Aralí Vivas, de 8 años, fue hallada muerta el pasado sábado en el incendio de la casa en la que vivía, en la localidad cordobesa de Brinkmann. Lo que en algún momento se pudo considerar como un trágico accidente pronto adquirió un cariz siniestro.

Oscar Gieco, fiscal a cargo de la causa, informó en declaraciones a Cadena 3 que a la niña “la mataron para tapar un delito precedente”. Por el caso están detenidos e imputados su padrastro, Ezequiel Simeone, de 33 años, y uno de los amigos de este, Cristian Hernán Varela, de 40 años. También la madre de Aralí, Rocío Milagros Rauch, de 28 años, quien es considerada partícipe necesaria del crimen.

El funcionario detalló que antes del incendio, y durante casi 14 horas, los dos hermanos de la niña convivieron con el cuerpo de esta. De hecho, uno de ellos contó que intentó despertarla, pero no pudo.

Todo filmado

Los registros fílmicos de las cámaras de la zona, recapitulados por Infobae, permitieron reconstruir los movimientos de los detenidos ese día.

La secuencia de los hechos comienza el viernes a las 21:16, cuando Varela llegó en bicicleta a la casa de Simeone. Luego de una serie de idas y venidas que incluyeron el uso de la bicicleta de Varela por parte de Simeone, el padrastro regresó a su hogar a las 3:27 del sábado.

Pasado el mediodía, Simeone fue visto saliendo de la casa junto a los otros dos menores, a quienes llevó a una plazoleta a dos cuadras de distancia.

Poco después, a las 13:46, regresó a la vivienda y, según los registros de los testigos, se inició un incendio.

A las 13:54, un hombre notó el humo y llamó a los bomberos. Estos llegaron al lugar a las 13:59 y lograron contener el fuego. Al inspeccionar el interior de la casa, encontraron el cuerpo de Aralí.

Posteriormente, la autopsia reveló que la niña había sufrido un traumatismo craneal y descartó la muerte por inhalación de humo.

Según el informe forense, la muerte de la nena se produjo sobre la medianoche del viernes 1° de noviembre, unas 14 horas antes de que los policías hallaran el cuerpo. Durante ese tiempo, los dos menores convivieron con el cadáver de su hermana.

Betiana, prima de la madre de Aralí, es quien tiene a su cuidado a los hermanos de la víctima: “Están bien, tranquilos y bien contenidos”, dijo en las últimas horas. Justamente, uno de esos niños, según las ya mencionadas palabras de Gieco, relató que quiso despertar a la nena y que no respondía. “La dejó ahí porque pensaba que estaba durmiendo”, remarcó el funcionario.

“Era costumbre”

En sus declaraciones, Gieco subrayó que uno de los detenidos afirmó que “era costumbre abusar de esa niña”, palabras que dejan claro que no sería la primera vez que ocurría semejante crimen.

El funcionario no especificó cuál de los dos hombres detenidos pronunció esas palabras, pero detalló que no surgieron como respuesta a una pregunta en concreto, sino que fueron “dichos espontáneos” del individuo.