Un equipo de investigadores ha constatado que una especie de hormiga invasora diminuta está cambiando la cubierta arbórea en una zona silvestre de África oriental, dificultando a los leones —el depredador más emblemático del mundo— la caza de su presa preferida, la cebra.
Los detalles de este estudio, que abarca investigaciones realizadas a lo largo de tres décadas en el parque Ol Pejeta de Kenia, se publican en la revista Science, en un artículo que firman, entre otros, expertos de la Universidad de Wyoming y de Florida.
Estos diminutos invasores están tirando de los lazos que unen un ecosistema africano, determinando quién es devorado y dónde, resume Todd Palmer, ecólogo y profesor del departamento de Biología de la Universidad de Florida.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores utilizaron una combinación de cámaras trampa ocultas, leones con collar rastreados por satélite y modelos estadísticos; el trabajo ilustra la compleja red de interacciones entre hormigas, árboles, elefantes, leones, cebras y búfalos.
La Universidad de Florida explica en un comunicado que la perturbación comienza en las acacias de Ol Pejeta, una reserva natural africana situada en el centro de Kenia.
Históricamente, los árboles han estado protegidos de los animales devoradores de hojas por una especie de hormiga que anida en las espinas bulbosas de estos.
A cambio de su hogar, estos pequeños animales defienden ferozmente los árboles de gigantescos devoradores de plantas, como elefantes, jirafas y otros herbívoros, un acuerdo que los ecologistas denominan mutualismo.
En estudios publicados a principios de la década de 2000, Palmer empezó a desentrañar las complejidades de esta relación, sin embargo, en la última investigación él y su equipo comprobaron que la llegada de un insecto invasor conocido como hormiga cabezona (Pheidole megacephala) está desencadenando una sucesión de acontecimientos que ha provocado un cambio en el comportamiento depredador-presa.
Esto puede poner aún más en peligro a las poblaciones de leones, una especie que ya está al borde de la extinción.
Las hormigas cabezonas son pequeñas pero voraces cazadoras de insectos, destruyen las colonias de las hormigas protectoras de los árboles y no los defienden de los animales más grandes.
Al perder a sus “guardaespaldas”, las acacias son arrasadas por los elefantes. Los leones, que son depredadores de emboscada, dependen de la cubierta arbórea para acechar y esconderse antes de abalanzarse sobre las cebras: con menos cobertura arbórea, los leones no consiguen emboscar a sus presas.
“A menudo descubrimos que son las pequeñas cosas las que dominan el mundo”, apunta Palmer, quien explica que estas diminutas hormigas invasoras aparecieron hace unos 15 años y nadie se dio cuenta, porque no son agresivas con las grandes criaturas, incluidas las personas.
Ahora, añade, “vemos que están transformando los paisajes de forma muy sutil, pero con efectos devastadores”.
Ante esto y aprovechando una mala situación, los leones dirigen su atención a los búfalos. Sin embargo, los búfalos son más grandes que las cebras y se reúnen en grupos, lo que los convierte en presas mucho más formidables.
“La naturaleza es inteligente y criaturas como los leones tienden a encontrar soluciones a los problemas a los que se enfrentan”, afirma el investigador, “pero aún no sabemos qué podría resultar de este profundo cambio en la estrategia de caza de los leones. Estamos muy interesados en seguir esta historia”.
Estas hormigas están por todas partes, especialmente en los trópicos y subtrópicos -pueden encontrarse en un jardín en Florida- y es la gente la que las desplaza.
“Estamos trabajando con los administradores de tierras para investigar intervenciones, como cercar temporalmente a los grandes herbívoros, para minimizar el impacto de las hormigas invasoras en las poblaciones de árboles”.
EFE