¿En qué consiste el Plan Cardales y qué le brindará a los uruguayos?
Es un proyecto para seguir poniendo al país de cara al cambio tecnológico y saltar la brecha digital en un marco de igualdad de oportunidades. El mundo evolucionó hacia la convergencia tecnológica en el área de las comunicaciones, hay diferentes tecnologías que permiten acceder a la transmisión de datos, a la telefonía y a la televisión por cable a través de un mismo sistema. Tanto los cables coaxiales, como la fibra óptica, como determinados tipos de frecuencias permiten transmitir todas estas tecnologías haciendo que el ciudadano común acceda simultáneamente y por un mismo `canal´ a cada una de ellas. El gran desafío era de qué forma armábamos una arquitectura que permitiera dar el salto tecnológico pero no sólo para el acceso de quienes tienen la capacidad económica de hacerlo, sino en un marco de universalización de las posibilidades.
Este proceso surgió a partir de un pedido de algunos canales cable al acceso a la transmisión de datos (Internet, etc.) y argumentaban algo totalmente cierto: que si se quedaban con el negocio de la tv por cable iban a morir y que había una oportunidad tecnológica que el país no podía desechar, y tenían razón. El gran problema para nosotros era que si no lo hacíamos en forma ordenada, el proceso de transformación profunda de Antel podía verse afectado. Porque Antel debe seguir siendo del Estado, cumpliendo un papel determinante. Siempre cuento que sin Antel no existiría el Plan Ceibal, porque no sólo le dio soporte tecnológico sino que subsidió tarifas, de otro modo hubiera sido impensable. Eso fue en función de una política de Estado.
Con un modelo tradicional como estaba planteado corríamos el grave riesgo de condenar a que el acceso a esta convergencia tecnológica, o `triple play´, quedara sólo en manos de quienes tuvieran capacidad de pagarlo. Y decidimos elaborar una propuesta que no detuviera la historia y que nos diera la oportunidad de llegar a todos los uruguayos, permitiendo que Antel cumpliera el papel que le asignamos en un modelo de desarrollo y justicia social que el gobierno sostiene.
De ahí surgió esta idea de un grupo de gente vinculada a Antel, que se puso a trabajar y emergió esta iniciativa brillante. Lo mismo piensa el presidente Tabaré Vázquez, que va en el sentido político y estratégico que el gobierno le quiere dar. Implica la posibilidad de que todos los uruguayos accedan, algunos a muy bajo costo con un paquete tecnológico básico pero que abarca todos los aspectos mencionados, y después de ahí según la capacidad económica podrá contratarse mayor profundidad, variedad o ancho de banda. Y en ningún caso pagando más de lo que hoy se paga por esos mismos servicios. Es como si el Plan Ceibal lo lleváramos a la familia, haciendo que cada hogar uruguayo acceda al potencial tecnológico y se introduzca en la brecha del conocimiento y el desafío de hacer nuevas cosas. Pensando en agregado de contenidos, que apunte a la interactividad con los medios tecnológicos superando la idea del actor pasivo, y uniendo todo eso al acceso de información y a la generación propia de contenidos.
La situación era: tenemos 230.000 (hogares) uruguayos conectados a Internet, tenemos 380.000 con tv para abonados, o sea que en el mejor de los casos había más de 400.000 hogares uruguayos que no accedían a ninguna de las dos cosas. Y la idea es abrir las posibilidades a todos.
La forma está por definirse, esto es un esqueleto, nos queda claro que todo el sistema de las empresas de comunicaciones, públicas y privadas, van a tener que aportar un porcentaje, una tasa que no va a ser muy elevada, para soportar la universalización del sistema, y el Estado, como en el Plan Ceibal, va a tener que dar algún apoyo, y después se irá cobrando de acuerdo a los contenidos (contratados), pero asegurando a todos un piso de acceso al conjunto de las tecnologías.
Está pensado en el marco de una colaboración público-privado, aprovechando la infraestructura existente (cableado, fibra óptica telefónica, tecnología de frecuencias, etc.) y hay que hacer también infraestructuras superiores, como el reforzamiento de banda ancha a nivel mundial mediante una conexión de cable subterráneo al nodo que nos unirá a la red mundial, e inversiones para una serie de dispositivos. Todo eso lo empezaremos a trabajar a partir de enero, para meter toda la carne posible en el asador, de modo de diagramar y tener pronto para los primeros días de febrero un plan estructurado y con números verificados. Prefiero por ahora no dar números.
