Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Para un comunicador que tiene una sensibilidad de izquierda, no necesariamente frenteamplista según él, no le significa ningún dilema contestar el planteo repetido en los últimos días que rezaba “cerramos TV Ciudad y esa plata se invierte en saneamiento”. La propuesta no es de recibo para Diego González (45): “Si entramos en esa de sacar cultura para mejorar las calles, por ejemplo, bueno, cerremos el Sodre. Y la gente que quiere ver ballet, que lo vea por televisión. Cerremos el Sodre y con esa plata saquemos de la calle las ollas populares. Y ya que cerramos el Sodre, cerremos el Solís. Es un edificio al pedo -ironiza-, tiramos todo y ahí hacemos un complejo de viviendas. Y ahí vamos solucionando el tema de la vivienda. Ese tipo de política es una estupidez”, sentencia.
“Lo dice gente que no tiene ni idea cómo se diseñan las políticas públicas en cultura, sobre todo, y lo que afectan las políticas públicas en cultura. Y no se miden en números, son políticas que se miden a largo plazo y tienen una línea. Esa es la política que tenemos que discutir. No escuchar lo que dice (Fernando) Marguery, que no tiene ni idea sobre políticas de cultura”, dijo.
González, desde 2019 en TV Ciudad, también le cuestionó al edil nacionalista Diego Rodríguez que se haya metido con trabajadores en vez de cuestionar a las jerarquías de la Intendencia de Montevideo. “Él tiene todas las herramientas para quejarse de esto en el lugar donde se tiene que quejar, con las personas que se tiene que quejar. Que les traslade esa responsabilidad a los trabajadores me parece una grasada; no es la manera de hacer enojar a la gente contra los trabajadores”, dijo, mientras tomaba un café en pocillo, en el bar San Martín.
González, quien entró a los medios sin una clara vocación, lleva más de 15 años en televisión. Pasó de ser un conductor gracioso a un comunicador más reflexivo y con conciencia social. Se lo nota maduro y, sobre todo, auténtico. Asegura que precisamente eso, mostrarse tal como es y piensa, es su valor agregado en los medios. En esta charla repasó su carrera en radio y TV, lo que aportó La Letra Chica a la tele y su nuevo programa, La Aldea, un late night show que tuvo buen rating en su primera emisión y va por más.
"Yo siempre jodo con que a mí siempre me pagaron por hacer de mí. No me imaginaba qué me iba a tocar hacer después de Masterchef, estaba entreverado con eso. Queria probar hacer otras cosas. Por ahí fue la sensación de alivio"
-Tu viejo laburaba en una fábrica, tu vieja vendía telas y atendía un kiosco. ¿Cómo nace el comunicador? ¿Era tu vocación o por qué la vida te llevó hacia allí? Lo pregunto porque hiciste muchas cosas antes de llegar a los medios...
-Fue 100% casualidad, yo nunca tuve una vocación. Me genera admiración esa gente que de chiquito jugaba con los frascos, y sabía que quería ser químico. Yo no, yo quería ser ninja… nada que tuviera que ver con laburar. Capaz que se me hacía fácil este tipo de trabajo, pero nunca lo pensé como un trabajo. Me fui a anotar a la UTU para hacer Publicidad, fui tarde y no había más lugar. Entonces, me anoté en radio y a los tres meses estaba trabajando en una radio.
-Mucha gente no lo sabe, pero empezaste como periodista deportivo, cubriendo la B (Segunda División Profesional). Has dicho que ahí tuviste "líos", que casi te vas a las manos, y que nunca volverías a hacer periodismo deportivo. ¿Por qué?
-En realidad porque no me gusta tanto el fútbol. Acá el periodismo deportivo es periodismo de fútbol y de fútbol uruguayo, en su mayor parte. Y me resulta bastante aburrido hacer todos los fines de semana lo mismo, opinar subjetivamente sobre si te gustó o no te gustó un jugador en un partido. Me resulta muy estresante hablar toda una semana de uno o dos partidos de fútbol. Creo que hace años que no miro un partido de fútbol entero, no es algo que me apasione.
