El diputado electo por el Partido Independiente, Gerardo Sotelo, analizó la derrota de la coalición republicana en el balotaje del pasado domingo en un posteo de X que denominó “Autocrítica: Los relatos, el flan y la batalla cultural”. Se trata de tres elementos que, según Sotelo, pueden ayudar a “comprender qué pasó el domingo y, más que eso, a corregir cosas hacia el futuro”.

El primer elemento refiere a la clásica frase de que “dato mata relato”, lo cual para él no es cierto. “No lo repitamos más. Definitivamente, los datos no matan los relatos. No tienen cómo”, sentencia.

Y luego amplía: “El relato es una narrativa que se construye utilizando elementos subjetivos que buscan conectar emocionalmente con el público, y que, si se trabaja de forma sistemática, se consolida con el tiempo. El dato es una información objetiva y verificable que sirve para respaldar argumentos o decisiones y que conecta principalmente con el cerebro”.

Para el comunicador y político, la elección del domingo evidencia que “los relatos falsos o manipuladores se combaten con otros relatos, que reúnan la veracidad con emociones genuinas, en una narrativa coherente, transparente y honesta, que muestre empatía y proporcione contexto y perspectiva”.

En definitiva, en su análisis está implícito que la coalición no logró “relatar” correctamente sus logros y “combatir” así los “relatos falsos o manipuladores” del otro lado.

“¿Qué porcentaje de la población del país creen ustedes que toma decisiones políticas basándose en datos, abstracciones e inferencias? ¿Y qué porcentaje en base a sentimientos, sentido de pertenencia, triunfalismo u otras cuestiones pertenecientes al mundo de las emociones?”, se pregunta Sotelo.

Luego aporta un segundo elemento, al que denomina “el flan”.

“La gente no sueña con rutas, puentes, empleo, escuelas ni mucho menos con comer todos los días. La gente sueña con la prosperidad, con que sus hijos puedan salir adelante en la vida y vivir en paz”, dice.

Y plantea: “Todos somos capaces de construir en su mente y su corazón las escenas de esa vida ideal. Por eso, cuando llevamos la comida a la mesa, no agradecemos, sino que notamos que nos faltó el postre. El actor argentino Alfredo Casero definió esa conducta magistralmente con su expresión ‘quiero flan’”.

Para Sotelo, “las obras, los servicios y el poder adquisitivo de los salarios son instrumentos materiales, no son sueños. Son apenas la plataforma que nos permite soñar, con cierto grado de sensatez, con un futuro de moto nueva y flan. O lo que sea”.

En esa línea, luego afirma: “La gente pagó por ese puente y por ese liceo de tiempo completo, y lo menos que puede hacer el gobierno es construirlo. Pero, además, fue soñar con un futuro mejor lo que nos trajo hasta aquí, hasta esta era en el que cada vez más personas gozan de un bienestar con el que nuestros bisabuelos no se animaban a soñar”.

Así es que concluye que “anticipar esos sueños, expresarlos adecuadamente y celebrarlos en el discurso público no es obra de los ingenieros viales ni de los estadistas, sino de los fabricantes de relatos”, y apunta directamente a “los políticos y los militantes”.

Por último, Sotelo sostiene que “en la era de las redes sociales, ni siquiera se necesita controlar el aparato ideológico o cultural tradicional para lograr un impacto significativo en la opinión pública”. Se requiere, en cambio, “dejar atrás el pasado, animarse a entrar en el siglo XXI, y, sobre todo, comunicar y hacer política a la altura de las circunstancias”.

“Algunos le llamamos ‘la batalla cultural’, aunque en la coalición hay muchos dirigentes que le tienen temor o rechazo a este asunto. Ya sea por cuestiones temperamentales, generacionales o ideológicas, creen que puede evitarse este calvario”, dice, y plantea con dureza: “Da lo mismo lo que crean. La realidad no se elige”.

“Si no tenemos todo eso, no tenemos más que hormigón, estadísticas y gente bien intencionada. No es poco, pero no alcanza”, finaliza.