En la ciudad de Bauru, en el interior de São Paulo, Brasil, un técnico instalador de fibra óptica realizaba su trabajo cuando recibió una poderosa descarga eléctrica. Las consecuencias del hecho fueron terribles: además de sufrir quemaduras en gran parte de su cuerpo, perdió una oreja y quedó lleno de cicatrices.
Todo sucedió en diciembre de 2022, cuando Rodrigo Moraes da Silva, de 40 años, se subió a un poste para hacer su trabajo. Mientras estaba en las alturas recibió una enorme descarga que lo dejó inconsciente por unos instantes. Cuando recobró el sentido, sus ropas estaban en llamas y luego de un supremo esfuerzo consiguió librarse de los cables.
“En ese momento morí por unos segundos”, explica Moraes en declaraciones al portal noticioso UOL. “En el momento en que recibí la descarga eléctrica, tenía en mente que ya me estaba muriendo. Luego me desmayé. No sé ni cómo logré soltarme y bajarme del poste. Volví a la vida, porque sé que mi corazón dejó de latir por un tiempo allá arriba”, recuerda.
Técnico de empresa de internet sofreu uma descarga elétrica enquanto fazia manutenção em um poste de Bauru (SP). Apesar das roupas com fogo, ele sobreviveu e foi levado para um hospital, com queimaduras graves pic.twitter.com/mHDypifgZa
— UOL (@UOL) December 10, 2022
Rodrigo había subido al poste para hacer mantenimiento a un tendido de fibra óptica, que no transmite electricidad. Sin embargo, una vez en las alturas se encontró con un cable eléctrico suelto y sin protección, “por el que pasan 13.000 voltios de carga eléctrica”, detalla, y agrega que la mala calidad de sus guantes de trabajo fue un factor que contribuyó también al terrible desenlace.
El operario fue hospitalizado en grave condición y estuvo internado durante meses. Las lesiones, que iban desde quemaduras en todo el cuerpo hasta la pérdida de una de sus orejas, obligaron a los médicos a mantenerlo en coma inducido. Recién en abril le dieron el alta, tras considerar que su supervivencia había sido un milagro.
Aun así, la recuperación no ha sido fácil. Además de todas las marcas que quedaron en su cuerpo, Moraes ni siquiera puede respirar correctamente. Dice que llora todos los días cuando se mira en el espejo, ya que, debido a las cicatrices, está prácticamente irreconocible.
El trabajador ya ha empezado a hacer fisioterapia y, además, ha contratado a un abogado para que le ayude a llevar su caso a los tribunales. “Vamos a pedir una indemnización por la reducción de la capacidad de trabajo y también por el daño moral. Además de que nunca más podrá desempeñar la función que hacía, estará apartado [de la actividad] mucho tiempo, su estado psíquico fue estremecido”, explica el abogado de Rodrigo, Paulo Ribas, en declaraciones al citado medio.
Mientras el caso no avanza, Rodrigo no puede trabajar, pero tiene una familia que mantener. Para sobrevivir, vende rifas por internet y, al mismo tiempo, depende de la ayuda de familiares y amigos.