 2021, personas que afirman que fueron víctimas de trata presentaron 83 demandas civiles en tribunales federales; en 17 de esas demandas, los hoteles eran los demandados. Estas demandas son posteriores a la demanda de M.A. contra Wyndham Hotel & Resorts, que aún está en litigio y fue la primera vez que un juez permitió que avanzara una demanda contra empresas hoteleras que solo se beneficiaban de una empresa de trata, sin participar, porque la demandante “alegó hechos suficientes” para demostrar que el personal debería haber sabido que se estaban produciendo actos de trata, incluidos los pagos en efectivo, el servicio de limpieza al que se le pedía que reemplazara las toallas con frecuencia y los signos de actividad sexual en la basura, como lubricantes y envolturas de condones.
“Nuestras demandas buscan que la responsabilidad se asuma de arriba hacia abajo, no solo queremos demandar al propietario del establecimiento”, comentó Kimberly Adams, abogada del despacho Levin Papantonio Rafferty, uno de los que representan a M.A. La abogada explicó que: “Dado que el problema de la trata de seres humanos en el sector hotelero afecta a todo el país, los defensores de las personas más vulnerables instan a que todo el sector se esfuerce por resolverlo, incluso las marcas nacionales como Wyndham”. Cómo están enfrentando el problema los hoteles
En años recientes, la industria hotelera se ha concentrado en combatir las agresiones sexuales y el acoso. En 2018, la Asociación Estadounidense de Hoteles y Hospedaje (AHLA, por su sigla en inglés) creó un programa llamado la “Promesa de 5 estrellas”, conforme a la cual los hoteles que forman parte de la asociación prometen de manera voluntaria adoptar políticas y capacitación para evitar incidentes contra los huéspedes y el personal.
En 2019, comenzó el programa No Room for Trafficking (sin lugar para la trata), que proporciona educación y capacitación a los empleados mediante un programa en línea de 30 minutos en 17 idiomas distintos producido por Marriott International con ECPAT-USA y Polaris. Las empresas hoteleras pueden elegir que sus empleados utilicen el programa.
“Como seres humanos, somos mejores que esto”, afirmó en referencia al tráfico sexual Chip Rogers, director ejecutivo de AHLA. “Si usted es hotelero y participa con conocimiento de causa, debe pagar la pena que le corresponda y algo más”, afirmó en una entrevista.
Según Rogers, uno de los problemas para detener el tráfico es que “la gente no tiene ni idea de cuáles son las señales concretas”.
Las señales más comunes son que la persona parezca angustiada, hostil o confundida o que huya o se quede paralizada cuando hablan con ella. Si está acompañada, es posible que la otra persona ejerza control físico o no la deje hablar. Los expertos insisten en identificar el comportamiento de una posible víctima antes que su edad, raza, sexo, situación económica u orientación sexual.
“Los medios suelen retratar a las víctimas de tráfico sexual como niñas rubias de ojos azules”, explicó Mar Brettmann, fundadora y directora ejecutiva de Businesses Ending Slavery and Trafficking, una organización no lucrativa. Pero las víctimas suelen pertenecer casi siempre a grupos minoritarios. Además, un considerable número de hombres son víctimas de la trata con fines sexuales, así como personas transgénero. La trata también se da en un amplio espectro económico y geográfico.
El objetivo de la asociación de hoteles es que la totalidad de los cerca de 2,1 millones de empleados del sector reciban la capacitación “No Room for Trafficking”, aunque no hay una fecha límite. Desde finales de 2022, más de 800.000 personas han recibido formación.
Un artículo sobre las cuestiones morales y éticas que el tráfico sexual plantea a los hoteles, publicado el año pasado en la revista Religions, traza una línea recta entre los esfuerzos del sector para combatir estos delitos y la capacidad de las víctimas para demandar a los hoteles. “Aunque múltiples factores podrían haber contribuido a estos cambios”, escriben los autores, “es probable que el inicio de acciones civiles contra la industria hotelera haya motivado un cambio de comportamiento”.
En un correo electrónico, un vocero de la AHLA dijo: “La industria hotelera está firmemente comprometida con la prevención de la trata y ha sido líder en esta área durante muchos años”. En 2016, Connecticut fue el primer estado en promulgar una ley que exige que el personal que labora en hoteles y moteles de todo el estado se capacite para reconocer la trata de personas (11 estados, más las ciudades de Baltimore y Houston también lo requieren ahora). La representante estatal Jillian Gilchrest, que trabaja en West Hartford, desempeñó un papel determinante en la aprobación de la ley. Cuando le pregunté si el estatuto había reducido la incidencia de los abusos en los hoteles, me dijo: “el punto débil de nuestra ley es que no tiene dientes”.
