Por Cecilia Presa
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Este domingo 2 de febrero, miles de fieles en todo el país se congregarán en playas y ríos para rendir homenaje a Iemanjá, la Orixá de las aguas y madre de la vida según la tradición afroumbandista. Sin embargo, la comunidad religiosa que celebra esta festividad sigue denunciando un “preocupante” incremento del racismo y la discriminación en Uruguay y la región.
Según la mae Susana Andrade, referente del culto, el acoso hacia los practicantes afroumbandistas ha aumentado en violencia y frecuencia. “El endémico racismo religioso que sufre la comunidad afroumbandista en Uruguay y la región es creciente en violencia y en frecuencia”, advierte Andrade en un comunicado enviado a Montevideo Portal.
Organismos internacionales de derechos humanos han recibido informes sobre esta situación y la ONU ha recomendado al Estado uruguayo la implementación de políticas públicas para combatir estereotipos y discriminaciones religiosas. En respuesta, la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh) creó un grupo de trabajo que busca impulsar medidas concretas en el nuevo gobierno del Frente Amplio.
Mientras tanto, la devoción popular sigue creciendo. Este año, Paysandú inaugurará un monumento a Iemanjá, aunque en Maldonado otro sigue sin recibir autorización oficial desde hace más de siete meses a pesar de su aprobación unánime en la Junta Departamental, según denuncia Andrade.
En Atlántida, el monumento dedicado a la Orixá fue vandalizado recientemente, lo que, de acuerdo con los afroumbandistas en Uruguay “reflejando la persistencia de actos de intolerancia religiosa”.
“Estamos en estas latitudes como creencia étnico racial proveniente del tráfico negrero y el sometimiento indígena y por eso sufrimos racismo estructural también en el aspecto religioso, más allá incluso del color de la piel”, señaló Andrade.
Además, la líder del grupo Atabaque subrayó la importancia de implementar acciones afirmativas y políticas inclusivas, como campañas de sensibilización sobre el uso de la palabra “macumberos” para que deje de ser utilizada como un insulto.
También recordó que existen normativas como la ley de cuotas afro (Nº 19122/13) y la Ley de Educación Pública (Nº 18437/09), que define la laicidad como plural e inclusiva. Ambas fueron promovidas durante gobiernos de izquierda, pero según Andrade, “en la administración multicolor casi desaparecieron”.
La religiosa refirió en otro pasaje a que, pese a los esfuerzos de la comunidad afroumbandista por evitar la contaminación, con la promoción de ofrendas biodegradables y otras acciones para evitar la contaminación, la discriminación persiste. “Nos demonizan los racistas, olvidando que la religión de matriz africana promueve el cuidado de la naturaleza”, denunció Andrade, y señaló que el racismo estructural también se manifiesta en la persecución religiosa.
En este sentido, la activista destacó que el INE sigue sin medir la población afroumbandista, un reclamo histórico de la comunidad para obtener reconocimiento oficial y derechos.
Por último, Andrade insistió en que la lucha por la equidad social y la justicia histórica está lejos de terminar. “La fe es resistencia”, afirmó.
Por Cecilia Presa
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