Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Santiago González (48) supo, a los 14 años, que sería político. O, por lo menos, que se dedicaría a la actividad política. Tuvo algunos trabajos, empleos precarios, y no tanto, a los que les asignó una importancia meramente funcional: servirían para costear su militancia. Era un púber que empezaba a afeitarse cuando lo encandiló la figura de Wilson Ferreira Aldunante. “Me gustaba el fútbol, era hincha de Maradona, pero también de Wilson”, contó en el living de su casa.

Y así fue. En cuanto el caudillo blanco falleció, golpeó la puerta del movimiento Por la Patria y empezó a militar. A fines de siglo pasó a acompañar la figura de Jorge Larrañaga, a quien había conocido trabajando para Juan Andrés Ramírez. En febrero del año 2000 cobró, por primera vez, un sueldo por hacer política. Y desde entonces no dejó de trabajar para el Guapo. Lo acompañó hasta el último día. Es más, estaba con él cuando este falleció de un paro cardíaco. No quiso recrear ese día infausto. Solo dijo, entre silencios, que fue “muy triste, tristísimo”.

Al promediar la administración Lacalle Pou, el director de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior concedió una entrevista, entre mates, en su hogar, para hablar de los cambios en materia de seguridad pública, las cifras de delitos, por qué preocupan los homicidios (y qué se está haciendo para combatirlos) y cuál es su objetivo de acá al final de esta gestión. “Ellos [en referencia al Frente Amplio] saben que todos los barrios de todo el país están mejores que cuando entregaron el gobierno”, dijo González en determinado momento. “Mi objetivo, desde que ingresé el 1° de marzo de 2020, es que el presidente y el ministro del Interior que ingrese el 1° de marzo de 2025, sea del partido que sea, del sector que sea, no tenga que recibir el desastre que recibimos nosotros”.

“Jorge era un huracán. Me convoca a su casa en enero del 2000 y me dice: ‘Me gustaría que me acompañaras al Senado’. Y en febrero del año 2000 fue la primera vez que cobré un sueldo en política. Desde entonces le dediqué toda mi vida a su proyecto”

¿De qué trabajó antes de llegar al Ministerio del Interior? Se lo pregunto porque se transformó en figura pública y conocida con el triunfo de este gobierno, no antes.

Yo trabajé en un estudio jurídico porque estudiaba Derecho, trabajé en una empresa constructora, en varias cosas, pero terminaba el trabajo y me iba a hacer política. Todo desembocaba en poder costear mi actividad política.

¿Qué lo decidió a meterse en política y a militar en el Partido Nacional?

Yo empecé a militar en política a los 15 años. El único parentesco que tenía con la política fue de un tío abuelo mío, un caso raro porque él estuvo 12 años postrado, luego se despertó un día, estuvo meses como si nunca hubiese pasado nada, y se murió durmiendo. Él fue herrerista y ministro de la época de [Juan María] Bordaberry. Pero yo nunca hablé con él, nunca lo vi. Mi familia no era política, mis padres nunca tuvieron actividad política, y a mí me impactó la figura de Wilson [Ferreira Aldunate]. Yo decía: “¡qué fenómeno este tipo!”. Muere Wilson en el 88 y cuando tuve posibilidad de hacer algo por mi vida fui a un local de Por la Patria en Colonia y Barrios Amorín y golpeé la puerta para poder militar. Tradicionalmente mi familia era blanca, aunque sin militancia.

¿Recuerda cómo conoció a Jorge Larrañaga?

Yo me quedé en el movimiento Por la Patria hasta el año 95. Yo no me quería ir mientras Por la Patria estuviese vivo. La agrupación se disolvió por la vía de los hechos, y Juan Andrés Ramírez se fue del Herrerismo y creó Desafío Nacional. Ahí yo me fui con Juan Andrés en el 95, antes de la reforma [constitucional] del 96. Y Jorge venía del grupo de los intendentes, crea Nueva Fuerza Nacional, una expresión muy chica de Montevideo, y yo lo conocí por el acercamiento que tenía con Ramírez. Aunque era candidato único, se hizo ahí un juego Ramírez-Larrañaga como fórmula. Ya cuando la campaña de Juan Andrés estuve mucho con Jorge, y cuando perdemos la interna, levantamos y se funda Alianza Nacional para hacer la campaña al Senado. Jorge levantó la bandera e hicimos la campaña con dos pesos y muchas ganas. Eso fue 1999.

