Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Julieta Sierra Franco se hizo conocida hace un año y poco, cuando comenzaron a viralizarse algunos posteos en redes sociales desde la cuenta del MPP donde ella miraba a cámara y editorializaba respecto a cosas que sucedían en la política nacional. Esos videos terminaban siempre con la frase: “Mirá vos lo que no te cuentan…”.
Su visibilidad fue creciendo porque empezó a ser la cara visible en cuanto debate de jóvenes hubiera o notas sobre jóvenes que se habían entregado a la militancia por un sector o partido, dejando en suspenso carreras, amores o cumpleaños de amigos. Con el tiempo, sus análisis fueron ganando en profundidad, al punto de que Emiliano Cotelo la vio y la convocó para las tertulias de En perspectiva.
La futura licenciada en Comunicación que el próximo 7 de noviembre cumplirá 30 años comenzó a recorrer el país con el MPP, subió a escenarios a hacer uso de la palabra y concedió entrevistas como algo más que una militante con proyección. Compartiendo unos mates en Lo de Molina —“un bar compañero”, por Tristán Narvaja—, la fraybentina explicó cuánto del pasado tupamaro de su abuelo Aroldo sembró algo en su forma de ver el mundo, qué legado le deja José Mujica a “la barra”, cuáles son las fortalezas de Yamandú Orsi respecto a Álvaro Delgado y qué temas serán prioridad en su agenda parlamentaria, cuando en febrero próximo ocupe su banca como diputada nacional.
¿Cómo fue tu infancia en Fray Bentos? ¿A qué jugabas? ¿Cómo te iba en la escuela?
Tuve una familia muy grande y siempre estuve acompañada por primos, abuelos, tíos... Iba a la escuela de lunes a viernes, siempre escuela pública, y los fines de semana me iba a la casa de mi abuela, Noemí, en el barrio Unión, y ahí jugaba mi grupo de amigos, la gente del barrio Unión. Además, hasta ahora, el patio de la casa de mi abuela da a la cancha del 18 de Julio, y entonces también había un vínculo bastante fuerte con el club, de saltar el muro para ir a jugar a la cancha. Era una dinámica tradicional de niña del interior, jugando en la calle hasta cualquier hora, con la tranquilidad de que no iba a pasar nada. Igual mi abuela siempre pegaba el grito: “Ya es tarde, hay que entrar”.
Y después era jugar con mis primas a las muñecas, a ser cantantes o bailarinas... Mi madre me cuenta que cuando era chica me mandó a una psicóloga, porque era bastante introspectiva, y en la escuela no tenía un grupo de amigos tan fuerte. Yo leía mucho Helen Velando, Ignacio Martínez, Roy Berocay. Los Cazaventuras de Helen Velando eran libros bastante grandes para una niña. Y también, en las tardes de invierno en la escuela, mi padre me llevaba en el recreo un termito de café con leche o de chocolate caliente, para tomar algo calentito en las tardes más frías de la escuela n° 1, que es a la que fui. Fue una infancia muy privilegiada, con una familia muy presente.
¿Cuánto importaba la política en tu casa? Venís de cuna frenteamplista y sos nieta de un tupamaro. Es claro que ese pasado influyó en tu forma de ver la vida y la política, ¿no?
Aroldo Franco se llamaba mi abuelo, escribía poesía y tenía un seudónimo, que era Frank Quito. Escribía poesía hasta cuando hacía notitas para ir al supermercado. Cuando iba a hacer un mandado, dejaba una notita en forma de rima. De hecho, tengo varias guardadas. Tengo una de cuando mi abuelo va al médico y le dice a mi abuela: “Por amarte y por amarme fui a controlarme”. Y era así todo el tiempo.
No me crie en una familia militante. Mi abuelo militó durante toda su juventud y toda su etapa adulta. Después, ya jubilado, cuando empezó a tener nietas, bajó el ritmo de esa militancia y se dedicó más a la familia y a generar esa protección y esa unión familiar, que es algo que valoro mucho. Yo siempre tuve una inserción muy fuerte con el barrio, pero siempre me crie sabiendo las historias de militancia de mi abuelo, de su militancia en el MPP de Río Negro. Mi abuelo estuvo preso en la dictadura, pero nunca habló de lo que sufrió en la cárcel. Era como un pacto que tenía con su hermano, el Negro Franco, que también es un compañero histórico del MPP, sobre todo acá en Montevideo, porque se encargó de organizar a los vecinos en el barrio Santa Catalina y el Cerro.