Y tuve líos por el ambiente, creo que es un ambiente -esto dicho con el mayor de los respetos- donde se creen más importantes de lo que en realidad son. No los periodistas, todos en el ambiente. Le dan una trascendencia a nuestro fútbol exagerada… Tenés que estar en esa rosca para que te guste. Y tuve líos… Me pelee con (José Luis) Chilavert, por ejemplo.
-¿Cómo fue eso?
-Era un partido de Peñarol y me mandaron del canal (TV Libre) a sacarle una declaración sobre (la selección de) Paraguay, que estaba por quedar afuera del Mundial. Y yo dije que creía que no daba. Pero me insistieron que sí, que fuera a buscarlo. Y allá fui. Salida de los jugadores, mucha gente ahí esperando a los jugadores, el ómnibus esperándolos. Lo encaro y le tiro la pregunta, le dije que estaban casi afuera, Chilavert me mira y empieza a hacer una arenga peñarolense, que “acá sólo se habla de Peñarol” y la gente empezó a hacer ebullición. Yo quedé en el medio de la gente, y me tocaron en lugares… que creo que nunca me habían tocado. Fue un momento tenso, me tiró la hinchada de Peñarol arriba. Me lo merecía un poco. Eso fue con (Ricardo) Gabito, a quien después le pegaron un tiro.
-¿Cómo se da el salto a la TV?
-Había tenido una experiencia en VTV, con un programa de rock con Kairo Herrera, era un programa que teníamos en la radio. Lo hicimos un año en la tele, lo grabábamos en BJ Sala. Circo TV se llamaba. Creo que nos vieron los músicos que tocaban ese día, y no mucho más. Después trabajé en TV Libre haciendo un móvil de radio. Le hice un móvil a Gabito en la época que (Eugenio) Figueredo era presidente de la AUF, para que Gabito le dijera “feliz cumpleaños” a la AUF, eran como enemigos. Y a la semana me llamó Gabito, que abría un canal nuevo y quería que yo fuera el productor general del programa. Y le dije que sí. Eso fue 2001, por ahí.
Después empecé a trabajar como productor de Malos pensamientos, y un día Petinatti iba a hacer un programa en el 10, y me pidió que hiciera el casting. Hice el casting y quedé. Eso fue a fines de 2006, principios de 2007. Estaban Juan Sebastián, Rufo Martínez, Patricia Wolf, Petinatti y yo. Mundo cruel se llamaba. Ahí ya quedé en el 10.
-En radio y en tele con el Piñe, Rafa Cotelo y Pablo Fabregat trabajaste más de 10 años. ¿Por qué irte de La Mesa de los Galanes en Del Sol? Porque nadie se baja de un éxito...
-No fue una decisión fácil. Cuando fui papá con mi esposa decidimos tener una paternidad compartida en todo. Ella es odontóloga, trabaja. Había que dividir el día para que los dos pudiéramos trabajar, y a su vez los dos pudiéramos estar con Isabel. Y bueno, tenía que dejar un trabajo. La Mesa me insumía todas las tardes, que es en el horario en que ella atiende. Me quedé con el otro trabajo (TV Ciudad). Obviamente esto significó una gran planificación familiar y resignar cosas, pero lo hacemos con el mayor de los gustos. Lo que más extraño es la rutina, y extraño a mis amigos, pero me dieron para adelante con la decisión. No me dejaron ir, ¡todavía sigo en los grupos de Whatsapp! A La Mesa le va bárbaro, no me precisan. Algún día volveré.
-Estuviste un montón de años en canal 10, en diversos programas, y tu última participación fue como conductor de Masterchef. "Prescindieron de mis servicios", has dicho. Pero en Algo Contigo hace un par de semanas agregaste que sentiste "alivio" por esa decisión que te comunicaron por zoom. ¿Por qué?
-En el momento fue trágico por la pérdida laboral, pero yo tenía otros laburos… Somos una familia muy austera, yo tenía laburo en la radio, mi señora trabaja. O sea, teníamos trabajo. Yo venía desde 2007 toda mi carrera en canal 10 en horario central, y con los años te pesa un poco. No por la exposición, porque uno se acostumbra a eso, sino por las expectativas. La primera temporada de Masterchef fue una demencia, creo que le hizo muy bien a toda la televisión. Pero tras la tercera, empecé a pensar qué iba a hacer después de Masterchef, porque no va a estar tanto tiempo al aire (ojalá que esté muchos años). Y me preocupaba que me empezara a tocar hacer cosas que no me gustaran, algo que nunca me ha pasado. Tenía eso en la cabeza.
