Gritos de desesperación y de dolor, personas y objetos volando por todos lados, pasajeros ensangrentados o con huesos quebrados. Temor, falta de certezas y la espera por aterrizar.
Una escena de “terror” y “caos” fue lo que se vivió en el vuelo UX-045 de Air Europa, según dos de los pasajeros que hablaron con Montevideo Portal, cuando el avión atravesó una zona de fuertes turbulencias en la madrugada del lunes. Iban a bordo alrededor de 350 pasajeros desde Madrid hacia Montevideo.
Eran cerca de las 2:15 de la mañana y la mayor parte de los pasajeros dormían en el momento en que el avión comenzó a caer. “Fue una bajada de 500 metros y apenas pudo controlar el piloto la situación, después cayó otro tanto más; se rompió todo adentro”, contó uno de los turistas que viajaron en el vuelo, quien pidió reserva de su nombre. Agregó que la nave, a pesar de no precipitarse en picada, quedó “nariz para abajo” en esos minutos.
“Por eso la gente caída después se desplazaba para adelante y para atrás. La mayoría estaban durmiendo y muchos sin cinturón. Era un caos total, gente volando por arriba tuyo. La señora que estaba al lado mío, pasando por el pasillo, se estaba sentando porque justo había ido al baño y salió despedida. Me reventó a mí y cayó al piso; hubo que levantarla. Atrás había un muchacho que voló al techo, cayó de vuelta y no podía caminar; quedó tirado en el piso como dos horas porque no se podía mover. Y esos no son los graves”, narró el pasajero.
La otra viajera, que también pidió reservar su identidad, era una de las que estaban durmiendo, en su caso, hasta minutos antes de la turbulencia. “La sensación era de caída libre; no sé cuánto duró, dicen que fue entre 10 y 15 segundos, que fueron una eternidad”, dijo.
“Nadie tenía control de su cuerpo. La gente que no tenía el cinturón volaba. Me despegué un poco del asiento, me pegué contra el techo, asumo, y después contra el posabrazo”, señaló, aunque matizó que solo le quedaron “un par de moretones” y “chichones”.
Una de las imágenes que recorrió los medios y las redes sociales fue la de un hombre que quedó en el gabinete de equipaje. Sin embargo, el pasajero consultado por Montevideo Portal afirmó que hubo otro caso similar.
“El mayor drama que hubo fue con un niño que voló al techo. Lo fuimos a buscar y le escuchamos el llanto, pero no lo encontrábamos. Estaba metido en el equipaje. Fue una desesperación impresionante, imagínate, un niño de dos años, lo escuchás llorar y no lo ves, no lo encontrás. Todo el mundo lo buscaba en el piso, pisando gente. Después se lo encontró y se lo pudo sacar de arriba. Como es todo de plástico, golpeó contra el techo y se metió en un agujero entre el maletero y el techo”, dijo, aunque indicó que el niño, a pesar del llanto, no se había lastimado.
Las máscaras de oxígeno no cayeron, salvo las que quedaron colgando por el impacto contra el lugar donde estaban guardadas. Es que no hubo un problema de presurización.
“El caos principal es que pasa una vez, se logra estabilizar un poquito y pasa de vuelta. Ahí no sabés si va a seguir pasando, hasta cuándo, dónde va a aterrizar, si en el agua o dónde”, agregó el pasajero.
Aterrizaje en Natal y la odisea vía Recife
“Volamos cuarenta minutos más, hasta llegar a Natal. El piloto quería seguir hasta Montevideo. Hubo uno o dos infartos y tuvo que bajar en Natal para atender a la gente”, dijo el hombre, que señaló que el comandante de vuelo “nunca habló” con los pasajeros tras las turbulencias, sino que los encargados de comunicar el aterrizaje fueron los azafatos.
“Dijeron: ‘Debido a la circunstancia, los heridos, estamos bajando en el primer aeropuerto, que es Natal’. No sé si el aeropuerto estaba capacitado o no para recibir un avión tan grande, porque el otro fue a Recife”, contó, refiriéndose a la ciudad brasileña a la que luego debieron trasladarse para poder volver a Uruguay.
La otra pasajera señaló que el piloto solo habló para notificar la entrada a la zona de turbulencia, sin más información después del incidente.
“Pasó como media hora para que la tripulación hablara; a mí se me hizo eterno. El ambiente era de terror. Yo sentí que no la contaba, que estábamos esperando a que el avión chocara contra el piso o contra el agua, porque estábamos sobre el mar”, compartió.
Tras las turbulencias, de acuerdo con el relato de los pasajeros, los azafatos comenzaron a caminar por el pasillo asistiendo heridos. Lo mismo hicieron los turistas que no se habían lastimado. “Empezamos todos a ayudar, todo era muy comunitario, pero la tripulación tenía muy poca idea de nada y la asistencia fue muy mala en primera instancia. Nos dijeron que pararían en el aeropuerto más cercano para dejar a las personas heridas y que ese mismo avión seguiría con el resto de los pasajeros. El avión estaba totalmente destrozado”.
La mujer dijo que, ante ese aviso, presentó un reclamo a la tripulación. “Me respondieron que era una cuestión de estética, que la parte estructural del avión estaba bien y que si el piloto quería íbamos a seguir así. Un rato después nos informaron que íbamos a Natal”, agregó.
La llegada a Natal también fue otra complicación. El personal de asistencia demoró en entrar al avión. “Ni los bomberos ni los doctores brasileños hablaban español ni inglés. Ninguno de los azafatos hablaba portugués. Hubo que buscar a un pasajero que era brasileño, que vive acá en Uruguay, que hizo de intérprete, si no estaban todos incomunicados. El muchacho ese fue para todos lados”, apuntó el pasajero, quien dijo que después la asistencia fue buena.
Mientras los heridos eran asistidos, los sanos esperaban, y debieron comprar el desayuno en una cafetería. A las dos o tres horas, les avisaron que Air Europa había hecho un convenio con Latam Airlines. Debían ir a Recife, a cinco horas de allí en ómnibus.
En esa ciudad fueron a un hotel, donde tuvieron un plazo de dos horas para “hacer el check-in, comer algo, bañarse y hacer el check-out”. De ahí al aeropuerto, donde había más personal de Air Europa.
“Ahí fue todo rapidísimo”, explicó el pasajero, en referencia al retorno a Montevideo. Sobre la odisea, concluyó: “Hace 45 años que vuelo, desde los 20 años. Nunca estuve ni cerca de pasar por esto”.