“Mi abuelo se encargaba de predicar que todos podemos aportar de alguna forma y que él eligió el MLN para hacerlo. Algo que me pesó mucho es que las preguntas para hacerle se me ocurrieron después, no con 13 años”
Entonces, hay un marco de historia de militancia y de la importancia de involucrarse, que estuvo muy presente, siempre con ese resguardo de no contar lo que habían sufrido ellos mismos, pero sí con la necesidad de que se pudiera hacer algo.
¿Y qué sí te contó tu abuelo Aroldo de la época guerrillera y revolucionaria del accionar del MLN en los años 60?
Mi abuelo se encargaba de predicar que todos podemos aportar de alguna forma y que él eligió el MLN para hacerlo. Después, una reseña más histórica sobre lo que significaba la militancia en el MLN y después en el MPP la fui conociendo más por los compañeros del MPP que fui conociendo acá, los “veteranos”. Pero, en realidad, mi abuelo siempre fue más de decir: “Es importante hacer algo, no importa qué, no importa si es desde una organización política, una organización social”. Era más de compartir el concepto de “hacer algo”, no de compartir anécdotas. Pero es que murió cuando yo tenía 13 años... Algo que me pesó mucho es que las preguntas para hacerle se me ocurrieron después, no con 13 años. Y eso fue difícil de procesar.
Estás a un tris de recibirte de licenciada en Comunicación Social, en la FIC. ¿Por qué decidiste estudiar comunicación?
Hice tres años de Ciencia Política cuando me vine a Montevideo. Después me dejó de gustar, y empecé a hacer materias electivas de Ciencias Sociales en la Facultad de Comunicación. Ya era el edificio nuevo de la FIC. Y ahí me di cuenta de que ya no me quedaban electivas para hacer, y que lo único que quería era seguir yendo a la Facultad de Comunicación. Ahí me cambié. Creo que más allá de lo que uno puede conocer de comunicación, o lo más tangible para la gente, como redes sociales o creación de contenido, hay un sustento teórico muy fuerte y rico en ese sentido. Y me fue atrapando.
Desde la teoría hasta la importancia de saber comunicar, tener la capacidad de poder escribir y que a otro le llegue, de poder consumir un buen producto audiovisual.
¿Sobre qué versa tu tesis o trabajo final de grado?
Uno no puede escapar a lo que es parte: es un análisis de los discursos de Álvaro Delgado y Yamandú Orsi de cara a las internas. Primero estaba haciendo algo sobre las nuevas tecnologías y cómo eso impactaba en las campañas políticas. Y bueno, después cambié, y dije: “Voy a hacer un análisis discursivo de los candidatos”, y en eso estamos.
¿Cuál fue el primer episodio en el que te reconocés como militante política? ¿Cuál es el primer recuerdo que tenés que te lleve a la política y al comienzo de tu carrera?
Carrera política no le diría. Sí como militante. Tengo muy buenos recuerdos de la campaña de 2014, que fue mi primera campaña. Yo estaba recién llegada a Montevideo con ganas de hacer algo para el triunfo del Frente Amplio. Y ahí me arrimé a Gurises MPP. Tenía toda esta historia familiar, pero nunca había militado. Sí recuerdo de ir con mis abuelos a actos de Pepe [Mujica] en Fray Bentos, pero nunca había militado por mí misma. Y fue en el 2014 que me arrimé y tuvimos esa campaña con Gurises MPP que fue encontrar la militancia desde otra cosa, no desde una solemnidad con la que yo creía que traía, que trae, pero que también es otra cosa. Era más desde la alegría, de pasar bien, de poder compartir con pares generacionales. No era algo como: “Desde la militancia solo me voy a encontrar con personas mayores de 60 años y va a ser algo súper aburrido”. Había otra confrontación, otra forma de expresarse, de lenguaje, de diversión.
¿Y por qué en el MPP?