¿Qué lo impresionó de Larrañaga?

Jorge era un huracán. Nosotros tuvimos una lista departamental con la 70 en lo nacional y la 21.000 a la departamental y teníamos un local en Charrúa y Jackson. Hicimos un acto chico y él se vino desde Paysandú. Hacía 400 kilómetros como quien dice “voy desde Pocitos a Punta Gorda”. Hacía 6000 o 7000 kilómetros por mes, como si nada. Y lo hacía con muchísimo amor. Gran parte del desgaste en su vida fue por estar en los rincones más alejados. Hicimos la campaña al Senado, él me convoca a su casa en enero del 2000 y me dice: “Santiago, me gustaría que me acompañaras al Senado. Soy nuevo, vos no sabés mucho, igual que yo. Acompañame”. Y en febrero del año 2000 fue la primera vez que cobré un sueldo en política. Y le dediqué toda mi vida, todos los días, al proyecto de Jorge.

A poco tiempo de asumir este gobierno se empezaron a notar cambios en las cifras de los delitos; bajaron considerablemente, es cierto. Pero hay que decir que coincidió con la llegada del coronavirus y una baja notoria de la movilidad. ¿Cuánto cree que influyó la pandemia en el primer año y medio de gestión?

Honestamente, el Frente Amplio ha intentado hacer con la pandemia y las cifras un tuco importante. Fijate que, si bajan los delitos y, después que termina la pandemia, suben los delitos, entonces no deberían seguir bajando. Hay gente que vive del delito, no puede afectarle a una persona cuya vida, su comida, su adicción, depende de lo que hace (robar), esa persona no tiene, lamentablemente, para reconvertirse y hacer otra cosa. Durante la pandemia fueron 2000 personas, hoy vamos cerca de 2700 personas más privadas de libertad. Para que esas personas vayan presas tiene que haber una denuncia, investigación del fiscal, una detención, una formalización. Y eso es porque el tipo cometió un delito (un hurto, una rapiña, una estafa, un homicidio o lo que sea). Y desde el año 2000 la tendencia ha sido continuar bajando todas las cifras, sobre todo en hurto y rapiñas.

La pandemia pudo haber evitado que haya menos gente en la calle. Te dicen: “no habría cruceristas, no había turistas en Punta del Este”. Ta, pero el delincuente no necesita robar un Rolex, capaz que no robaron más joyerías o casas de Carrasco o carteras Louis Vuitton de cruceristas, pero el enano de jardín, el cerco, la campana, la manguera o lo que puedan robar, lo siguieron robando. Lo que se intenta, también, es decir: “Lo que hicieron no valió mucho, no es tan importante”, o dicen: “Bajó el delito en todo el mundo durante la pandemia”. Primero que nada, fue un efecto en V en la mayor parte del mundo, hubo una disminución y después subió rápidamente; no fue como en Uruguay, que hubo una bajada. Y lo otro es que en muchísimas ciudades del mundo, aumentó el delito. Por ejemplo, en Nueva York o en ciudades de Brasil.

El 22 de mayo de 2021 falleció su amigo, Jorge Larrañaga. Fue una muerte inesperada. ¿Cómo reaccionó?

Yo estaba con él cuando murió. Yo traté de revivirlo… Pero no te voy a recrear ese momento… es algo mío. Fue sumamente duro, muy triste… Muy triste, fue tristísimo. Pero a su vez, había que hacer una cantidad de cosas al otro día, por quien era Jorge. Había que tratar de colaborar con la familia y ayudar a tomar decisiones en cuanto a velorio, entierro, cuestiones protocolares. Más allá de eso, fue muy feo…

“La oposición le pedía al FA que diera los datos, porque no los daba. Los daba tarde, mal y nunca, demoró un año y pico en dar datos. Y nosotros los damos cada tres meses. Critican los datos del Observatorio. ¡Critican lo que ellos mismos crearon!”

