El director de Factum, Eduardo Bottinelli, analizó los resultados de las elecciones nacionales en la mañana de este lunes en radio Sarandí.
En la introducción, los periodistas plantearon que los partidos de la coalición sumados lograron reunir un 47,45% de los votos, frente al 43,94% que obtuvo el Frente Amplio. Entonces, de cara a la segunda vuelta, ¿es favorita la coalición? Ante esa pregunta, Bottinelli respondió: “No, no es tan sencillo”.
“Porque todas las instancias electorales han mostrado un fenómeno que ha sido: siempre que el candidato del FA fue a segunda vuelta, votó mejor que el FA en la primera. Y siempre que un candidato fue apoyado por más de un partido, votó menos que la suma de esos partidos en octubre: Batlle (1999), Lacalle Herrera (2009), Lacalle Pou (2014 y 2019)”, recordó el especialista en opinión pública.
La de 2019 es particular, según Bottinelli, porque había un componente importante de gente que había votado al FA en 2014 y había dejado de votarlo en 2019, eligiendo a otro en primera vuelta, pero volviendo al FA en la segunda vuelta. “Había mucha permeabilidad de los que habían votado a la coalición en octubre hacia el FA”.
En 2019, a su vez, estaba Cabildo Abierto como novedad. De los 11 puntos de Cabildo en 2019, 3 eran del Frente Amplio y volvieron a la izquierda en esta elección. Fue parte del voto enojo en esa coyuntura particular, prosiguió Bottinelli.
Además incidía “el fenómeno Talvi”, dijo Bottinelli. Es decir, “el Frente Amplio había perdido por varios lados y hoy no aparece un Talvi. Por ese lado, está medio huérfano ese electorado y a la deriva”, consideró.
Los resultados de la elección de este domingo se pueden ver “con distintos cristales”, de acuerdo con el director de Factum. Por un lado, la coalición votó menos y el FA votó más. Sin embargo, Álvaro Delgado “venía medio de capa caída”, y el resultado superó las expectativas al sacar más de 10 puntos de diferencia respecto al colorado Andrés Ojeda.
El especialista señaló que “cambió totalmente la arquitectura de la coalición”: ahora la conforman un líder, uno mediano y dos o tres pequeños (sumando a CA, PI y Eduardo Lust).
Con este escenario, “hay que esperar las encuestas” para saber quién es favorito para el balotaje. Porque el FA tiene mayoría en el Senado, pero tiene menos diputados que la coalición. Por tanto, “va a ser muy importante cómo se logra decodificar y transmitir a la gente qué significan esos números para una potencial gobernabilidad”.
En este marco, Bottinelli apuntó que son “casos raros” los que dicen que votan al FA en primera vuelta y luego cambian su decisión para la segunda. En cambio, “se han visto” más votantes del PN que no votan a ese mismo partido en el balotaje. “Es un porcentaje ínfimo, pero cuenta porque es gente que deja a uno y se va al otro”, explicó.
Al haber solo tres puntos porcentuales de diferencia entre ambos bloques, dijo Bottinelli, “el movimiento que debería haber es menor a cualquiera que se haya dado antes”. Y la coalición tiene el desafío de perder lo menos posible de cara al 24 de noviembre.
Los partidos menores, según Bottinelli, en general son más proclives a Orsi que a Delgado, salvo por Lust. En este contexto tan reñido puede ser importante, consideró.
En cuanto a los plebiscitos, el especialista mencionó que más o menos dos de cada tres votos del FA se acompañaron con la papeleta blanca del Sí para reformar la seguridad social.
En este sentido, reconoció que esta votación implicará una “negociación dura” del Pit-Cnt con el Frente Amplio en caso de ser gobierno e instalar el llamado diálogo social para reformar el sistema jubilatorio.
Bottinelli también mencionó el dato de que más de un punto porcentual (más de 30.000 votos) solo depositó una papeleta por el Sí para alguno de los dos plebiscitos. “No sabemos si blanca o amarilla, pero por el tipo de plebiscito y el tipo de actitud, es muy probable que la enorme mayoría sean del Sí blanco”, sostuvo.
En tanto, el plebiscito de allanamientos nocturnos venía en caída en cuanto a su apoyo. Ya se veían semejanzas con el del voto del exterior, que también sufrió una baja del respaldo y quedó sumergido en la agenda por la preponderancia de otro plebiscito, que en aquel momento era el de la caducidad (2009).