Por The New York Times | Ella Koeze and Clifford Krauss
Los precios de la gasolina en Estados Unidos han llegado a máximos históricos, e incluso al ajustarlos a la inflación alcanzan en promedio unos niveles que pocas veces se han visto en los últimos 50 años, ni siquiera durante la crisis energética de fines de la década de 1970. Cuando suben los precios del combustible, los consumidores lo sufren de manera directa en las gasolineras, pero también de manera indirecta cuando los costos más elevados del transporte hacen que suban los precios de todo, desde la comida y los pañales hasta los materiales para la construcción.
En este momento, el precio del petróleo crudo es el factor más importante que impulsa este aumento. De acuerdo con la Administración de Información Energética, hasta mayo, el costo de la materia prima representaba el 59 por ciento del precio de un galón de gasolina normal, en comparación con el 52 por ciento en la misma época del año pasado y solo el 25 por ciento en abril de 2020, cuando debido a la pandemia se redujo la demanda de combustible, al igual que la mayoría de los demás bienes y productos.
La cantidad que la gente termina pagando por la gasolina es el resultado de intercambios comerciales que ocurren en un extenso mercado internacional de petróleo y productos derivados de este. Pero, al igual que muchas otras facetas de la economía global, esto se reduce a la oferta y a la demanda, y cuando se rompe el equilibrio entre estas dos fuerzas, es inevitable que varíen los costos.
El petróleo caro se convierte en gasolina cara
Estados Unidos es el mayor productor de petróleo y de sus productos derivados. En los últimos años, se ha convertido en un destacado exportador y ha enviado grandes cantidades a Latinoamérica y Europa.
Pero Estados Unidos también compra mucho petróleo a otros países. Es el segundo importador más grande del mundo después de China. Eso ocurre en parte porque casi todas las refinerías en Estados Unidos están habilitadas para procesar tipos de petróleo que son diferentes de los que se producen en ese país.
Readaptar las refinerías para procesar más petróleo estadounidense sería caro y difícil, por lo que es probable que Estados Unidos siga importando grandes cantidades incluso si llegara a producir más dentro del país. Además, Estados Unidos consume mucho más petróleo del que produce.
En cambio, Rusia es el segundo productor de petróleo más grande del mundo y representa aproximadamente uno de cada diez barriles del mercado mundial. Antes de que este país invadiera Ucrania en febrero, más o menos la mitad de las exportaciones de petróleo de Rusia iban a Europa, lo que sumaba 10.000 millones de dólares en transacciones mensuales. El año pasado, cerca del ocho por ciento de las importaciones de petróleo crudo de Estados Unidos provenían de Rusia.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, Rusia ha vendido menos petróleo en parte debido a las sanciones impuestas por la Unión Europea, Estados Unidos y otras economías importantes, lo cual causó una disminución en el suministro a nivel global y originó el alza de precios.
Para ayudar a atenuar esta creciente crisis, el gobierno de Biden está solicitando a las empresas petroleras estadounidenses y a otros grandes productores de petróleo que aumenten su producción, pero no está teniendo mucho éxito. Eso se debe a que los directivos de las empresas petroleras temen que el precio caiga si aumentan demasiado su producción. Además, los países como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos no pueden aumentar la producción con la suficiente rapidez como para compensar la caída que se espera en el suministro de Rusia.
No obstante, el intento de estabilizar el mercado petrolero se contrapone con el objetivo manifestado por Biden de impulsar el uso de automóviles eléctricos y energías renovables en Estados Unidos.
Una menor producción de petróleo
Incluso antes de la invasión, los precios del petróleo y la gasolina ya iban en aumento a medida que el mundo se recuperaba poco a poco de la pandemia de coronavirus. En 2020, por un corto tiempo, el costo del barril de petróleo cayó a menos cero debido a que los depósitos de almacenamiento estaban llenos por la falta de demanda. Pero las personas que viajan a diario y los vacacionistas ya están de regreso, y las industrias y oficinas han reabierto sus puertas.
Después de despedir a sus trabajadores y desmantelar las plataformas durante la crisis de la pandemia, las empresas petroleras no han respondido con rapidez a este repunte.
En los últimos ocho años ha habido dos desplomes de precios y muchos directivos petroleros creen que es inevitable que haya otro. Esto ha hecho que duden en perforar nuevos pozos e incrementar la producción de manera considerable, señaló Christopher Knittel, un economista especialista en energéticos del Instituto Tecnológico de Massachusetts. La falta de inversión ha generado un descenso de la producción en los últimos años.
En cambio, las empresas han estado dirigiendo las ganancias a los accionistas en forma de dividendos o como recompra de acciones.
“Aunque en este momento ven que los precios son elevados, temen que estos caigan a lo largo de la vida de ese pozo”, comentó Knittel acerca de los directivos de la industria. “También esperan que los vehículos eléctricos sigan aumentando, lo cual significa que es posible que dentro de diez años ese pozo petrolero ya no produzca ganancias. Todo eso está desincentivando las perforaciones”.
Por razones parecidas, al mismo tiempo las refinerías han estado cerrando de manera paulatina, conforme las empresas petroleras planean una transición a energías renovables, mencionó John Auers, vicepresidente de Turner and Mason, una empresa consultora en materia energética.
La desaceleración de la actividad interna llega cuando la capacidad de refinación a nivel global satisface a duras penas la demanda del mercado. Es posible que la combinación de estas condiciones aumente los problemas en el suministro global.
Debido a que la guerra en Ucrania se está prolongando y la producción de Rusia está disminuyendo, los analistas han planteado que el mercado de los energéticos podría reconfigurarse en lo fundamental. Tal vez, con el tiempo, ese cambio en el flujo del petróleo reduzca la ventaja que tiene Rusia sobre Europa. Pero es probable que el precio siga siendo elevado en las gasolineras hasta que descienda la demanda o empiece a haber más oferta. Los precios de la gasolina en Estados Unidos han llegado a máximos históricos, e incluso al ajustarlos a la inflación alcanzan en promedio unos niveles que pocas veces se han visto en los últimos 50 años.
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