Creo que ahí sí hay un arraigo familiar bastante fuerte, pero, cuando me arrimé, me di cuenta de que seguía siendo la organización con la que más me identificaba ideológica e históricamente, por su lucha.
El expresidente José Mujica es un tótem viviente y uno de los políticos más amados del país (si no, el que genera más admiración), pero también tiene una legión de detractores, que lo odian, y que ven en Mujica y Topolansky a guerrilleros que tomaron las armas para atacar una democracia, y los tildan de “asesinos”. Basta ver redes sociales para notar que son dirigentes que dividen aguas. ¿Les reconocés algo de razón a quienes no ven con buenos ojos a los dos líderes del MPP? ¿Cómo te llevás con esa otra mirada?
Depende de cómo se plantee. No le reconozco razón, pero de acuerdo a cómo se planteen, hay puntos que respeto y puntos que no. A mí me pasa que, si posteo una foto de Pepe y Lucía y salen cataratas de insultos sin respeto alguno, y ahí yo no puedo escucharte porque no estás siendo respetuoso: estás atacando, estás insultando. Ahora, en una conversación mano a mano donde viene alguien y me plantea su opinión y me dice: “me parece que hay cosas que no estuvieron bien”, ahí te escucho, podemos discutir y te puedo dar razones. Capaz que se tomaron algunas definiciones que no estaban buenas, ponele. Pero me parece que siempre es desde el tono donde se plantea y también desde la perspectiva intelectual con la que se plantea. Con alguien que va de una a la agresión, yo defino no escuchar porque no me interesa reparar en eso.
“Estar en la dirección nacional del MPP a los 22 años no era inicialmente de ‘vengo acá a incidir’. Fueron años de mucha escucha y de mucho aprendizaje antes de poder empezar a animarme a hablar y a poder opinar”
Ingresaste a la dirección nacional del MPP con 22 años. ¿Qué te proponías en ese momento? ¿Cuáles eran tus objetivos?
Uno siempre quiere opinar y ser tenido en cuenta. Para mí estar a la dirección nacional del MPP a muy corta edad no era inicialmente de “vengo acá a incidir”. Primero era de aprendizaje y de mucha escucha. Creo que eso es lo que me permitió el MPP en estos años. Fueron años de mucha escucha y de mucho aprendizaje antes de poder empezar a animarme a hablar y a poder opinar. En estos últimos años me he sentido un poco más segura para plantear muchas cosas.
Pero en ese momento era: “Esto va a ser una etapa de aprendizaje”. Nosotros compartíamos con Lucía, compartíamos en ese momento con el Bicho [Eduardo] Bonomi que fue una escuela de formación muy grande. El Bicho Bonomi era un tipo que te trataba de igual a igual, sin importar si tenías 22 o si tenías 70 y con toda una historia y un legado militante. Y en ese momento mi postura era de escucha, de recepción total y de intentar dimensionar que estaba viviendo algo que me iba a marcar.
Mujica reapareció en el cierre de campaña del MPP, antes de las elecciones nacionales de octubre, y conmovió a la muchedumbre presente. Escuchando sus palabras, sonó a despedida... ¿Cómo recordás esa noche?
Primero fue una sorpresa que Pepe fuera. Nosotros sabíamos que él iba a hacer un esfuerzo para ir, pero hasta último momento dependía de cómo se sintiera físicamente. No estábamos preparados para escucharlo. De hecho, muchos tendíamos a pensar que no iba a ser posible [que fuera]. Tuvo ese factor sorpresa y ese factor emotivo de la enfermedad que él está atravesando, de las debilidades por las que se encuentra, de la lucidez mental que tiene a pesar de los problemas físicos. Y de la edad, porque tiene 90 años.
Fue muy emotivo y fue un gran abrazo también entre los compañeros que estamos militando. Un gran abrazo simbólico de decir: “Esto que hacemos es importante. Y no importa el lugar que uno vaya a ocupar, si es en el Parlamento, si es seguir militando solamente en el territorio, si es en una organización del barrio”.
Él insiste con que la responsabilidad de un líder político es “dejar una barra que lo supere con ventaja”. ¿Qué legado creés que deja el expresidente?