Es un paso gigantesco hacia el Uruguay como país de inteligentes que agregan valor y tecnología a cada cosa, tal vez demoremos cinco o diez años en ver resultados, como lo vamos a ver con el Plan Ceibal, pero es poner a Uruguay de cara al desafío tecnológico y al camino de un desarrollo económico y social diferente. Queremos comenzar la aplicación en 2009.
¿Planes como el Ceibal o el Cardales reflejan un cambio en la izquierda desde concepciones más economicistas a otras más educativo-culturales?
Puede ser. Para un grupo importante de hombres, que somos profundamente de izquierda y con una visión socialista, en nuestra propia práctica hicimos un aprendizaje tanto en gestión como en visión estratégica. Somos muchos, y llegamos al convencimiento de que no existe desarrollo económico sostenido ni generación de riqueza, y mucho menos en economías totalmente dependientes como la nuestra, sin agregado de valor y desarrollo tecnológico. Y para eso hay que alimentar la matriz de uruguayos con capacidades de hacer cosas diferentes, y trabajar fundamentalmente el aspecto educativo.
Hubo gente desde dentro de la izquierda que al principio del Plan Ceibal no lo miraba con simpatía, porque era salir de los canales tradicionales. La vida es inmensamente más rica y el objetivo es que la gente aprenda y sepa. Nunca debemos confundir el instrumento con el objetivo. Este tipo de cosas que abren canales es parte de un mundo de conocimiento, que fue creciendo desde la aldea al mundo y al universo, lo que implica tener cabeza abierta para nutrirse y alimentarse de diferentes fuentes, con la multiplicidad de información que uno tiene a mano. Hay que abrir los caminos para eso.
¿Hay caminos abiertos para eso en la izquierda uruguaya?
Creo que sí. Escucho opinar a alguna gente sobre el tema educativo y me siento de acuerdo en lo político pero a kilómetros de distancia en la práctica, en cómo lograrlo. Pero es parte del debate. Siempre digo que fui leninista y hoy soy `rosaluxemburguista´: el avance de la humanidad no existe sin confrontación de ideas y síntesis de solución para los problemas reales. Pero Lenin lo entendía y él fue producto de una época y de una situación concreta. Lo que uno hace es trabajar con una visión de la construcción de un mundo ideal mucho más justo y solidario, porque el socialismo es una utopía a construir que nunca debe dejar de ser democrática, abriéndose a la confrontación sana de ideas porque es lo que permite mejorar.
El mundo es cambio, pero hay que tener valores, y este gobierno hizo algo maravilloso: modernizó realmente el país, donde bancamos durante treinta años discursos de supuesta modernidad pero había sistemas de gestión política semifeudales. No quiero cobrarle a nadie, simplemente es la realidad. Viene gente del exterior que queda asombrada con cómo este gobierno modernizó el país. Con sistemas de gestión y herramientas de control modernas, pero haciendo una modernidad basada en valores, del cual el principal es la solidaridad humana, con posibilidades de desarrollo para todos, siendo pragmáticos pero soñando que es posible construir un mundo mejor.
¿Se siente parte de ese proceso de renovación de la izquierda?
Si, si, la casualidad de la vida hizo que pueda ser así, ser un protagonista y sumar una forma de pensamiento. Sin sueños no se puede construir nada; sin sustento ideológico que asegure hacia dónde uno quiere ir, evitando terminar como veleta que traiciona sus ideas y utopías, tampoco se puede avanzar; pero si uno no gestiona los cambios haciéndolo en base a la excelencia nada es posible. La no capacidad de gestión, y no basarse en la excelencia ni en la profesionalidad, lleva a no cumplir los objetivos o a tratar de hacer algo en forma desesperada, como para `salvar la plata´. Y en esas situaciones el riesgo de olvidarse de los valores es real, por eso es mejor hacer todo con método y profesionalidad, corrigiendo errores sobre la marcha. No existe proceso revolucionario sin una buena gestión.
