El pasado martes tuvo lugar en Rosario una acción negacionista convocada por "médicos por la verdad".
Entre la reducida asistencia llamó la atención la exaltada actitud de uno de los participantes que, bandera nacional en mano, se despachaba a voz en cuello con disparatadas acusaciones.
"¡A mi vieja le pusieron la Sputnik!", gritaba el hombre, tal como se aprecia en el video obtenido en una cobertura televisiva. Hasta allí el discurso no ofrecía novedad, dado que el preparado ruso es uno de los más utilizados en el país vecino. Sin embargo, los desvaríos no tardarían en aparecer.
"¡La vacuna tiene imán!", proseguía el alterado individuo, y aseguraba que la vacuna contenía "un montón de cosas" para agregar luego sus "evidencias": "le puse un imán en el brazo y se le quedó pegado, nadie se da cuenta de eso".
Minutos antes del episodio registrado en el video, el mismo hombre había hostigado la fotógrafa Virginia Benedetto, quien cubría el hecho para el periódico de La Capital, "No podés sacar foto. Si vas en contra de esta orden te quedás sin empleo", aseguró entonces el agresor a los gritos, según publica Minutouno.
"Odiás a tu Nación, odias a tu país. Endófoga", prosiguió, mientras la fotógrafa le pedía por favor que mantuviera el distanciamiento social preventivo y obligatorio. El sujeto fue finalmente detenido.
Heavy metal
El argumento antivacunas de los metales pesados dentro de los preparados no es para nada nuevo. Y como suele ocurrir con las noticias falsas que se perpetúan, se basa en la interpretación torticera de un dato verdadero.
Las sales de aluminio se usan como adyuvantes de vacunas desde hace 70 años y son componentes imprescindibles para estimular el sistema inmunitario y permitir introducir menores cantidades de antígeno, que podría resultar perjudicial, en el organismo.
El Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pediatría recuerda en su web que NUNCA se ha registrado ningún efecto adverso relacionado con el aluminio existente en algunas vacunas.
Además, enfatiza que La cantidad ese metal contenida en las vacunas es muy inferior (menos del 1%) a las cantidades de aluminio que de forma natural contienen, por ejemplo, los alimentos habituales que consumimos, incluida, por chocante que resulte, la leche humana.
Científicos y periodistas han desmentido con propiedad los videos que circulan en las redes donde se muestra presuntos casos de adherencia de imanes a los brazos de las personas.
El especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Medicina de Chicago, Stephen Schrantz, explicó a la agencia de noticias AFP que "ponerse la vacuna COVID-19 no puede hacer que tu brazo se magnetice. Eso es un engaño, simple y llanamente".
"Es absolutamente imposible que una vacuna pueda provocar la reacción que se muestra en estos vídeos publicados en Instagram o YouTube. Se explica mejor [lo ocurrido en los vídeos] por una cinta adhesiva de dos caras en el disco metálico que se aplica a la piel que por una reacción magnética", añadió.
Para que ese tipo de adherencia entre imán y metal se produjera, sería necesario que debajo de la piel hubiera una pieza metálica de buen tamaño, algo imposible de inocular.
"La mayor parte de lo que se inyecta es agua extremadamente pura, más algunas sales simples para que la inyección sea menos dolorosa y una cantidad absolutamente diminuta del antígeno", explicó Al Edwards, profesor asociado de tecnología biomédica de la Universidad de Reading en Inglaterra, al medio Snopes.
Además, inyectar metal líquido en cantidades suficientes para lograr una acción magnética como la que se ve en los videos desmentidos, tendría consecuencias visibles inmediatas. Por ejemplo, la muerte de la persona sometida a la inyección.
Por otra parte, una inyección semejante presentaría un aspecto diferente al de cualquier vacuna.
"Imaginemos que ponemos unas cuantas partículas de hierro sobre un papel y que por debajo acercamos un imán. La cantidad de partículas de hierro que se necesitaría para compensar el peso del propio imán (y que este no se cayera por el peso de la gravedad) sería bastante grande. El líquido de las vacunas [con los metales que se necesitarían para causar ese efecto] no sería ni siquiera transparente", aseguró el físico español Jordi Sort, líder del Grupo de Materiales Inteligentes de Nanoingeniería, Nanomecánica y Nanomagnetismo en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), en declaraciones a Newtral.