El Vaticano mantiene una tradición de largos velorios para los papas: se expone el cuerpo durante varios días para que nadie se quede sin despedirlo.
Para ello, se adoptan técnicas de conservación que evitan el deterioro visible durante los ritos funerarios. Pero estas prácticas no siempre funcionaron. Uno de los casos más llamativos ocurrió en 1958, durante los funerales del papa Pío XII, cuando un método experimental de conservación de cadáveres provocó un desastre.
El responsable del embalsamamiento, el doctor Riccardo Galeazzi-Lisi, envolvió el cuerpo con aceites, hierbas y papel celofán, afirmando que se trataba de una técnica “revolucionaria”. Con el calor del otoño europeo, el cuerpo comenzó a hincharse y a desprender un fuerte olor desde la primera noche. Durante el traslado al Vaticano, el cuerpo explotó dentro del ataúd, lo que requirió una operación de emergencia. El rostro de Pío XII tuvo que ser cubierto con una máscara de cera, pero el estado del cuerpo conmocionó a todos los que lo vieron desde entonces y hasta el entierro.
Durante la prolongada exhibición, los responsables de la ceremonia tuvieron que acudir a todos los métodos posibles para ocultar los fluidos que escapaban del cuerpo. Se instalaron ventiladores en el recinto, pero estos no hacían más que agitar el hedor.
Uno de los religiosos presentes en el lugar utilizó expresiones como “una escena dantesca” y “olor a muerte flotando en la basílica”.
El episodio pasó a la historia como una vergüenza. Galeazzi-Lisi fue expulsado del Vaticano por filtrar fotos del papa enfermo, aunque no fue castigado oficialmente debido a que no las conservó. Su método nunca volvió a utilizarse.
En el funeral de Juan XXIII, en 1963, el embalsamamiento siguió técnicas modernas y fue considerado ejemplar por los expertos.
Desde entonces, los ritos funerarios de Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI no pasaron por ninguna escena semejante, y con los métodos actuales de conservación no se esperan desagradables sorpresas en las exequias de Francisco I.
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