Pepe Mujica hay uno solo. Con su capacidad y su forma de abarcar y de llegar a la gente y de poder entender la sociedad hay uno solo. Creo que él lo que hace es dejar una barra enorme que va de a partes y… es como si él estuviera dividido en miles y, cada uno, desde su lugar, seguiremos el camino.
El MPP copó las elecciones nacionales del 27 de octubre, obtuvo el 41% de las bancas frentistas en el Senado y dejó en su mínima expresión a sectores moderados como Seregnistas, por ejemplo. ¿A qué lo atribuís?
La votación del MPP me consta que se debe a que no tiene fines únicamente electorales. Nosotros trabajamos durante todo este período muy fuerte. Todos los referentes del MPP, no solamente institucionales, sino también dirigentes en diferentes espacios, estuvieron recorriendo el país estos cuatro años. Muchas veces silbando bajito sin que mucha gente se enterara. Hay un dirigente en tal lugar que no tiene afiliación partidaria alguna y quiere que vaya alguien, y ahí va un compañero a juntarse en su casa a tomar unos mates, a hablar. Hubo un trabajo de hormiga muy potente. Eso por un lado respecto a estos cuatro años en todo el territorio nacional.
Y después, creo que presentó a la población un abanico muy amplio para que cada uruguayo o uruguaya frenteamplista o no frenteamplista se pudiera sentir identificado de alguna forma. Si admirás a Pepe, podés votarlo; si apostás a una renovación con contundencia y querés votar al Pacha [Alejandro Sánchez], podés votarlo; si querés votar a Blanca Rodríguez por lo que ella representa, podés votarla; si querés un enfoque más rural, estaba el Canario [Alfredo] Fratti, que fue reelecto diputado en Cerro Largo y lo votabas también en todo el país en el Senado 609. Si querías que hubiese un Parlamento un poco más joven, tenías propuestas en todo el país. Y si querías votar mujeres diputadas en diferentes lugares, salió Ana Laura Melo en Flores, que es una arquitecta muy inteligente y capaz. Se generó un abanico donde podías decir: “Yo con algo de la 609 me puedo identificar, y voy a apoyar eso”.
“El MPP ofreció un gran abanico de opciones de candidatos. Los otros grupos tendrán su autocrítica, capaz que la propuesta era más reducida a un público específico. Creo que igual la 609 fue la esencia de lo que es el FA”
Los otros grupos tendrán su autocrítica, capaz que la propuesta era más reducida a un público específico y no tan amplio. Creo que igual la 609 fue, en este proceso electoral, la esencia de lo que es el Frente Amplio.
De cara al 27 de octubre, el candidato Yamandú Orsi y su cúpula eligieron una estrategia de mucha recorrida por todo el territorio nacional, de cercanía con la gente, pero con muy pocas entrevistas en grandes medios. Esto acarreó críticas del oficialismo: que al candidato lo mantenían callado, que no le tenían fe, que lo estaban “cuidando”. ¿Qué opinás sobre esas críticas sobre la estrategia que eligió el Frente, y el cambio de estrategia de cara al balotaje?
Yamandú hizo una recorrida por el país magistral, que creo era lo que precisaba el Frente Amplio de cara junio y también de cara a octubre. No hubo departamento que no se recorriera, y también se fue a muchas localidades chicas del interior por fuera de las capitales departamentales. Y ahí creo que fue lo que la gente terminó respaldando, porque el FA termina siendo el partido político más votado. Entonces, cuando yo veía las críticas de que Orsi no estaba, y veía que Orsi estaba en Florida, en 25 de Mayo, en Sarandí del Yí, hablando con un montón de vecinos, y también hizo muchas recorridas por medios de prensa locales, qué sé yo...
A veces hay que correr un poco el foco de la centralidad metropolitana y entender que esas recorridas por los medios locales valieron muchísimo para la gente de ese departamento, para que lo conociera la gente de esa localidad. Por eso, lo que dicen de que él estuvo “escondido”, eso no tiene validez cuando contemplás todas las recorridas que hizo y todos los medios locales que recorrió.
Ahora el partido es otro, es un balotaje. La gente vota personas, y está bien que también tenga otra participación en el sentido de que la gente estará votando fórmulas. Ahora es por todo y sobre todo es por los indecisos, porque ahora hay que buscar los votos de quien no nos apoyó en octubre. Y está bien, en el sentido de que haya una propuesta mucho más fuerte a por esos votos.