¿Cree que Luis Alberto Heber ha continuado con éxito la gestión que venía liderando Larrañaga? 

Yo creo que el ministro Heber está llevando adelante una política similar a la que llevaba Jorge Larrañaga. Similar porque los tiempos cambian, porque las cosas suceden, pero digo “similar” porque los seres humanos somos únicos, tenemos distintas formas de comunicar, maneras de hablar. Son personas distintas, formas de ser muy diferentes. Heber está haciendo todo lo que está a su alcance para mejorar la realidad. Y es un hombre de mi partido, de mi gobierno, es una persona de bien que tiene las mejores intenciones, que pone todo de sí.

Pero los números ya no son tan buenos, sobre todo en homicidios.

Exclusivamente en homicidios. Únicamente en homicidios.

El mes de agosto cerró con 34 homicidios según el Ministerio del Interior (41 según la oposición). En mayo fueron 43 homicidios para la cartera. Y se habló de la urgencia de elaborar un plan específico para combatir los homicidios. El tema es que nadie sabe en qué consiste este plan, ni siquiera los socios de la coalición, como Cabildo Abierto. Primero quiero preguntarle a qué atribuye esta suba en los homicidios: ¿a los ajustes de cuentas y disputa territorial de bandas narco, solamente?

El FA gobernó 15 años el país, hizo cosas muy buenas, otras regulares y otras muy malas. Dentro de las cosas muy buenas está el Observatorio de Criminalidad [Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad, del Ministerio del Interior]. Ese observatorio le dice a la gente: “Señores, los datos de delitos los da un equipo técnico, independiente, no politizado, mucho menos partidizado”. Esos datos del observatorio, que el FA validó durante 10 años de gestión, son los mismos que se continuaron en nuestra gestión. La única diferencia es la dinámica y el traqueo de información, cada cuánto se divulgan. La oposición le pedía al FA que diera los datos, porque no los daba. Los daba tarde, mal y nunca, demoró un año y pico en dar datos. Y nosotros los damos cada tres meses.

Los datos que dieron de 34, 37 y 42 homicidios (de agosto) y después que cerró el mes no hablaron más, cuando demoraron más de un año en dar sus datos de criminalidad… Los 34 homicidios de agosto los reconocimos el mismo mes. Ni siquiera tuvieron que esperar los tres meses. Critican los datos del Observatorio. ¡Critican lo que ellos mismos crearon! Me llama la atención, porque si los datos actuales son malos, los de ellos también eran malos. Ponen en duda la transparencia de sus datos.

Ellos entienden que ahora se miden distinto, que se cuentan distinto, que no se suman muertes dudosas…

Eso lo hace la Justicia, no el ministerio. Por eso en el año, a veces, un delito puede pasar de hurto a ser rapiña, porque la investigación continuó. Tenemos que confiar en las instituciones, porque si no, los que dejan de creer son los ciudadanos.

Le pregunté a qué atribuye el aumento de los homicidios. Si solo es atribuible a ajustes de cuentas y disputas territoriales de narcos.

Tenemos violencia en la sociedad. Lamentablemente, mucha gente que antes dirimía sus problemas a trompadas, hoy lo resuelve con un tiro. Pasa seguido. O en el tránsito, donde nadie le robó a nadie, pero un loco sacó un arma y mató a otro. O por problemas de pareja, han matado a niños… Todo eso es parte de los homicidios, porque todos los homicidios valen uno, no hay muertes A y B. Con respecto al tema de la droga, el Uruguay hasta el año 2012 tuvo brigadas departamentales antidrogas en los 19 departamentos. Cuando todavía la pasta base era un porcentaje menor. La pasta base ha ido creciendo, ha ido ganando adictos, por lo cual, hay más violencia. En 2012 se cerraron las brigadas departamentales de Montevideo y Canelones. Todavía no encontré nadie que me diga por qué, con algo de fundamento.

