Un tiroteo que tuvo lugar este martes en la Universidad de Nevada, en Las Vegas, Estados Unidos, dejó a cuatro personas muertas —el tirador, de 67 años, y profesores— y otra en estado crítico. Entre el alumnado, había un uruguayo, que estudia en la Facultad de Leyes y es, también, influencer. En diálogo con Montevideo Portal, Carlos Espina contó cómo vivió ese momento.
Ese día fue uno normal. Espina asistió a la facultad para rendir un examen final, que iba desde las 9:00 al mediodía. El tiroteo, dice, comenzó a las 11:50.
Como ese día había prueba, los funcionarios que administran los exámenes le habían quitado a los estudiantes sus celulares. En tanto, unas horas antes de que termine el horario estipulado para rendir el examen les avisaron a los alumnos que “nadie se podía ir porque había un tirador activo en la universidad”.
A Espina se le hizo “un poco rara” la calma con la que los funcionarios universitarios le transmitieron la noticia. Pero, entiende: “Los administradores tienen que contener un poco el pánico”. El hombre estaba en otro edificio y no querían, señala, que ningún estudiante “paniqueara y salga corriendo a su auto o algo y toparse con todo eso”.
Pero no sabían mucho más que eso, porque hasta el momento no se sabía mucho más. “Vimos dónde estaba sucediendo y nos dimos cuenta de que estaba bastante cerca”, cuenta.
De este modo, el procedimiento fue intuitivo: cada uno de los estudiantes agarró su celular y se contactó con su familia, con sus seres queridos. Al pasar el rato, comenzaron a caerles alertas y notificaciones al celular; la noticia ya estaba en los noticieros. Después, se enteraron de que el tirador, que era un profesor desempleado, había muerto.
Pero no todo terminó cuando el hombre fue asesinado, sino que tuvieron que esperar, para salir de ese salón y evacuarse, a efectivos del FBI y del SWAT.
Sobre cómo vivió ese momento, el estudiante de Leyes dijo que “es una situación muy difícil de manejar, pero de cierta manera se siente como que está muy normalizado”. Incluso, dice, muchos de sus compañeros no creían que el ataque fuera real, porque es común que realicen simulacros para asegurar que las alarmas funcionan y que tienen claros los protocolos en el caso de que un ataque como este suceda.
“Yo estaba bien preocupado porque nos tenían con información muy limitada. Hay gente que, obviamente, lo ha normalizado porque es algo que pasa muy seguido. Yo, en lo personal, nunca había estado tan cerca y tenía un miedo terrible; le escribí a mi familia, a mis amigos, a mi novia. Pero cuando vimos la noticia de que ya habían matado al tipo, la gente se calmó un poco más”, señala.
De todos modos, la tensión siguió: “Porque uno nunca sabe con estas situaciones si hay uno, si hay dos, cómo está todo”.
Espina, que no sufrió ningún daño tras el ataque, reconoció que “no es lo mismo verlo en las noticias que vivirlo”. Así, definió este tipo de casos como una “muy triste realidad que se vive actualmente y se lleva viviendo desde hace mucho tiempo”.
Para el joven radicado en Estados Unidos, los espacios públicos y masivos son una preocupación, porque “nunca sabés quién está armado, qué puede pasar”.
“Es muy triste decirlo así, pero es tan normal que uno tiene que estar pensando en eso y cuando está en los espacios públicos no puede disfrutar al cien, porque siempre está con ese pendiente de que puede pasar algo”, indica.
Si bien Espina no estuvo “tan cerca” del ataque, admitió que da “miedo” y que “debe ser aún más difícil” para los que estuvieron más próximos a la situación.
Espina nació en Montevideo, tiene un padre uruguayo y madre mexicana, y a sus cinco años de edad se mudó a Texas, Estados Unidos, donde se crio.