¿Cuáles son, a tu juicio, las grandes bondades de Orsi respecto a Álvaro Delgado? Se dice que el fuerte de Delgado, ante un Parlamento sin mayorías parlamentarias, es ser acuerdista y tener capacidad de negociación. En cambio, cuando Orsi debió negociar en el Congreso de Intendentes, no se puso de acuerdo con Cosse…
Lo que denuncian los principales compañeros del Frente Amplio que tuvieron lugares de responsabilidad institucional es que, en realidad, la negociación del gobierno actual fue nula con la oposición para acordar un montón de cosas. Y Yamandú, como intendente de Canelones, tiene vastos ejemplos de poder acordar, por ejemplo, con la misma Junta Departamental para poder sacar diferentes fideicomisos.
Igual, más allá de eso, Delgado mismo afirmó —algo que fue rarísimo en un último spot de campaña la semana previa a las elecciones— que no era un buen candidato en términos comunicacionales. Fue un video oficial que pautaron por todos lados. Pero Yamandú, que es a quien más conozco, me consta de su apertura y de su escucha. Creo que el mayor dirigente es el que tiene capacidad de escuchar a los propios y a los ajenos, el que no se cierra pensando que tiene la verdad absoluta, y que todo es tal cual él lo cree, sino el que tiene la posibilidad de decir: “Capaz eso no es como yo pensaba”. Creo que esa es la principal virtud de Yamandú y es lo que la gente merece, la honestidad desde ese lugar.
En las encuestas de opinión pública, las principales preocupaciones de los uruguayos son la inseguridad y la lucha contra el narcotráfico. La gestión en seguridad pública del FA le costó, en gran parte, la derrota de 2019. Por otra parte, el gobierno se jacta de haber bajado todos los delitos, aunque solo mínimamente los homicidios. ¿Por qué creés que ahora un gobierno del FA podría combatir con éxito la inseguridad?
Los números del gobierno se contraponen con la realidad, porque a mí no me sirve una tablita Excel en frío cuando hay el doble de niños baleados, internados en el Pereira Rossell. El último caso fue [el ministro del Interior, Nicolás] Martinelli celebrando números de seguridad y al otro día estaban baleando a un niño de un año y medio. Creo que el Frente Amplio, sobre todo en el último período en que estuvo al mando, tuvo algunas fallas en seguridad. Tuvo varias fallas en seguridad.
Creo que ahora Yamandú logra armar una propuesta con una soberbia mucho menor a la que tuvo el FA en el último período. Esto no puede ser un botín electoral, tenemos que esperar que pase la campaña y tenemos que juntarnos todos los partidos. Ninguno puede tener aires de refundación, de decir “conmigo se mejora todo”, porque ya quedó claro que no es así. No pasó con el Frente Amplio, que en el último periodo estaba en una situación mucho más jodida. No pasó con este gobierno que usaron de botín electoral a la seguridad en la campaña de 2019 y ahora estamos en una sociedad mucho más violenta. Y tampoco va a pasar de que Yamandú esté diciendo: “Nosotros tenemos la varita mágica”. Vamos a tomarnos las cosas con otra humildad para que estemos mejor. Y eso me parece que es la principal fortaleza del Frente Amplio para lo que se viene.
¿Cuál será la agenda de Julieta Sierra como diputada nacional? ¿Cuáles son las temáticas que te mueven y dónde pondrás el foco?
Ahora estoy enfocada solo en noviembre y no he profundizado en lo que van a ser los próximos años, porque creo que va a ser determinante ganar para llevar adelante muchas cosas. Voy a ser diputada igual, pero no es lo mismo con un gobierno frenteamplista que siendo oposición. Mirá, hay dos cosas que me inquietan bastante. No escapo que voy a ser una de las parlamentarias más jóvenes, quizás la más joven. Me parece que hay una generación más de veteranos que no está pudiendo interpretar lo que pasa en el mundo.
