Por The New York Times | Andrew E. Kramer
KIEV, Ucrania — Dirigido por controladores en tierra que rastreaban un dron en el radar, un piloto ucraniano identificado con el nombre en código Juice, atravesó el cielo en su avión de combate a la caza del objetivo: esperaba alcanzar a la lenta aeronave de fabricación iraní y derribarla con un misil.
Por desgracia, ese día, al igual que muchos otros, Juice no encontró nada.
Derribar a los ruidosos drones de fabricación iraní que vuelan con hélices es una tarea frustrante y más complicada de lo que parece. Se requiere una colaboración estrecha de varias personas en tierra y en el aire las 24 horas del día.
“Las últimas semanas han sido extenuantes, hemos estado muy ocupados”, comentó Juice acerca de la guerra aérea contra los drones, que Rusia despliega a diario por decenas. “Todavía es muy difícil dispararles y derribarlos”.
Ahora, la guerra en Ucrania ocurre en dos espacios, separados en general: en tierra en el sur y el este, donde el Ejército ucraniano lleva la ventaja, y en el aire, donde Rusia lanza misiles de largo alcance y hace volar los drones bomba fabricados en Irán con el objetivo de inutilizar la infraestructura eléctrica y de calefacción en distintas ciudades de Ucrania y así desmoralizar a la población.
Desde que Rusia comenzó a aterrorizar varias ciudades ucranianas en septiembre con los drones, Ucrania se ha concentrado en una intensa estrategia para combatir los drones, concebida sobre la marcha, pero que en general ha sido muy exitosa.
En este momento, consta de tres niveles de protección: aviones de combate dedicados a patrullar todo el día; misiles antiaéreos disparados desde tierra; y equipos de soldados que intentan derribar los drones en vuelo con ametralladoras.
Lo más difícil es encontrar a los drones, explicó Juice. En el radar, los drones pequeños, lentos y pesados pueden confundirse con aves o camiones en una carretera. Los controladores terrestres identifican posibles blancos y envían a los aviones a interceptarlos, pero muchas veces los pilotos no encuentran nada.
Con todo y las dificultades, el Ejército ucraniano en la actualidad logra derribar a más del 70 por ciento de los drones Shahed-136 que Rusia le compró a Irán en agosto, según dijo en una entrevista Yuriy Sak, asesor del ministro de Defensa de Ucrania.
Ucrania derribó al primero de estos drones en el este del país el 13 de septiembre y, desde entonces, la cuenta ha subido por lo menos a 237 derribados, según informó el Ejército ucraniano en un comunicado la semana pasada. “Hacemos todo lo posible por adaptarnos con rapidez a la nueva realidad”, indicó Sak.
Los drones bomba son una clase de armamento que surgió con rapidez y prolifera por todo el mundo. Según dicen algunos analistas militares, es posible que se conviertan en un elemento de primera necesidad en los conflictos armados modernos. Los funcionaros ucranianos se apresuran a enfatizar esta situación cuando solicitan ayuda de sus aliados para su defensa aérea. Si Ucrania logra descubrir una estrategia para derribar a los drones a partir de su plan de tres niveles, el sector militar de todos sus aliados podría salir beneficiado gracias a esta experiencia que tanto trabajo le ha costado adquirir, afirmó Sak.
Ha habido éxitos notables.
Este mes, en Vinnytsia, una ciudad del centro de Ucrania, un piloto ucraniano de MiG logró derribar cinco drones iraníes Shahed-136 y se convirtió en héroe nacional. Por desgracia, se vio obligado a eyectarse tras chocar con los restos del último de ellos. El piloto, Karaya (que se identificó únicamente con su sobrenombre, conforme a la política militar), le dijo después a la prensa local: “En un breve periodo, hemos logrado adaptarnos a este tipo de armas y ahora podemos destruirlas sin problemas”.
Después de chocar en el aire con los restos del dron, según relató Karaya, enfiló su aeronave MiG lejos de Vinnytsia y se eyectó. Aunque la nave se estrelló con unas casas en un área lejana, no causó heridos en tierra. Karaya visitó más tarde el sitio para disculparse. Si bien los aviones de combate han sido efectivos para combatir los drones iraníes, según Yurii Ignat, vocero ucraniano de la fuerza aérea, es una estrategia costosa porque utiliza misiles aire-aire. “Es frustrante tener que atacar estos drones con misiles tan caros”, dijo. “Pero, ¿qué más podemos hacer? Esta es la realidad ahora”.
Antes de que el arsenal ruso incluyera los drones de fabricación iraní, a partir de agosto, Ucrania llevaba la ventaja en la guerra de drones.
Los soldados ucranianos del frente de batalla utilizaban drones comerciales genéricos para ubicar objetivos y soltar granadas sobre trincheras rusas. Estados Unidos le ha entregado a Ucrania drones Switchblade, un tipo de dron bomba. Ucrania también ha desplegado drones Bayraktar TB2 de fabricación turca (aeronaves más grandes y de mayor alcance cuya función es vigilar el campo de batalla y lanzar misiles guiados).
En agosto, Estados Unidos prometió que en los siguientes nueve meses le entregaría a Ucrania un pequeño sistema compacto de misiles antidrones que se puede montar en la zona de carga de una camioneta “pick-up” normal. El llamado sistema Vampire es una tecnología antidrones de reciente creación con mayor alcance que una ametralladora, pero que todavía es portátil para trasladarse con rapidez al paso de los drones atacantes.
Tras un ataque de un grupo de drones a Kiev el lunes, el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, le pidió a Israel armas de defensa aérea. El ministro de Defensa de Israel, Benny Gantz, negó la solicitud, principalmente porque Israel depende de la cooperación rusa para que la fuerza aérea organice ataques en Siria. Dijo que Israel proporcionará sistemas de alerta temprana, pero no armas de defensa aérea. Un funcionario ucraniano que habló extraoficialmente comentó que Israel les ha entregado inteligencia útil para derribar los drones iraníes.
En vuelo, los pequeños motores de los drones producen un zumbido particular, que ha resultado ser una vulnerabilidad.
En Kiev, tres oficiales de policía derribaron un dron con sus rifles Kalashnikov después de escuchar el zumbido, descrito por testigos como el sonido del motor de una motosierra, y luego ver el arma triangular volar por encima de los tejados hacia ellos.
“Tuvimos poco tiempo para tomar una decisión”, explicó el sargento Oleksandr Kravchuk, instructor de tiro del departamento de policía.
Comentó que había disparado las 30 rondas de su cargador y que decidió apuntar al frente de la aeronave para tomar en cuenta la velocidad en vuelo. El dron se desvió de su curso y se estrelló; estalló a unos 68 metros de donde él se encontraba de pie, aseveró Kravchuk en una entrevista.
“Lo escuchamos, lo vimos y le disparamos”, dijo. Trabajadores de rescate revisan los escombros de un edificio residencial después de un ataque con drones a Kiev, Ucrania, el 17 de octubre de 2022. (Brendan Hoffman/The New York Times).
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