Yo siempre jodo con que a mí siempre me pagaron por hacer de mí, y eso es re fácil para mí. Pero no es habitual. Uno por lo general, laburando, hace cosas que no le gustan. Pero siendo algo artístico, te tiene que gustar, sino es muy difícil sostener eso con alegría. Y no me imaginaba qué me iba a tocar hacer después de Masterchef, estaba entreverado con eso. Tenía ganas de bajar un poco el perfil, y probar hacer otras cosas. Por ahí fue la sensación de alivio. Fue: “Me quedé sin un trabajo, no fue decisión mía, entonces no tengo culpa”. Y me obligaba a hacer cosas.
"La Letra Chica era un programa de izquierda. Pero, ¿por qué está mal eso? A veces uno le pide a los comunicadores que sean neutros. ¿Querés que sean plantas? Yo quiero saber lo que los tipos piensan desde lo social, no desde lo político partidario"
-Y se dio tu desembarco en TV Ciudad, como conductor de La Letra Chica, que desde su concepción era y es un periodístico. Y vos has dicho hasta el cansancio que no sos periodista. ¿Cómo tomaste ese desafío, tan distinto a lo que habías hecho hasta ese momento?
-A mí me divirtió mucho hacer algo que nunca hice. Yo aclaré que no era periodista, pata que no se me exigiera trabajo periodístico. Nosotros teníamos una gran producción periodística, y yo tenía que conducir un programa de televisión (periodístico), respaldado por productores periodísticos que eran periodistas. Creo que eso está bueno. Creo que no todos los periodistas pueden ser conductores de TV, y no todos los conductores de TV pueden ser periodistas. Pero podemos trabajar juntos. En ningún lado dicen que si no sos periodista no podés conducir un periodístico. Claro que podés, porque los periodistas te dan herramientas para vos preguntar lo que está bueno. Y vos tenés -como conductor de TV- que poder reaccionar a una repregunta o solucionar una situación que se dé al aire.
-Fue un programa que no dejó indiferente a nadie: tuvo su club de fans, pero también un nutrido grupo de detractores. ¿A qué lo atribuís?
-La radicalización que nosotros sentimos con el programa es la que está en todos lados. La que pasó hace unas semanas con el rosado y el celeste. No nos hacemos cargo de esa radicalización, porque nos empezó a pasar que había gente que amaba La Letra Chica y no la veía, y había gente que odiaba el programa, sin mirarlo. La tranquilidad, cuando hago un programa de TV, primero son las críticas televisivas. Ahí no había ninguna crítica a La Letra Chica: era un programa de TV que estaba bien hecho. Las críticas eran políticas: “son mandaderos del Frente Amplio”, entre otras, pero estaba totalmente descolgado de lo que era el programa.
El nuestro era un programa muy reflexivo. Los que venían a opinar eran expertos en el tema que estábamos tratando y los que estábamos en la mesa, solo preguntábamos. No éramos un programa de barricada, ni levantábamos antorchas, era un programa muy calmo. Y la gente nos destacaba cosas raras. Nos decían: “Che, no gritan”, como si fuera un valor gritar. Y no, no gritábamos. O: “Le preguntan algo al invitado y dejan que responda”. Y sí… Algo había ahí, que era algo no habitual, pero nosotros lo hacíamos muy naturalmente. Creo que el programa se usó políticamente.
-A fines de 2020 le concediste una nota a estudiantes de comunicación de la Universidad Católica -Mejor Dicho se llama el proyecto- y ahí dijiste que La Letra Chica era un programa de izquierda y que vos sos de izquierda. "Opinamos desde el lugar que nosotros consideramos que está bien", dijiste. Si te entiendo bien, reconociste que era un programa con una línea editorial de izquierda, ¿no?
