Por Ignacio Palumbo
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Los primeros resultados de las elecciones internas estaban llegando. Aplastante victoria de Yamandú Orsi por sobre Carolina Cosse: 60,2% contra 36,2% respectivamente, es decir, casi el doble de apoyo para el exintendente de Canelones, de acuerdo con los datos de la Usina de Percepción Ciudadana (UPC).
Minutos después, Cosse salió de su sede de campaña, en 18 de Julio y Carlos Roxlo. Primero, aplaudida por los dirigentes políticos que allí quedaban; después, rodeada por la prensa.
A pesar de la derrota, no se mostró golpeada. Salió con la cabeza en alto. Sonriente.
Se subió al auto que la llevaría hasta la sede del Frente Amplio (FA), donde más tarde Orsi la confirmaría como su candidata a vicepresidenta. Antes de cerrar la ventana del vehículo, levantó el pulgar: nada que lamentar.
Calentando la previa
Se preveía que Cosse llegara a la sede sobre las 20:00. En la hora previa, el local se fue llenando, poco a poco, de dirigentes puertas adentro, y de militantes —predominantemente jóvenes— puertas afuera.
El clima dentro de la sede era sereno. No se sentía un exceso de confianza. “No estábamos muy acostumbrados a internas competitivas. Para nosotros también esto es un aprendizaje. Pero bueno, tenemos con qué, y eso también lo hace interesante, lo hace atractivo”, dijo a Montevideo Portal María Inés Obaldía, directora de Cultura de la Intendencia de Montevideo y una de las varias figuras que apoyaba la precandidatura de Cosse.
Se conversaba, esperando la eventual llegada de la dirigente frenteamplista.
Afuera el clima era algo más festivo: en los parlantes sonaba plena y la gente bailaba o, al menos, movía las piernas al son del ritmo, aunque fuera únicamente para hacerle frente al frío.
La llegada y eventual espera
Finalmente Cosse llegó. Se bajó del auto y se dirigió, rodeada por la prensa, hacia la carpa armada específicamente para cubrir el evento, donde concedió una rueda de prensa.
La militancia coreaba en su apoyo. “¡Pre-si-denta! ¡Pre-si-denta!”, alentaban.
Ella se veía igual que como lo haría más tarde, al irse: sonriente, cabeza en alto, segura.
Declaró ante la prensa y, luego, partió hacia el local. Entró y se perdió entre el público. No se la volvió a ver hasta su salida.
Los periodistas quedaron, algunos, apostados contra la puerta de vidrio, donde personal de organización decía que no se podría entrar hasta que se diera la orden, que nunca llegó. Otros estaban sobre la calle y algunos otros en el gazebo dedicado a la prensa.
El calor del movimiento generado por la llegada de la (aún) precandidata se fue disipando. El frío volvía y la precandidata seguía sin salir. Lo que se alcanzaba a ver hacia adentro eran simplemente espaldas: todos quienes apoyaban la precandidatura de la intendenta de Montevideo (de licencia) seguían la transmisión, atentos a los resultados.
Cosse estaba reunida con su comando, aquellas figuras que la ayudaron a redactar el Plan País.
Comenzaron a llegar los datos de la UPC. Minutos después, algunos simpatizantes fueron dejando el interior del local. La última en hacerlo antes de que saliera Cosse fue la senadora Silvia Nane, abrazando y dirigiendo algunas palabras a quienes estaban adentro. “Vamo arriba, eh. Viva el Frente Amplio”, sostuvo al salir, y añadió que no estaban “tristes” por el resultado.
“Aquí no hay tristeza, aquí hay un enorme orgullo por lo que hizo la militancia frenteamplista”, declaró Nane y, consultada respecto a qué fue lo primero que dijo Cosse al enterarse del resultado, afirmó: “Ganó el Frente Amplio”.
Luego se fue hacia La Huella de Seregni.
La espera por la vencida —pero no rendida— precandidata frenteamplista seguía.
De repente, Cosse apareció. Adentro fue aplaudida y algunos la arengaron con gritos de aliento. Al salir, el cántico de “¡Ca-ro-lina!” comenzó levemente, pero después ganó fuerza y se asentó entre los militantes. Se retiró con “mucho entusiasmo y mucha convivencia”, subió al auto y partió hacia la sede del FA.
¿Y luego? El ambiente se comenzó a dispersar lentamente. Los dirigentes que quedaban dentro fueron saliendo poco a poco, con rostros serios, y la militancia también partió hacia La Huella, con algunas lágrimas en los ojos. “¡Ay, no llores!”, dijo una joven a otra.
Así, el local quedó casi vacío. Y la carrera de la precandidata llegó hasta ahí, para ahora dar comienzo a un nuevo capítulo. “Yo estoy preparada. Soy la misma Carolina que ayer”, manifestó al salir.
Por Ignacio Palumbo
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