En las últimas horas, el rey emérito de España, Juan Carlos I, manifestó su desagrado con los verdaderos malabarismos ensayados por la Casa Real de su país para evitar un encuentro diplomáticamente incómodo.

El problema surgió luego de que el Juan Carlos —salpicado por acusaciones de corrupción y radicado en Emiratos Árabes— anunciara su presencia en el funeral de Isabel II, en Londres. Su hijo, Felipe VI de España, también viajó a Londres y su visita tuvo carácter oficial. Por eso, desde el Palacio de la Zarzuela —residencia de los reyes de España— se procuró por todos los medios que padre e hijo no se encontraran en Londres. Cuestiones de formas, protocolo y de evitar suspicacias.

Ese juego de escondite habría desairado a Juan Carlos, quien —según informara el periódico El Español—, se habría lamentado en voz alta y de forma explícita. “No he matado a nadie”, habría sido una de las frases del emérito, y fue la que el mencionado diario eligió para su titular.

Estas palabras dieron pábulo a la actividad de numerosos internautas, quienes se volcaron a las redes sociales para recordarle al octogenario monarca que sus palabras son, por lo menos, inexactas. En concreto, recordaron el incidente ocurrido en 1956, cuando Juan Carlos tenía 18 años y la familia real española residía en Estoril, Portugal.

El 29 de marzo, y en un hecho en el que todavía persisten puntos oscuros, Juan Carlos mató de un disparo presuntamente accidental a su hermano Alfonso, de 15 años.

El caso fue manejado entonces con un sigilo que más bien podría calificarse de ocultamiento, y solo años más tarde se conocieron detalles al respecto.

Tampoco faltaron tuiteros que trajeran a colación el caso de la actriz Sandra Mozarowsky, muerta en un sospechosísimo suicidio en Madrid 1977, deceso sobre el que jamás se publicaron pormenores.

Versiones extraoficiales señalaron entonces que la muchacha, que cursaba un embarazo, habría sido amante del monarca.