Por The New York Times | Steven Erlanger
BRUSELAS — Aunque la guerra de Rusia en Ucrania se prolonga sin que se le vea un final, los aliados de Ucrania se enfrentan a una situación complicada en relación a la reconstrucción del país.
¿Quién pagará por qué cosa, y quién debería vigilar el proceso y los fondos? ¿Qué tipo de supervisión externa del dinero se requeriría y qué cambios debe hacer Ucrania?
Para el mes entrante, se tiene programado en Berlín un coloquio sobre la reconstrucción con el fin de abordar esos temas tan delicados y también determinar si la reconstrucción debe comenzar antes de que se llegue a un acuerdo de paz. También está la controvertida cuestión de qué tipo de garantías de seguridad deberán ofrecerse para promover la participación de inversión privada en la reconstrucción.
Con ese propósito, el gobierno alemán le ha solicitado al German Marshall Fund, un centro de investigación que ayuda a financiar y que tiene su sede en Washington, que presente algunas propuestas a los países donantes. El informe que este elaboró le fue proporcionado a The New York Times y ya lo están analizando los países donantes como “una nota privada para los participantes”.
Entre las recomendaciones más relevantes están que el Grupo de los Siete nombre a un coordinador en Ucrania para que supervise la reconstrucción, de preferencia a un estadounidense con prestigio mundial; que se usen las instituciones existentes para que el proyecto garantice el cumplimiento de los plazos; y que deben usarse instituciones financieras multilaterales para limitar la influencia de los consejeros rusos o chinos. El informe también dice que Ucrania debe aceptar una supervisión estricta de los fondos, así como reforzar sus sistemas jurídicos y judiciales con el fin de reducir las posibilidades de que haya corrupción.
Según el informe: “La respuesta a la agresión de Rusia es la imagen de una Ucrania europea y modernizada, libre y democrática”.
En un coloquio internacional que se realizó en Lugano, Suiza, en el mes de junio, Ucrania presentó su propio plan de recuperación, pero sus aliados demócratas no han presentado nada similar y el coloquio de Berlín se pospuso un mes hasta finales de octubre.
Este informe intenta llenar este vacío y abordar los principales desafíos. En primer lugar, cómo mantener a Ucrania a flote, puesto que, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, se necesitan de 5000 a 6000 millones de dólares al mes para financiar a su gobierno. “La reconstrucción no será posible con un Estado fallido que se desploma”, señaló Thomas Kleine-Brockhoff, el director del German Marshall Fund en Berlín y uno de los autores del informe. Los donantes necesitan garantías para poder seguir vertiendo grandes sumas del dinero de los contribuyentes en un Estado que tiene fama de ser corrupto.
Según el informe, esa presión impulsará a Ucrania a renovar sus instituciones y tribunales si desea integrarse con rapidez a Europa y la ayuda de la Unión Europea, la cual tiene criterios jurídicos muy elevados y le ha ofrecido el estatus de país candidato.
“También necesitaremos una supervisión muy estricta de los donantes y Ucrania debe entenderlo”, afirmó Kleine-Brockhoff. Ucrania tendrá que nombrar a un inspector general independiente con muchas agallas y unirse a la Fiscalía Europea, que fue diseñada para investigar el uso fraudulento de los fondos de la Unión Europea. El informe señala que una ayuda del exterior de tal magnitud requerirá supervisión extranjera, la cual Ucrania deberá aceptar.
Otro desafío es si crear nuevas instituciones para este enorme proyecto de reconstrucción; el informe menciona que no es necesario y que sería una pérdida de tiempo. El financiamiento debe organizarse según el desarrollo de la guerra y de la posibilidad de paz, y pasar del rescate y la reconstrucción a la modernización y la posible incorporación a la Unión Europea.
Los donantes no europeos del G7 ayudarían de manera anticipada y la Unión Europea se convertiría poco a poco en el principal donante a medida que se debilite el interés internacional. Estados Unidos seguiría siendo el colaborador más importante para la seguridad de Ucrania, mientras que otros países invertirían más en su recuperación y modernización.
El informe pronostica que, con el tiempo, habrá en total unos 100.000 millones de dólares para reconstruir la infraestructura de Ucrania, mucho menos que los 750.000 millones de dólares durante diez años a los que hace referencia Ucrania, pero está en consonancia con un estudio de la Escuela de Economía de Kiev, la cual a fines de agosto calculó que el costo de los daños hasta ese momento ascendía a 113.500 millones de dólares. Algunos países como Estonia, Letonia, Lituania y Eslovaquia también han propuesto confiscar los 300.000 millones de dólares de los activos del Banco Central de Rusia congelados en Occidente para reconstruir Ucrania y, en junio, el G7 se comprometió a analizar cuál podría ser su uso. Pero el informe considera que a corto plazo esto es poco realista, quizás ilegal y difícil de que sea aprobado por los tribunales. Los autores sugieren que, como parte de algún acuerdo, mejor se le pida a Rusia que entregue a Ucrania un porcentaje de esos activos a cambio de que se les regrese la mayor parte de ellos.
“Desde luego que eso depende del resultado de la guerra”, aseveró Kleine-Brockhoff. Pero Ucrania también tiene que satisfacer sus necesidades económicas y militares inmediatas.
Comenzar la reconstrucción formal mientras la guerra continúa es una tarea difícil, y Ucrania solo podría esperar atraer inversiones privadas importantes hasta que haya algún tipo de acuerdo y algunos convenios especiales del “seguro contra riesgos de guerra”, respaldados por los Estados, señaló Kleine-Brockhoff. “Si no hay paz ni seguridad, Ucrania necesitaría cada vez más subsidios y eso se vuelve poco realista”, explicó.
Otro autor del informe, el economista Jacob Funk Kirkegaard, añadió: “Por supuesto que hay incertidumbre con respecto a cuándo y cómo terminará la guerra, pero la factura para la reconstrucción de Ucrania será bastante significativa y existe la necesidad urgente de que eso no perdure”.
Hay cierta reticencia inevitable por parte de países grandes como Alemania y Francia, los cuales están haciendo frente a sus propios desafíos económicos locales, comentó. “Pero no podemos permitir que esto perdure, así que debemos pensar bien el modo en que Europa paga por la mayor parte. También tenemos que garantizar que haya un aspecto transatlántico evidente y un marco inclusivo que incorpore al G7 y a otros”, como a los turcos e incluso a los chinos.
“Una Ucrania que no se reconstruya con rapidez no puede entablar negociaciones de incorporación a la Unión Europea y no puede ser un Estado viable”, mencionó Kirkegaard. “Nadie quiere que Ucrania sea un Estado fallido”. Los restos de un puente bombardeado en el río Irpín, en Bucha, Ucrania, cerca de Kiev, el 17 de abril de 2022. (Daniel Berehulak/The New York Times) Los restos de una escuela en Brovarý, un suburbio de la parte este Kiev, Ucrania, el 17 de mayo de 2022. (Ivor Prickett/The New York Times)