Por The New York Times | Michael D. Shear
WASHINGTON — La decisión de la Corte Suprema de poner fin al derecho constitucional al aborto en Estados Unidos después de casi 50 años ha puesto en marcha una lucha generacional en torno a los esfuerzos republicanos por prohibir el procedimiento en los estados de todo el país.
Sin embargo, dentro del Ala Oeste, el presidente Joe Biden ha dejado claro que se siente incómodo incluso al utilizar la palabra aborto, según asesores y exasesores. En sus discursos y declaraciones públicas, prefiere utilizar la palabra con moderación, concentrándose mejor en frases más amplias, como “salud reproductiva” y “derecho a elegir”, que podrían tener más eco entre el público.
Biden, un católico practicante que ha recurrido a su fe para dar forma a su identidad política, ahora es llamado a liderar una lucha que ha evitado durante décadas, y a muchos defensores del derecho al aborto les preocupa que no sea el mensajero adecuado para el momento.
Biden, que en su momento criticó abiertamente el derecho al aborto y más tarde lo defendió de forma comprometida pero discreta, tiene un historial que hace dudar a los activistas.
“Estoy seguro que no es necesariamente el hombre que la mayoría de los activistas querían en la presidencia cuando esto sucedió”, comentó Jamie Manson, presidenta de Catholics for Choice, al referirse a la decisión de la corte que anuló la sentencia del caso Roe contra Wade. “Es lamentable porque tiene mucho poder y necesitamos que salga realmente de su zona de confort”.
Durante cinco décadas, Biden ha hablado de manera abierta del poder de su religión, presentándose como defensor de los trabajadores y guerrero de la justicia social. Su fe también lo ha guiado hacia lo que una vez llamó un enfoque “intermedio” sobre el aborto: básicamente, no votar para limitar el aborto, pero tampoco votar para financiarlo.
Y al igual que otros demócratas de su generación, Biden utilizó la existencia de las protecciones que otorgaba Roe contra Wade para evitar impulsar una legislación que podría haber consagrado el fallo en una ley federal.
Ahora, un creciente coro de grupos de mujeres, demócratas progresistas y activistas a favor del derecho al aborto ven la decisión de anular la sentencia de Roe contra Wade como una crítica a ese enfoque intermedio, diciendo que los demócratas como Biden han evitado hablar del tema durante años.
La decisión de la Suprema Corte, dicen, debe recibir una respuesta legal, política y retórica igualmente feroz. Y tras el voto decisivo de la semana pasada para defender el derecho al aborto en el conservador Kansas, muchos demócratas ven este momento como el indicado para actuar con mayor firmeza al respecto.
Los asesores de Biden dicen que sus opiniones sobre el aborto han cambiado con el tiempo y que está comprometido con el derecho al aborto. Laphonza Butler, presidenta de Emily’s List, un grupo que ayuda a elegir a mujeres demócratas que apoyan el derecho al aborto, aseguró que estaba satisfecha de que Biden y su equipo estuvieran “utilizando todas las herramientas a su disposición” para luchar por la causa.
No obstante, el historial de Biden en materia del aborto, fundamentado por su religión y los años de cuidadosos cálculos políticos del Partido Demócrata, lo ha dejado luchando por estar a la altura de las expectativas de aquellos en su partido que quieren una nueva estrategia y una nueva energía.
“Sí, hay límites para el poder del poder ejecutivo, hay límites para lo que puede hacer el presidente”, afirmó Andrea Miller, presidenta del Instituto Nacional de Salud Reproductiva. “Pero ahora esto se siente como si tuvieras que pasar los límites. Este es un momento para sacar todas las herramientas. Este es un momento para tomar riesgos”. Formado por la fe
Biden ha dicho con frecuencia que sus puntos de vista sobre el aborto, y el papel adecuado que debe desempeñar el gobierno para regularlo, son el resultado de su fe. En 1982, cuando votó a favor de una enmienda constitucional impulsada por los republicanos para permitir que estados individuales anularan Roe contra Wade, declaró: “Quizá soy víctima, o producto, como quieran llamarlo, de mis antecedentes”.