-Yo creo que sí. Pero, ¿por qué está mal eso? Hay gente que lo toma como algo “malo”. A veces uno les pide a los comunicadores -no te digo a los periodistas porque parte del trabajo periodístico es el rigor-, pero a los comunicadores la gente les pide que sean neutros. Eso es lo peor que le puede pasar a un comunicador, y a una sociedad, que tenga comunicadores neutros. ¿Querés plantas conduciendo? Yo quiero saber lo que los tipos piensan desde lo social, no desde lo político partidario. Si hay temas que nos afecta como sociedad, nosotros como comunicadores tenemos que tener una postura clara, siempre cuando sea nuestra posición honesta y real.
-Otra cosa es flechar un informe para un lado, en favor de un partido político o en contra de otro…
-Eso es hacer política partidaria. El ser de izquierda o de derecha yo lo tomo como algo social. Yo nunca me expresé política partidariamente, porque no soy un convencido… Yo he votado al Frente Amplio, pero no me considero frenteamplista. Yo no sé qué voy a votar en el 2024, yo no tengo un sector, yo nunca milité, no tengo un amigo político. Pero claro que teníamos una concepción de izquierda con La Letra Chica, en lo humanista, en la manera de seleccionar las cosas, en la manera que consideramos se tiene que distribuir (la riqueza), en determinados hechos sociales tenemos una concepción de izquierda. Y yo la tengo personalmente. ¿Qué te ataquen por eso? “Hey, ¡vos sos de izquierda!” ¡Sí! ¿Y cuál es el problema?
"A mí me contratan, ni siquiera soy trabajador municipal. Que nos pongan a nosotros como los responsables de un presupuesto, que lo haga un señor que se llame Juan Pérez en Facebook, bueno, pero no un edil de la Junta. Eso es berreta"
-Los ediles de la oposición en Montevideo, dicen: "¡Hey, hacen un programa a favor del FA con los impuestos de los montevideanos!" Sin ir más lejos, el edil nacionalista Diego Rodríguez -gran crítico de TV Ciudad- se cruzó contigo en Twitter y dijo: "Pese al enojo del comunicador militante, vamos a llevar transparencia a los contribuyentes. Es fácil hacerse el canchero con la plata de todos y aunque no le guste, nuestra función es controlar. La IM gasta por año en TV Ciudad 5.500.000 dólares. ¿Estas son sus prioridades?"
-A él le respeto algo… (Piensa) Bueno, no sé si se lo respeto, pero vamos a decir que se lo respeto: es su manera de trabajar. Yo me enojé con él particularmente, porque él está en la Junta (Departamental) de Montevideo, él tiene todas las herramientas legales para quejarse de esto en el lugar donde se tiene que quejar, con las personas que se tiene que quejar. Que él le traslade esa responsabilidad a los trabajadores me parece una grasada, porque creo que no es la manera de hacer enojar a la gente contra los trabajadores…
Yo no diseño las políticas públicas de la IM, no diseño los presupuestos, al igual que cualquier otro trabajador de TV Ciudad. A mí me contratan, ni siquiera soy trabajador municipal. Yo tengo un contrato a término, termina y me voy para mi casa. Ahora, que nos pongan a nosotros como los responsables de un presupuesto, que lo haga un señor que se llame Juan Pérez en Facebook, bueno, pero no un edil de la Junta.
-Entiendo que cuestiona a la IM…
-Pero pone una foto mía, nos nombra, acusa a los programas. Él tiene una cantidad de herramientas para pedir que le justifiquen los presupuestos, él hace pedidos de informes, está bárbaro. Ahora, ¿hablar mal de los trabajadores? Dice que yo me gasto la plata de los contribuyentes, ¡yo no me gasto nada! Yo cobro un sueldo, a mí me pagan por mi trabajo. Ese discurso es muy sencillo y lo usa para hacer enojar a la gente. Y eso de un representante con un cargo electivo me parece una irresponsabilidad. ¿Hacer enojar a la gente, cuando no estás dando ninguna solución? Simplemente estás prendiendo fuego… Me parece berreta.