Quedaron 17, pero sin brigadas en Montevideo y Canelones. Entonces, el microtráfico, la boca, la atacaba la Dirección Nacional de Drogas, pero esa dirección debe encargarse del gran tráfico y del mediano: 400 kilos, o el que mueve 50, de cocaína o pasta base. Cuando nosotros llegamos, volvimos a abrir la brigada departamental en Montevideo y Canelones, con la clara orden del presidente y el ministro del combate al microtráfico. Porque la boca de pasta base te destruye el barrio. Te destruye tu manzana, tu vecindario, porque no es que venden droga: como venden droga, empiezan a robar en torno a esa boca, para poder pagar la droga, y la boca, además de vender droga, hace receptación. En la farmacia venden marihuana legal, pero no te toman una radio robada, en las bocas sí. Entonces, en torno a la boca empiezan a suceder otros hechos: hurtos, rapiñas, violencia, gente en situación de calle, y después empieza a haber violencia, porque alguien le debe a la boca. Entonces el dueño de la boca (que de repente tiene seis en el barrio), o los encargados o los deudores, muchas veces terminan en muertes. Por una deuda, para que el resto escarmiente, porque me debías a mí y fuiste a comprar a otra. Así pasó en Peñarol.

“Bajar los hurtos y las rapiñas es lo que nos permite ir a la plaza, que nuestros gurises salgan a bailar o mis padres puedan ir a la rambla a tomar mate. Y continúan bajando. No se puede decir que no estamos trabajando”

Pero ¿qué se está haciendo? Los que antes estaban en la oposición le criticaban a Bonomi que era un “comentarista de la situación delictiva”, pero que no había resultados. Entonces, ahora, más allá del análisis, cuénteme qué se está haciendo.

Vamos por partes. Año 2019: incautación de drogas, 100 kilos de pasta base. Año 2020: 620 kilos de incautación de pasta base. Año 2021: 1240 kilos. Tenemos récord de cierre de bocas de pasta base, más de 2400 bocas. Después empezamos a tapiar, para que ahí no se pueda volver a abrir la boca. Ahí coordinamos con las intendencias, la de Montevideo, y lo quiero resaltar. Llevamos 46 bocas tapiadas este año en Montevideo. Récord de formalizados y condenados, récord de plata incautada, el otro día en Canelones agarraron 400.000 dólares en una casita, obviamente era bruto embarque; récord de armas, estamos en muchos operativos para sacar armas de fuego muchísimas. Detenciones de autos que eran propiedad del narcotráfico. La cárcel está llena de pequeños, medianos y grandes narcotraficantes. Entonces, no comentamos: trabajamos.

El plan de acción lleva a distintos puntos operativos. Hace cuatro meses se le presentó al Parlamento, por primera vez en la vida, en sesión secreta, quiénes son y dónde están todas las bandas de narcotraficantes. El senador [Guido] Manini se reunió el otro día con el ministro Heber y dijo “está bien”, puede tener la duda, se reunió y después dijo que quedó conforme con lo que le contaron en la reunión. Uno puede tener distintos puntos de vista, incluso puede ser oposición, pero decir que no se está trabajando para llevar a la gente presa y para bajar los delitos como se siguen bajando el hurto y la rapiña, no. Bajar los hurtos y las rapiñas es lo que nos permite ir a la plaza, que nuestros gurises salgan a bailar o mis padres puedan ir a la rambla a tomar mate. Y continúan bajando.

Y el homicidio devenido de rapiña, al repartidor, al bolichero, al carnicero, ha bajado a números mínimos. ¿Por qué? Porque hay una importante presencia policial.

Ahora, hay una cifra inquietante: el 50 % de los homicidios no se resuelve.

Sí, sí, pero ¿por qué? Estamos trabajando y mucho para que la gente confíe en la policía. Vos y yo sabemos que aquel otro robó, pero ¿eso alcanza? No, precisamos pruebas. Muchas veces la prueba es un testigo, quién lo vio. Y normalmente, no va el que lo vio. Tenemos muchos problemas de esos. Fiscalía ha trabajado con testigos protegidos… Hay muchísimos casos en los que todos sabemos lo que pasó, pero la persona está libre.