“Creo que ahora Yamandú logra armar una propuesta con una soberbia mucho menor a la que tuvo el FA en el último período. Esto no puede ser un botín electoral, tenemos que esperar que pase la campaña y juntarnos todos los partidos”
Hay un mercado laboral que está cambiando, que es más precarizado, sea porque se dan fenómenos de virtualidad a la hora de generar trabajos (antes no pasaba tanto), porque es muy difícil que haya una persona de 30 años que se imagine el mismo trabajo para toda su vida. Al contrario, tiende a cambiar y eso antes no pasaba. Antes era: “Esta es mi profesión, este es mi oficio y a esto me voy a dedicar”. Antes era más común acceder a una vivienda propia a una edad más temprana, tener hijos; formar una familia a una edad más temprana también era más común. Hay un montón de cosas que hacen a nuestra convivencia y a nuestro relacionamiento que cambiaron. Y es importante tener un sistema político que pueda interpretar eso que está cambiando. Y en ese sentido generar políticas que hagan que sea un poquito más justo para quienes van quedando atrás.
El programa del FA es muy claro con eso de que hay que fortalecer Inefop, por ejemplo. Tenemos que pensar carreras más cortas, que sean más accesibles y más cortas para que haya toda una generación que pueda formarse constantemente para un mercado laboral que va cambiando constantemente y que no sea tan difícil. Que no sea solo pensar en carreras largas y difíciles, engorrosas e imposibles de llevar trabajando y estudiando a la vez. Esa impronta va a ser importante y es un poco la que quiero dar.
Y, por otro lado, me siento profundamente fraybentina y la descentralización es algo que me importa muchísimo, porque sé lo difícil que es tener que dejar tu pueblo para venir a la capital, y lo difícil también que es muchas veces poder generar determinadas condiciones en el interior del país. Entonces por la descentralización también me van a tener insistiendo.
¿Qué debiste postergar por la militancia política?
Siempre lo que más me duele es el tiempo que se pierde en familia. Me he ido a Fray Bentos por menos de 24 horas, solamente para estar en algún asado familiar, porque no me lo quiero perder. Y eso es plata y tiempo. Cada vez que voy a Fray Bentos trato de pasar el máximo tiempo posible con mis abuelas, con mi familia. Y creo que muchas veces lo que más se lamenta es el tiempo con los afectos. Después entendés que es por una causa mayor y que es importante. Trato de disfrutar muchísimo mi tiempo con ellos.
Fuiste elegida representante nacional, pero no dejás de tener 29 años. No sé con qué frecuencia salís a bailar, por ejemplo, pero ahora tendrás otra visibilidad y en los tiempos que corren, deberás cuidar mucho más tu exposición pública. ¿Lo pensaste?
Sí, claro. Pero siempre fui bastante cuidadosa, en ese sentido. Nunca fui una persona de salir de joda sin parar, y no consumo ninguna sustancia. No van a encontrar ningún archivo mío… porque viste que ahora el archivo te juzga. Entonces, eso no me preocupa tanto. De hecho, estos últimos años en el MPP, con una visibilidad un poco mayor por algunos videos que estábamos haciendo para redes, ahí ya empecé a tomar más precauciones aún. Pensé: “No tengo ningún cargo, pero hay una organización que, como militante, me está haciendo visible, e integro la dirección nacional de una organización que es una de las más grandes del país y la más grande del Frente Amplio”. Entonces, ahí ya tomé precauciones. Pero la paso muy bien con mis amigos, cada vez que salgo.
Se suele decir que los jóvenes ya no leen. ¿Leés? ¿Qué estás leyendo?
Ahora estoy muy colgada con Leila Guerriero. Estoy con Zona de obras, siempre vuelvo a Zona de obras, en realidad, que es un recopilado de columnas de ella. Y el anterior que leí de ella es Teoría de la gravedad. También me compré La llamada, pero no lo he arrancado. Me gusta mucho cómo cuenta la realidad de una forma que parece ficción.
¿Cómo te llevás con la cultura de la cancelación, que es muy de estos tiempos y de la juventud?
