El periodista Esteban Leonís escribió Luis Lacalle Pou: un rebelde camino a la presidencia. Pocos días después de su presentación, en un capítulo falso que fue subido como PDF a la plataforma Scribd y difundido a través de Facebook, el precandidato blanco presuntamente confiesa su responsabilidad en un siniestro de tránsito que nunca existió.

El periodista Antonio Ladra publicó Daniel Martínez: la carrera del ingeniero. Días después, el escritor denunció en Facebook otra información falsa alrededor del libro.

"Se me cuestiona por qué no he incluido en mi trabajo la vez que Martínez quiso volar la refinería de La Teja, allá por el año 1973. Otra mentira, otra canallada y muy grave, en tanto partió de un exdirector de Ancap por el Partido Nacional (...) Saquen cuentas señores, Daniel Martínez era un liceal cuando el golpe de Estado. Canallada y pico", escribió Ladra.

Pero estos no son los únicos dos casos de información falsa divulgada en torno a la campaña electoral. Ernesto Talvi denunció que a través de una cuenta falsa de WhatsApp se divulgó el capítulo apócrifo del libro de Lacalle Pou con el agregado de una frase del precandidato colorado, en la que presuntamente agraviaba al líder blanco.

Días atrás, desde el sector Vertiente Artiguista del Frente Amplio se señaló que se realizaría una denuncia por la falsificación de un afiche propagandístico difundido en Facebook. A su vez, el periodista Gerardo Sotelo también denunció públicamente que circula en redes una presunta serie de insultos de él hacia el expresidente José Mujica y sus partidarios.

Montevideo Portal consultó al psicólogo especializado en redes sociales Roberto Balaguer, quien dijo que no es posible saber si este tipo de situaciones son nuevas, pero lo que sí es real es que han cambiado las formas de transmitir mentiras, por lo que actualmente son más influyentes.

"Antes era el relato oral, en general no había una documentación, ni una nota, ni una foto, era solamente el relato y, por tanto, dependiendo de quién lo dijera le daba o no credibilidad", señaló Balaguer.

"En estos tiempos lo que pasa es que una carta, una imagen, una foto, algo que puede estar falseado o plagiado, hay una parte documental que le da mayor credibilidad a las cosas", explicó y agregó que hay otra diferencia entre el relato oral y el difundido en redes sociales, ya que la audiencia del segundo puede llegar a ser casi total.

En este sentido, anteriormente dependía de quién diera el relato si el mensaje era difundido, creído, o no. Actualmente, sea quien sea quien lo difunda, sea verdad o no, siempre queda "un residuo" mayor.

Consultado sobre lo cerca que puede estar la campaña electoral en Uruguay respecto a lo que fueron las últimas en Brasil y Estados Unidos, caracterizadas por los movimientos en redes sociales, Balaguer respondió que es necesario diferenciar dos cosas para este análisis.

"Una cosa es la falsificación y otra cosa son las posibilidades que brindan las redes de personalizar la información, donde hay un borde en el que lo que es cierto y no es cierto es un tanto borroso", explicó.

En este sentido, señaló que las redes sociales brindan la posibilidad de enviar mensajes proselitistas que a un determinado público se le presentan de una manera y a otro sector se le presentan de otra.

"Hoy hay muchas más herramientas de publicidad, de vender a los candidatos de distintas maneras dependiendo de quién sea el receptor de ese mensaje, lo que perfectamente podría cambiar y alterar los destinos de una elección", añadió.

Ellos contra nosotros

Balaguer consideró que en Uruguay todavía hay cierto "nivel educativo" en la sociedad que permite crear una pseudo barrera a este tipo de cosas, es decir, que dude de las falsedades que se difundan. El problema radica en que cuando la información - sea falsa o no - concuerda con la línea de pensamiento del receptor, es mucho más fácil aceptarla como real.

"La gente, en Uruguay y en cualquier lugar del mundo, lo que busca es validar lo que ya pensaba", explicó y agregó que el problema se agranda cuando hay una brecha tal que genera un 'ellos contra nosotros'.

"Si entiendo que a X más vale perderlo que encontrarlo, cualquier cosa que me digan de X lo voy a creer como válido. Si me dicen algo de Y, en el cual yo confío, seguramente no lo replique, ponga en tela de juicio y vaya ver quién es el emisor de ese mensaje y termine diciendo que es alguien que quiere enchastrar la campaña", apostilló el psicólogo.

Uno de los afectados

Por su parte, Talvi fue consultado por Montevideo Portal sobre su caso en particular, lo que ameritó una reflexión y comparación con respecto a las campañas electorales en Brasil y Estados Unidos.

Luego de señalar que hará una denuncia por lo sucedido con la cuenta falsa de WhatsApp y su presunto comentario sobre Lacalle Pou, Talvi agregó que actualmente se está difundiendo un audio en el que se convoca a un acto de su sector, el próximo 10 de mayo, y que se bonificará con $ 500 pesos a los asistentes, lo cual aseguró que es totalmente falso.

"Creo que esto es una operación. Especialmente la que montaron simultáneamente con la versión apócrifa del libro de Luis (Lacalle Pou) y con la versión falsa que distribuyeron por WhatsApp con mis citas. Creo que es un trabajo profesional, es un trabajo premeditado, que además requiere recursos. Es un intento de dañar la imagen de Lacalle Pou y la mía", afirmó el líder del sector Ciudadanos.

"Estamos ante el mismo fenómeno que se vivió con virulencia en Estados Unidos y en Brasil en la última elección, una campaña de mentiras y falsedades distribuidas de forma deliberada y profesional por las redes, peligroso, que puede desnaturalizar nuestra democracia", señaló y agregó que es necesario "pararlo en seco".