La Iglesia católica considera que la vida humana comienza en la concepción y dice que “el asesinato intencionado de un ser humano que vive en el vientre materno” es siempre inmoral. Las enseñanzas de la Iglesia suelen permitir los abortos “indirectos” cuando un procedimiento médico necesario por otra razón para salvar la vida provoca la muerte de un feto. Pero muchos católicos no están de acuerdo con la postura oficial de la Iglesia. En una encuesta del Centro Investigaciones Pew publicada el mes pasado, el 60 por ciento de los católicos de Estados Unidos consideran que el aborto debe ser legal en todos o la mayoría de los casos.
Otros políticos demócratas se han enfrentado a momentos difíciles al defender sus posturas en torno al tema. Los líderes de la Iglesia católica estadounidense han reprendido públicamente a políticos católicos como John Kerry y Nancy Pelosi por sus posturas.
Según lo ha admitido, Biden es una persona profundamente religiosa que rara vez falta a misa. John Carr, director de la Iniciativa sobre Pensamiento Social Católico y Vida Pública en la Universidad de Georgetown, aseguró que el aborto había sido un aspecto de la fe de Biden que implicó una fuente de conflicto para él y sus aliados a lo largo de los años.
“Biden es un producto de la enseñanza social católica y la ortodoxia demócrata”, comentó Carr, quien ha participado en varias discusiones de grupos pequeños con Biden sobre religión y política. “Cuando ambas cosas concuerdan, se siente realmente cómodo con la manera en que habla, con su modo de actuar. Donde menos se siente en casa es donde los dos entran en conflicto”.
Cambios sobre el aborto
Los aliados de Biden señalan que, desde el fallo de la Corte Suprema, ha emitido dos órdenes ejecutivas destinadas a proteger el derecho a viajar para recibir atención médica y el derecho a acceder a medicamentos. La semana pasada, el Departamento de Justicia presentó una demanda en Idaho, acusando al estado de restringir ilegalmente el aborto cuando el procedimiento es necesario para estabilizar la salud de la mujer.
“La fe del presidente no es el problema que tenemos”, explicó la representante Katherine Clark, demócrata de Massachusetts, oradora asistente. “El problema es un Partido Republicano extremista que dice: ‘No respetamos la fe, el historial médico ni las circunstancias’”.
Pero durante la mayor parte de su carrera, Biden ha sido visto con recelo por los defensores del derecho al aborto debido a su historial en el tema.
En 1984, Biden votó a favor de la “Política de la Ciudad de México”, una decisión de la administración Reagan para evitar la financiación de servicios de aborto en el extranjero. Era una postura que en la actualidad se consideraría anatema para un presidente demócrata. Desde entonces, los presidentes republicanos han restablecido sistemáticamente esta política y los demócratas la han eliminado. Biden la anuló ocho días después de asumir el cargo.
Durante años, Biden también se negó a unirse a otros demócratas para oponerse a la Enmienda Hyde, una prohibición federal de la financiación del aborto. No fue hasta 2019 cuando dio marcha atrás. Ante las intensas reacciones de su partido, dijo que no podía “seguir apoyando una enmienda” que dificulta el acceso de las mujeres con bajos ingresos a un aborto. Aunque siguió presentando los presupuestos sin el lenguaje restrictivo de Hyde, los legisladores lo volvieron a añadir. Los asesores de Biden señalan que ha utilizado la palabra “aborto” contadas veces desde la sentencia. Y el sábado, en una declaración en la que condenaba una nueva ley de Indiana que prohibía casi todos los abortos, la Casa Blanca utilizó el término para reiterar su apoyo a los derechos reproductivos.
Pero algunos veteranos del movimiento a favor del derecho al aborto dicen que siguen desconfiando de un presidente que se siente incómodo con el uso de la palabra. Otros dicen que están dispuestos a juzgar a Biden por sus acciones.
Mini Timmaraju, presidenta de NARAL Pro-Choice America, dijo que el método de Biden es valioso, ya que puede atraer a un público más amplio. Pero afirmó que Biden no debería evitar usar un lenguaje directo y contundente en un momento en que la gente está asustada.
“Eso ya lo hizo”, opinó. “Y tendrá que sentirse más cómodo porque este es el Partido Demócrata de la actualidad. Lo está logrando, por lo que veo”. El presidente Joe Biden entra en la iglesia de St. Joseph on the Brandywine para asistir a la misa católica en Wilmington, Delaware, el 5 de marzo de 2022. (Tom Brenner/The New York Times) Partidarios del derecho al aborto protestan ante la Casa Blanca en Washington el 9 de julio de 2022. (Shuran Huang/The New York Times)