Dirigentes del FA como el senador Mario Bergara han dicho que ahora queda claro que la baja en los delitos al comienzo tuvo mucho que ver con la pandemia, y que esto no se resolvía “pegando cuatro gritos”. ¿Qué le contesta?

El Frente Amplio es 2019, ¿no? Agarrá cualquier día de 2020, 2021 o 2022, el día que quieras, a la hora que quieras, y compáralo con el mismo día de 2019 y vas a ver una disminución asombrosa de todos los delitos. A ver (toma su celular y busca): hoy [por ayer], 14 de setiembre, en rapiñas: 674 contra 899 de los primeros 14 días de setiembre de 2019, hay un 25 % menos de rapiñas. Y hay un 29 % menos de hurtos. Primero que nada, en la vida, nada se logra con “cuatro gritos”. Segundo, nosotros no prometimos porcentajes, sí los prometió el Frente. Acuérdense cuando Tabaré Vázquez prometió bajar 30 % rapiñas y hurtos, y subieron 53 % las rapiñas. No podo que el FA nos aplaudan, pero ellos saben que todos los barrios de todo el país están mejores que cuando nos entregaron el gobierno.

El narcotráfico parece ser el gran problema de la inseguridad en el país. Recuerdo que el expresidente Mujica pergeñó la legalización de la marihuana como una medida para combatir al narco. Cada tanto hay operaciones exitosas, como hay de las otras, de grandes narcos que se le escapan. ¿En qué está fallando Uruguay en el combate al narco?

Pasa que es una carrera complicada… Una lucha difícil. Lo importante es dar la pelea, y estar convencido de dar la pelea. Siempre vas a precisar más tecnología, más inversión, más cantidad de policías, más inteligencia. El Estado entero está tratando de mejorar rápidamente para que la droga no pase por los puertos, por los aeropuertos, por la frontera seca, por los puentes, por nuestras rutas. Pero como es tanta la plata que mueve la droga, se encarga de encontrar algún vericueto. Le entra a todos los países con primera tecnología e inversiones multimillonarias. No hay un secreto de que algún país le ganó y el resto estamos mirando para otro lado. Estamos haciendo mucho, trabajando fuertemente para combatir dos tipos de tráfico: el que nos destruye nuestra sociedad, que es el que entra a la ciudad, y el otro es el que pasa. Estamos trabajando seriamente en el lavado, en los negocios, en la venta, en el microtráfico, en el que trae la avioneta. Hay gente muy calificada para dar una lucha que es día a día. Y fiscales muy comprometidos, porque sin ellos no podemos hacer nada.

“A todas esas personas (que hicieron denuncias contra mí) yo las volví a ver. A todas las traté bien, porque no tengo ningún problema con nadie. Si alguno tiene un problema conmigo, cambia la historia. Yo no tengo problema con nadie”

Quiero preguntarle por algunas denuncias en su contra. Milena Más, una exsubdirectora del INR, Martín Correa, el coordinador de personas migrantes en cárceles, el exdirector de la cárcel de Punta de Rieles, Omar Vera, así como también Graciela Barrera de Asfavide, Denisse Legrand de la ONG Nada crece a la Sombra y la ONG Ombijam lo han denunciado por distintos tipos de violencia, según consignó La Diaria en abril. Las denuncias van desde maltrato, violencia privada, misoginia, homofobia, difamación e incitación al odio. La denuncia de Omar Vera la está estudiando Fiscalía, Legrand lo señaló como el responsable de que la ONG no pudiera entrar a las cárceles a trabajar durante cinco meses y lo denunció públicamente por acoso laboral. ¿Qué tiene para decir al respecto?