¿Se puede concebir esta etapa del desarrollo histórico del país como parte de un proceso revolucionario de largo plazo?
Creo que sí. Hoy la izquierda tiene un proyecto político de largo plazo. Mi modelo de sociedad es una democrática, basada en la igualdad de oportunidades, en la multiplicidad de centros de poder y de decisiones, con interacción del conjunto de la sociedad en la búsqueda de consensos, con el gobierno actuando como catalizador de esos consensos y buscando los objetivos estratégicos que unen a los diferentes integrantes y representantes de la sociedad, tanto económicos, sociales, sindicales, empresariales, donde las únicas cosas excluidas sean la pobreza, la miseria y la falta de igualdad de oportunidades. Pero es un rompecabezas a construir y yo no tengo recetas.
Su experiencia es atípica para un dirigente de la izquierda uruguaya: proviene del movimiento sindical, es profesional y tiene una experiencia muy exitosa en gestión privada. ¿Cree que ese perfil de amplitud otorga a dirigentes como usted un rol preciso a cumplir en ese proceso de renovación?
Si. No soy un hombre con proyectos personales, me enamoro de proyectos políticos. Creo que hay un grupo de gente que tenemos el deber histórico de aportarle a la izquierda una forma de hacer las cosas, que pueda sintetizar los sueños con la ideología y la capacidad de hacer bien las cosas, desde el lugar que nos toque. Es difícil de explicar los procesos mentales que uno vive en la clandestinidad, pero tal vez lo más importante es que en general somos hombres de proyectos políticos, estuvimos dispuestos a morir, convivimos once años con el miedo de no saber si al otro día estábamos siendo torturado en la cana, lejos de la familia y seres queridos.
Me encanta ser exitoso, haber hecho plata cuando quise, sin joder a nadie, pero nunca dejé de ser consecuente con mis sueños y valores. Pero ante todo destaco ese grupo de gente que transversaliza generaciones, donde hay mucha gente de la `generación 83´, mucha gente que luchamos en una situación donde la posibilidad de lustre personal estaba opacada por la otra posibilidad, terminar `en gayola´ molido a palos. Y entendimos equivocadamente que había otros compañeros que `tenían magia´ o que eran unos `genios´, y la vida demuestra que no hay genios y que somos todos seres humanos. Y que nosotros, esa generación, tenía para aportar.
A partir de ahí se fue alimentando otro grupo de gente, y esa impronta es un modelo de pensamiento, de apertura mental con fidelidad a las utopías y a los sueños, de sustento ideológico.
¿Hay cosas que la izquierda no debe hacer en materia de economía y organización de la sociedad?
Habría que ver. No soy un estatista a ultranza, aunque creo en el papel del Estado en determinados resortes, y creo también en el papel del gobierno central, de los ministerios, como generadores, orientadores y promotores de políticas, dando sentido estratégico y apoyando con información para que las cosas vayan en el sentido que se busque.
Una anécdota: (Nicholas) Negroponte comentó que el Plan Ceibal fue tan exitoso, con un índice tan mínimo de errores y problemas, y pudo hacerse `porque ustedes tienen algo maravilloso que es una empresa del Estado, que pudo respaldar un proyecto político´, político en el sentido de poner al país en la modernidad. Es fuerte, por eso no hay que ser fundamentalista y hay que permitir coexistir lo público con lo privado.
Hay determinadas áreas donde el objetivo estratégico, por ejemplo, es el desarrollo de biocombustibles. Alur es una empresa privada de propiedad estatal, y me sirve. ¿Qué necesito para hacer cada cosa, para dónde debe ir, de qué forma puedo lograrlo?. Lo que importa es el sentido de las transformaciones y del camino a recorrer.
¿Qué cosas no debe dejar de hacer la izquierda en el camino de su renovación?
Para mí la renovación es un deber permanente, pero no quiero dividir a la izquierda entre ortodoxos y renovadores. La izquierda debe renovarse sistemáticamente, un método científico en todo caso, tiene un sustento de análisis científico.
¿Tenía ganas de empezar una carrera política a cabalidad, más allá de su compromiso militante?
