El Programa de Estudios Parlamentarios, dirigido por el politólogo Daniel Chasquetti, analizó la coyuntura “peculiar” que tendrá el próximo gobierno que asumirá el próximo 1° de marzo, al contar con mayoría absoluta en el Senado, pero no en la Cámara de Diputados.
El trabajo, fechado el pasado 30 de diciembre, indica que “el gobierno que asumirá tiene el peculiar atributo de contar con una bancada cuasi mayoritaria porque controla el Senado y está a solo dos votos de la mayoría en la Cámara baja”.
En esta línea, Chasquetti recuerda que la configuración parlamentaria que tendrá la próxima legislatura “es rara en un sistema político como el uruguayo, caracterizado por establecer gobiernos mayoritarios de partido o de coalición”.
“Entre 1985 y 2025, los gobiernos han contado con mayorías parlamentarias durante 31 años y tan solo en nueve han estado en minoría en el Parlamento (1985-1990, 1993-1995 y 2003-2005). Dado que nunca ha existido en las últimas cuatro décadas un gobierno cuasi mayoritario, resulta interesante analizar cuáles son sus características, principales desafíos y, sobre todo, consecuencias sobre el proceso de gobierno”, comienza el artículo.
Sobre la institucionalidad, el doctor en Ciencia Política destaca que el presidente en Uruguay cuenta con “poderes institucionales modestos”.
“Designa a los ministros, puede vetar total o parcialmente las leyes, cuenta con la prerrogativa de presentar proyectos de urgente consideración para ser tratados en un plazo preestablecido; y presenta iniciativa legislativa exclusiva en áreas críticas como el presupuesto, la política tributaria, la creación de empleo público y las pensiones. Sin embargo, el presidente carece de poder de decreto y tiene escasas herramientas institucionales para alterar la agenda del Parlamento”, aclara Chasquetti.
Sin embargo, indica, el Poder Legislativo (bicameral), “además de cumplir con las típicas funciones de legislación, control y representación, también puede censurar a los ministros con el voto de la mayoría de miembros de cualquiera de las cámaras”.
“El sistema de incentivos constitucionales empuja a los presidentes a hacer un uso estratégico de las designaciones ministeriales con el fin de garantizar la existencia de mayorías estables que permitan legislar y proteger a los ministros de eventuales mociones de censura”, concluye Chasquetti.
Con respecto a Yamandú Orsi, el politólogo consigna que “encabezará un gobierno de cuasi mayoría, situación muy diferente a la de [Julio María] Sanguinetti en su primera administración”, cuando “lideró un gobierno de partido en minoría que negociaba ‘ley a ley’ en el Parlamento”.
No obstante, el docente de la Universidad de la República indica que las condiciones de gobernabilidad del próximo período serán “menos exigentes” que las del primero de Sanguinetti a la salida de la dictadura (1985-1990).
“Mientras el déficit del primero es de solo dos diputados, el déficit del segundo era de dos senadores y nueve diputados. Los desafíos de los gobiernos cuasi mayoritarios son sin dudas menos exigentes que los de los gobiernos minoritarios”, se argumenta en el trabajo.
Históricamente, Chasquetti marca un paralelismo en las condiciones que tendrá el próximo gobierno con las “vicisitudes y dilemas” que tuvieron los de Tomás Berreta y Luis Batlle Berres (1947-1951) y el segundo colegiado nacionalista (1963-1967).
Mínimas conclusiones
Finalmente, Chasquetti concluye que el estudio de los gobiernos cuasi mayoritarios del siglo XX muestra que el factor más relevante para definir la estrategia de negociación parlamentaria es la cohesión parlamentaria del partido de gobierno.
“Si este factor no se cumple, el trámite legislativo quedará sujeto a las preferencias del legislador mediano de la cámara. Para que el partido de gobierno esté cohesionado resulta relevante el nivel de congruencia del gabinete. Si todos los sectores que integran el gobierno están satisfechos con el número de carteras recibidas, el compromiso con la agenda parlamentaria del gobierno debería ser mayor. La influencia de este factor es muy clara cuando se revisan los gobiernos de coalición mayoritaria conformados en Uruguay luego de 1990. Sin embargo, en los dos casos estudiados de gobiernos cuasi mayoritarios, queda muy claro que no siempre el diseño del gabinete asegura la cohesión del partido de gobierno”, apunta el análisis.