Yo sé que hay dos denuncias hace veintipico de meses, y nunca he sido citado. Una es del director de Migrantes, Martín Correa. Yo tuve una reunión hace 26 meses, más o menos, en el INR, donde presentaron a los grados 7. Larrañaga me mandó muchos mensajes durante esa reunión, en la que yo no participaba, estaba ahí escuchando nomás. Y Correa me dijo que era una falta de respeto lo mío, porque estaba muy pendiente del celular. Le dije que tenía razón, pero que estaba hablando con el ministro. Nunca más lo vi, nunca más hablé con él. Él sigue siendo director.

Omar Vera —el otro caso que yo sé que está denunciado—, yo lo conozco, para mí es un tipazo, más allá de que él se haya enojado conmigo. Bajo ningún punto de vista puede haber persecución, porque estando él de viaje con su pareja en Cuba, nos mensajeamos deseándonos feliz navidad. Su orientación sexual, con quién duerme, con quién se casa o a quién ama, no me cambia en lo más mínimo el concepto de un ser humano. Y no tengo nada más a nivel judicial.

Con Graciela Barrera me veo una vez por mes, charlamos y tomamos café. Debería no hablarme, ¿no? Y no tengo absolutamente nada con Denisse Legrand. Mirá, hay dos formas de cambiar el universo: una, querer cambiar todos los días la realidad, y dos, estancarse en algo y querer vivir con eso todos los días de tu vida. He hablado con el fiscal [Juan] Gómez a ver si puede acelerar el tema, porque es absurdo que hace 26 meses que estoy en lo mismo.

Estas denuncias ¿tienen que ver con su carácter, con su temperamento? ¿Reconoce que se extralimitó en algunos de estos casos?

A todas esas personas yo las volví a ver. A todas las traté bien, porque no tengo ningún problema con nadie. Si alguno tiene un problema conmigo, cambia la historia. Yo no tengo problema con nadie.

Le cambio de tema. ¿Era necesaria la renuncia de Luis Calabria? ¿No se da como consecuencia de una persecución a los jerarcas civiles de la anterior administración que se atendieron en el Hospital Policial?

Para Luis era necesaria. Las renuncias son personales. Me parece horrible que se hayan metido con la familia, si se hubiesen metido con mis hijos, yo hubiese renunciado a cualquier cargo, porque con los hijos no.  Contra el senador [Charles] Carrera hay una acusación de un ser humano y su hermano por un hecho en La Paloma. Y de ahí surge que la persona esa estuvo tres años internada en el Hospital Policial. Después se quiere equiparar hisopados (de lo que se lo acusó a Calabria) y el hisopado lo paga el Fondo Covid, en cualquier lado que te lo hagas. Ningún familiar de él se atendió en el Hospital Policial. La acusación era infeliz e injusta.

Por eso mismo: ¿por qué renunciar entonces?

Porque La Diaria y TV Ciudad le pusieron en primera plana a su familia. Eso no se hace. Entonces, como el presidente de la República había señalado que la utilización del Hospital Policial por quienes no eran policías, para él estaba mal, y nadie iba a saber que él se había hecho una consulta oftalmológica, él dijo: “Yo me hice una consulta oftalmológica”, y renunció. Yo debo respetar enormemente a la persona.

“El Ministerio del Interior anterior entendía que la comisaría estaba en desuso, y su plan era cerrarlas y poner una oficina. Por eso desmanteló las comisarías. La gente no sabe que los comisarios tenían prohibido hablar con los vecinos”

¿Cuál es el principal desafío personal que se impuso hasta que termine esta administración? 

Hay objetivos que pueden ser muy loables, y hay cosas que no dependen de uno. Mi objetivo, desde que ingresé el 1° de marzo de 2020, es que el presidente y el ministro del Interior que ingrese el 1° de marzo de 2025, sea del partido que sea, del sector que sea, de la ideología que sea, no tenga que recibir el desastre que recibimos nosotros. Que reciban un ministerio en orden, con comisarías y comisarios en sus cargos, con móviles policiales en los barrios, con presencia, con combate, con un sentido policial de trabajo diario y de salir todos los días a cambiar la realidad. Y nunca jamás sentir que hay chance de que los delincuentes nos ganen a los ciudadanos de bien.