-A propósito de sugerir alternativas, la semana pasada, a propósito del préstamo del BID a la IM que finalmente no se logró porque no se consiguieron los votos, el panelista de Esta boca es mía, Fernando Marguery, escribió: "26 años de TV Ciudad (lo mira el 0,3 de los montevideanos) a 5 millones por año, 130 millones de dólares. Ahí está la plata, no hay que pedir prestado. Cierren TV Ciudad ahora y con ese dinero financien el saneamiento. Son prioridades, pero para eso hay que tener sensibilidad social". ¿Crees que pasa por ahí?
-Primero, hay un error conceptual de Marguery, porque habría que esperar 26 años de acá para adelante para juntar 130 millones de dólares. Marguery no es un trabajador de la televisión, Marguery sale en televisión. Porque cualquier trabajador de la televisión no pediría que cierren un canal porque no le gusta lo que allí dicen. Es una estupidez. Marguery está todo el día escribiendo este tipo de cosas. Incluso hubo un chiste el otro día, que decía: “Qué raro que alguien que está todo el día tirando mierda, y ahora le preocupa el saneamiento”. ¡Me parece fantástico!
Yo creo que esto es política. Hoy es TV Ciudad, mañana el saneamiento, se ataca a la intendenta porque es una mujer que tiene chances para una candidatura (como presidenciable en 2024), todo ese juego está bien. Él está para ese show, y hace morisquetas en el programa, está bien. ¿Pero que lo haga un representante?
"Siempre consideré al rating como una herramienta de trabajo que los canales tienen que tener para mejorar sus contenidos. Cuando empezó a depender la fuente de trabajos de mis compañeros de un número, ahí me empezó a romper las bolas el rating"
-Pero como tipo con una sensibilidad de izquierda: su argumento es “lo mira muy poca gente, entonces esa plata mejor destínenla a cosas importantes como el saneamiento”. Más allá de la política, ¿te parece atendible ese razonamiento?
-Estaría bueno que revise el rating del viernes (el estreno de La Aldea) porque no nos ve tan poca gente. Por ejemplo, triplicamos en rating a canal 5, estuvimos muy cerca de canal 4, que es un canal privado. Para la TV pública de Montevideo fue un gran número. Pero el rating es una anécdota. Las políticas en cultura no se miden con rating. A la gente le transmitimos que si uno hace 10 puntos de rating y otro hace 8, el de 10 es mejor que el de 8, y eso es una estupidez, porque capaz que el de 10 es un programa de cocina y el de 8 es un periodístico, y estás comparando peras con papas.
Si entramos en esa de sacar cultura para mejorar las calles, por ejemplo, bueno, cerremos el Sodre. Y la gente que quiere ver ballet, que lo vea por televisión. Cerremos el Sodre y con esa plata saquemos de la calle las ollas populares. Y ya que cerramos el Sodre, cerremos el Solís. Es un edificio al pedo -ironiza-, tiramos todo y ahí hacemos un complejo de viviendas. Y ahí vamos solucionando el tema de la vivienda. Ese tipo de política es una estupidez. Lo dice gente que no tiene ni idea cómo se diseñan las políticas públicas en cultura, sobre todo, y lo que afectan las políticas públicas en cultura. Y no se miden en números, son políticas que se miden a largo plazo y tienen una línea. Esa es la política que tenemos que discutir. No escuchar lo que dice Marguery, que no tiene ni idea sobre políticas de cultura.
-¿Cuánto te importa el rating?
-Poco. Yo tenía un discurso de que no me importaba el rating. Incluso llegué a salir de grupos de Whatsapp cuando se festejaba: “Hicimos tanto y le rompimos el culo a aquel”. A mí me ponía de muy mal humor y salía del grupo. Yo siempre consideré al rating como una herramienta de trabajo que los canales tienen que tener para mejorar sus contenidos. Cuando empezó a depender la fuente de trabajos de mis compañeros de un número, ahí me empezó a romper las bolas el rating. Ver programas que desaparecían a los dos meses porque un número les daba mal, para mí el programa estaba buenísimo, y en realidad es un conjunto de cosas… Capaz que la producción no estaba buena, capaz que los vendedores no lo supieron vender, pero siempre se quedaban sin trabajo mis compañeros.