Buena pregunta, nunca me lo pregunté. Soy hombre de pasiones y enamoramiento de mis ideas, y siempre hice lo que entendí que debía hacer cuando surgían las cosas. Peleé en el Partido Socialista por una reorientación, busqué siempre en mi vida y tal vez no fue lo más correcto del punto de vista del éxito personal, porque en algunas cosas era luchar contra molinos de viento. Adoro la ingeniería, crear y me enamoro de lo que hago. Me encantó ser empresario y hacer cosas diferentes en el país como ingeniero, quiero a Ancap hasta el alma y disfruté siendo su presidente, pudiéndome sentir protagonista a la hora de generar políticas de país productivo, y me siento feliz porque hago, soy un hacedor.
No, yo no busqué una carrera política, creo que al revés. Me gustaría participar en un mundo donde hacer política sea enamorarse de las cosas metiendo pasión y honestidad en lo que uno hace, y no la política de la mezquindad y la calculadora, que hay mucho en política, que me sigue molestando y doliendo. Podré quedar en el camino, pero trataré de predicar con el ejemplo.
¿Porqué se metió en el `baile´ de las candidaturas, que no es la parte más constructiva ni edificante de la política?
Tendría un año en Ancap, más o menos, y empezó a haber gente que de alguna forma decía: `vos sos diferente, por tu capacidad de gestión, tu iniciativa, tu consecuencia con tus ideas, porque no te enamorás del poder ni lo aplicás discrecionalmente´. Tampoco pensé en ser presidente de la Federación Ancap, ni ahí, y empezó a haber gente, a uno lo va llevando la síntesis de las expectativas, o de los sueños, o de las ilusiones de la gente te va llevando, y después se van dando hechos. Pero siempre tranquilo, no creerse nunca nadie lo que no es, si se da veremos y si no se da `vamo arriba´, no pasa absolutamente nada, tranquilidad absoluta.
¿Resuelve el Partido (Socialista) sobre ese asunto?
No sé si resuelve el Partido, lo que yo siente y piense va a definir mucho. Y aparte creo que la posibilidad de mi candidatura tal vez tenga más gente convencida y enamorada afuera del Partido, de gente independiente y uruguayos `de a pie´ que en el propio Partido. Aunque creo que su inmensa mayoría, sobre todo sus bases, se sienten reflejadas en mi forma de hacer política y en lo que soy como ser humano.
Se lo expresaron en el congreso Salvador Allende…
Si, fue muy removedor, emocionante. Digo entre comillas que no estoy para ganar ni para perder, pero con esto ya gané en la vida, aunque termine de suplente de aguatero ya gané desde el punto de vista de los afectos. Y ese afecto y reconocimiento también lo sentí en el congreso del Frente Amplio. Tengo la suerte de ser un tipo reconocido por la izquierda uruguaya, tal vez sea porque no caigo en la mezquindad ni en la calculadora. Y porque tengo principios y valores.
¿Ve al Partido Socialista como el gran articulador del Frente Amplio, que puede llevarse bien con todos decodificando sensibilidades e historias diferentes?
Potencialmente lo es, no depende sólo del Partido Socialista. En el pasado, tal vez algunas veces esta historia se repitió en la izquierda. A veces perdimos la oportunidad porque somos seres humanos, con todo respeto lo creo. Pero eso implica un cambio de mentalidad, no te puedo decir si lo vamos a ser, potencialmente lo podemos ser.
¿No lo es hoy día?
Puede serlo, no sé si lo es. No, no creo que lo sea. Puede llegar a serlo y hay gente que trabaja bien, honestamente, para que eso sea posible.
¿Lo honró que el senador José Mujica pensara en usted como un posible integrante de la fórmula presidencial del Frente Amplio?
Si. Lo hizo hace dos años y medio. Tenía yo un poco más de un año en Ancap cuando habló por primera vez conmigo, y fue eso lo que me dijo, lo cual me llenó de orgullo. Y dije lo que digo siempre: soy hombre de proyecto político, estoy dispuesto entre comillas a morir por la causa, a ser fusible si es necesario, para lo cual tengo que estar convencido, muero por las causas en las que creo, y sin duda me honró, todo el mundo sabe el afecto personal que le tengo al Pepe. Que una persona así piense en uno sin duda llena de orgullo, mentiría si dijera que no. A todos nos gusta ser reconocidos, no existe el ser humano al que no le guste el reconocimiento.
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