¿Y con comisarías más fuertes y mejor pobladas que las de hoy, como pretenden Manini y Zubía?

Lo hicimos. Lo que pasa es que el Ministerio del Interior anterior entendía que la comisaría estaba en desuso, y su plan era cerrarlas y poner una oficina. Por eso desmanteló las comisarías. Nosotros estamos poniéndole más personal a las comisarías, más móviles a las comisarías, y algo que la gente no sabe era que los comisarios tenían prohibido hablar con los vecinos.

¿Cómo?

Sí, tenían prohibido hablar con los vecinos. Y si tenían prohibido hablar con los vecinos, yo no sé cómo la policía podría saber lo que pasaba en los barrios. Eso pasaba en el gobierno anterior. Después de nuestra gestión va a haber otra que, si sigue la línea, va a querer mejorarla, y eso es lo que tiene que suceder: continuar mejorando, para que la gente pueda vivir en un país seguro. Mi objetivo es que la gente viva en paz.

¿Y después? ¿Piensa ser candidato para ocupar una banca en el Parlamento o prefiere los cargos ejecutivos?

Sí, he pensado. Pero mi tiempo hoy es mejorar lo de ayer, porque las dos cosas bien no voy a poder hacer. Me gusta mucho lo ejecutivo, creo que el Poder Legislativo tiene un rol muy importante, según en qué lado del mostrador estés. Si somos gobierno, prefiero lo ejecutivo.

Muerto Larrañaga, líder de Alianza Nacional, ¿quién liderará el wilsonismo en el partido?

Hay wilsonismo en todos lados, yo vengo del wilsonismo de antes de Larrañaga. Hay wilsonismo en todo el partido. Yo creo que el partido debe centrarse, con madurez, en que nuestra carta de crédito sea la gestión. Nuestra carta de crédito es nuestro gobierno y la gente nos va a reclamar que hagamos todo lo que dijimos que íbamos a hacer. Por eso creo que lo peor que puede hacer el partido es tener internas duras, complicadas, porque va a ganar el gobierno y va a ganar la coalición, y hay que cuidar las dos cosas. Tenemos un presidente brillante, el mejor en muchísimos años, y ha armado un equipo que ha demostrado que se puede hacer las cosas de manera distinta, de manera ordenada. Esa gestión, esos números, son nuestra principal defensa, para pedirle a la gente 60 meses más de gobierno.

¿Pero a quién ve tomando la posta de Larrañaga?

Yo no veo a nadie que se consolide como un líder. Lo veo complejo… Podrá haber gente que quiera ser candidato, pero no siempre habrá alguien que supla u ocupe el lugar, como no se pudo ocupar el lugar de Wilson. Nadie pudo ocupar el lugar de Wilson, nunca. Larrañaga ocupó el lugar wilsonista, con un montón de cosas de su propia impronta, de su forma de ser y de trabajar. Por el mero hecho de decir “yo soy herrerista”, “wilsonista”, “saravista” o el ismo que sea, no veo que haya alguien que tenga hoy el peso o liderazgo natural. Seguramente habrá muchos que lo quieran ocupar.

¿Qué pequeñas cosas le roban una sonrisa al llegar a su casa?

Mis hijos (Agustina, de 19, Pilar, de 16 y Nicolás, de 12). Soy un padre presente, y me encanta estar con ellos y escucharlos.

¿Es feliz?

Sí… Siempre se dice que la felicidad son momentos. Mi papá el otro día tuvo un inconveniente de salud, y nosotros somos siete hermanos. Mantener unida una familia de siete hermanos no es changa. Mis padres están vivos (papá ya está bien), pero mientras estaba con el quebranto, armamos un grupo de hermanos solos, otro de los hermanos con mamá, en otro estábamos todos. En otro momento tuvo covid papá, y mi madre estaba sola en la casa, y unos por un lado y otros por otro… Y uno se da cuenta de que tiene todo cuando todo lo que está en torno a uno, está bien. Había mucho amor, mucho cariño, mucha educación, muchos valores, y la sumatoria de eso se llama felicidad. Yo no preciso mucho más que eso.