Una victoria excepcional
Los críticos de la industria hotelera afirman que sus programas de formación y otros parecidos no hacen lo suficiente por proteger a las mujeres de otros tipos de violencia, incluidas las violaciones y las agresiones sexuales.
“Las deficiencias en la seguridad de los hoteles son mucho más comunes de lo que los viajeros imaginan”, afirma Ed Blizzard, abogado de Houston que representa a varias mujeres que han sufrido agresiones sexuales en hoteles.
Hay casos excepcionales en los que los hoteles son declarados legalmente responsables de la violencia sexual en sus instalaciones. En 2021, Kathleen Ann Dawson ganó un veredicto de 44 millones de dólares contra Hilton Management LLC y un hombre llamado Larry Joe Clowers, después de que ella dijo que él la agredió sexualmente en el Hotel Hilton Americas en Houston.
El incidente ocurrió en 2017, cuando Dawson se alojaba en el hotel para asistir a una conferencia de negocios. Según la demanda, un transeúnte llamó al 911 después de encontrar a Dawson, que estaba inconsciente, tendida en la acera. Clowers, que también asistía a la conferencia y cuyos pantalones estaban desabrochados, estaba encima de ella. Cuando la policía y los agentes de seguridad del hotel llegaron, Clowers les dijo que ellos estaban juntos.
El personal del hotel no revisó la identificación de Dawson, que estaba en el interior de un bolso que sostenía Clowers, para determinar si tenía una habitación registrada a su nombre, según la demanda. En su lugar, la seguridad del hotel proporcionó una silla de ruedas para trasladar a la mujer inconsciente. Los agentes de policía, acompañados por el personal de seguridad del hotel, llevaron a Dawson en silla de ruedas hasta la habitación de Clowers, donde el personal de seguridad del hotel abrió la puerta para meter a Dawson a la habitación. A la mañana siguiente, Dawson “se despertó desnuda, mientras Clowers la agredía sexualmente con las manos”, declaró en una entrevista.
Al no tener éxito con el proceso penal, Dawson presentó una demanda. El jurado atribuyó el 90 por ciento de la culpa a la dirección del Hilton, el 10 por ciento a Clowers y ninguna a Dawson.
“Entiendo que se cometen errores”, afirmó Dawson, “pero en mi caso, los errores fueron garrafales, de verdad muy, muy graves. Lo único que el hotel tenía que hacer era su trabajo”.
En el momento del veredicto, Hilton emitió una declaración en la que afirmaba que: “En Hilton, la seguridad de nuestros huéspedes es una prioridad absoluta y no aprobamos la violencia de ningún tipo”. La empresa y Dawson llegaron a un acuerdo fuera de tribunales por un monto que no se dio a conocer. Clowers apeló; él y Dawson llegaron a un acuerdo por una cantidad no revelada tras una mediación.
Kent Landers, vocero corporativo, dijo que la empresa no tenía ningún comentario adicional.
¿Qué deberían hacer los huéspedes?
Consternada durante días por lo que había presenciado en el hotel, envié un correo electrónico a una dirección corporativa para explicar la situación y luego me puse en contacto de nuevo con la oficina de comunicación corporativa del hotel para ver qué podían decirme sus representantes. En todos los casos obtuve la misma respuesta: los empleados del hotel están capacitados para identificar señales de abuso y responder si la víctima necesita ayuda. La policía local me dijo que nadie del hotel les había llamado esa noche. Esas respuestas insatisfactorias me dejaron con una pregunta: ¿Qué debería haber hecho?
“No sé si existe la respuesta perfecta y más adecuada. Creo que más bien hay que preguntarse qué es lo mejor que se puede hacer en ese momento”, dijo Chen, de ECPAT-USA.
Brettmann, de BEST, dijo que no hay que llamar a la puerta: “Por ningún motivo queremos que los testigos se metan en una situación en la que podría haber un abusador o un traficante presente”.
Sugirió que si el agresor no se encuentra en las inmediaciones, es mejor acercarse directamente a la víctima y preguntarle si está bien o darle el número de la Línea Directa contra la Trata o de la Línea Directa Nacional contra la Violencia Doméstica. “Si se trata de una situación violenta, llama a las fuerzas de seguridad. Si hay un niño implicado, hay que llamar a la recepción y a las fuerzas de seguridad”. Con sus puertas cerradas y su carácter transitorio, los hoteles pueden constituir un entorno propicio para delitos como el tráfico sexual; un incidente en plena noche lleva a una escritora a preguntarse qué se está haciendo para prevenirlos. (Deena So Oteh/The New York Times) Noel Gómez, uno de los fundadores de la Organization for Prostitution Survivors, que ayuda a niñas y mujeres a escapar de los traficantes sexuales, habla durante una audiencia en Washington, el 19 de septiembre de 2019. (Emma Howells/The New York Times)
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