Tuve diferentes etapas. Cuando arrancó, estaba más parada de punta a favor y después, ya no. Hubo un momento en que tomé como herramienta válida los escraches. Pero después, uno tiene que ir escuchando mucho y procesando, y traer más profundidad en algunas cosas, sobre todo cuando pueden implicar cosas tan importantes. Y nada es blanco o negro, hay parámetros para denunciar y hay parámetros también en las cosas que se denuncian. Una de las contradicciones que tuve con estas páginas que se armaron de denuncias de todo tipo era que te ponían en igualdad un acoso por redes sociales que una violación. Me pareció fundamental poder distinguirlo y creo que esta oleada muchas veces no lo distingue. Y los casos reales, los casos más graves de vulneración hacia una mujer, terminan quedando en igualdad de condiciones de otros que no son tan graves o terminan quedando en segundo plano, y no termina siendo el foco real.
“Sé que en redes me van a contestar por izquierda y por derecha. Twitter se ha vuelto un lugar donde no se reflexiona, donde uno plasma lo que piensa, otros atacan lo que uno piensa, pero no es un lugar donde se pueda generar un intercambio real”
Eso me hizo bajar un cambio y poder profundizar un poco mejor. Y nadie escapa que estamos en un sistema patriarcal y uno va aprendiendo todo el tiempo. No creo que una persona que haya tenido actitudes aborrecibles no pueda cambiar.
En agosto conversé contigo, respecto a críticas de una chica joven como vos, frentista también, que comentaba la foto de un policía uniformado. Esa chica, Antonella, escribió: “Lo va a ver Julieta Sierra y nos va a mandar a todos a abrazarlo. ‘Pobre, está cumpliendo órdenes, no quiere reprimir jubilados inocentes que están en la calle luchando por causas justas’, nos dirá”. Contame el trasfondo de esas críticas de “fuego amigo”, podríamos decir, en redes...
Es que no conozco a nadie. No es gente con la que me cruce, que digo: “Bueno, me la cruzo en un bar y puedo aclarar las cosas” o puedo decirle: “Che, me parece que yo no estuve bien”. No son personas con las que yo pueda hablar en profundidad y poder explicarnos mutuamente. Y eso me parece fundamental, porque he recibido críticas de compañeros con los que después me cruzo, nos tomamos un café, nos tomamos unos mates o unas birras y, más o menos, aclaramos. En este caso no es así. Y después, yo he sido muy impulsiva en Twitter, muchas veces. Me he equivocado muchísimas veces, creo que nos hemos equivocado todos, en general. Sobre todo, cuando es tan fácil emitir una opinión sin poder pensarla demasiado. Uno lucha con esas contradicciones todo el tiempo. Capaz te pasó a vos de decir: “Fah, puse este tuit de quemado, pero era innecesario”.
También fue un mal timing por la situación que se estaba viviendo. Pero tendría que haberlo planteado en otro momento. El trasfondo era que para mí un policía es un trabajador y eso lo puedo sostener en cualquier lado.
¿Discutís mucho en Twitter (ahora X)? Ahora serás diputada, vas a estar mucho más expuesta a las críticas, tendrás que acostumbrarte…
Sí, me van a contestar por izquierda y por derecha. Twitter, este último tiempo, se ha vuelto un lugar donde no se reflexiona, donde uno plasma lo que piensa, otros atacan lo que uno piensa, otros van para adelante, pero no es un lugar donde se pueda generar un intercambio real, donde alguien quiera intercambiar con honestidad y pensar en el punto de vista que estás planteando. Es una herramienta de comunicación y he aprendido a tomarla como eso. Trato de usarlo menos, lo estoy usando menos, de hecho, y no leer demasiado. Para informarme trato de buscar otros mecanismos, medios de comunicación u otros.
¿Te considerás feminista?
Sí, feminista popular.
Traducime “feminista popular”.
Me parece que hay una desigualdad muy grande entre mujeres y hombres. Pero, sobre todo, entre las mujeres más pobres. Y creo que el feminismo tiene que abogar por las mujeres que están dependiendo de una persona económicamente, que están siendo víctimas de violencia sobre todo en los barrios más pobres, que son madres solteras. A veces, creo que se pierde un poco el foco y solo se habla de las mujeres en cargos de representación, que es muy importante. Pero mi prioridad en realidad es poder intentar algo, lo mínimo, para las mujeres más pobres.
¿Sos feliz?
Soy feliz porque estoy bien rodeada de gente a la que le tengo mucha confianza y quiero mucho.