Yo tuve buenísimas experiencias de rating, me tocó estar en programas que fueron de lo más visto en la televisión privada y me tocó estar en programas de lo más visto en la televisión pública, y nunca me salió salir a jetear con el rating. ¿Sabés por qué? Porque yo sé que a la otra semana me va a ir mal, y a la otra me va a ir bien, y a la otra mal. Vos, como comunicador, ¿publicar tu número de rating? Es como re berreta, es raro, porque le estás transmitiendo a la gente un valor que no es tal. Que lo festejen los vendedores, y que lo tomen como una herramienta para salir a mantener puestos de trabajo. Bo, apuesten un poco más de tiempo, mejoren algo. No, “sácalo y poné otro”. Eso me parece cruel y súper tonto.
-Sos muy auténtico en redes sociales. Así como una vez le dijiste "Te odio" a Eduardo Bonomi, cuando era ministro y te habían robado, te has cruzado con varias figuras políticas del oficialismo actual, como con la senadora Graciela Bianchi. Esto de no autocensurarte nada, ¿es parte de una convicción?
-Me sale así. Me ha causado pila de problemas. Cuando trabajaba en canal 10 todas las semanas me llamaba un gerente. Primero aprendí a no meterme con marcas haciendo chistes -yo nunca soy ofensivo en las redes, siempre es un chiste, que a alguien puede no gustarle-, pero las marcas no tienen mucho sentido del humor, entonces cedí y dije: “Bueno, está bien, dejemos a las marcas de lado y hago chistes con otras cosas”. Pero cuando se empezaron a meter con opiniones personales que yo daba sobre temas que afectaban a mucha gente, y se me exigía una explicación por lo que había escrito, en canal 10 lo llevé a un contrato. Dije: “Lo que yo opine en redes sociales es tema mío, no voy a cambiar lo que opino por trabajar en tal o cual lugar”. Y firmamos un contrato donde estaba eso llevado al papel, porque ya era insostenible que yo ponía algo y recibía un llamado: “¿Te parece poner eso?” Y sí, me parece, por eso lo escribí. Tuvimos momentos tensos, hasta que llegó a eso: a llevarlo a un contrato y dejarlo claro.
-Preferís comprarte problemas, pero ser auténtico.
-Es que ese es el único valor agregado que yo tengo. Si no, ¿cuál sería mi trabajo como comunicador? ¿Leer bien? ¿Hacer bien un chivo? Para eso me dedico a otra cosa. Creo que el único valor agregado que tengo es lo que pienso, y como yo observo lo que me rodea. Ese es mi valor agregado como comunicador.
"Yo creo que la TV fagocitó a los famosos. Entrevistas con famosos, panelistas con famosos, charlas con famosos de a cuatro, de a cinco. Entonces, tratamos de hacer algo distinto, hacer más lúdica la charla, llevarlos a la actualidad y saber qué piensan"
-Entre 2016 y 2017 bajaste notoriamente de peso. Bajaste más de 50 kilos. ¿Qué te hizo el clic para querer adelgazar y cambiar tu imagen?
-Bajé 52 kilos. Me sentía mal, me sentía mal físicamente, me pasaba que comía cualquier cosa, aunque sea muy poquito, y quedaba muy lleno. Y me entré a perseguir, pensé que era cáncer. Era como un estado del cuerpo raro. Fui a la Copa América Centenario en Estados Unidos con el Rafa Cotelo, y un día fuimos a un parque de diversiones, teníamos que andar en unos autitos y… yo no entraba en el autito, y me entraba un pie solo, entonces podía acelerar solamente, no llegaba al freno. Pensé: “Pah, estoy re gordo”, pero no sabía qué tan gordo estaba. Fui a una nutricionista, me iba a pesar y ella me preguntó: “¿Cuánto pensás que pesás?” y yo le dije 120 (eso era ser gordo en mi cabeza), me pesé y pesaba 142 kilos.
Me preguntó cuánto quería pesar y transamos en 95, pero faltaban kilómetros para eso… Me acuerdo que la primera semana bajé 7 kilos, y no se me notaban, pero los había bajado. Pensé: “Es por acá” y me lo tomé re en serio. Comer más sano, tomar mucha agua, achicar las porciones. Hacer ejercicio nunca está de más. Me lo tomé re en serio. En un año llegué a pesar 105, en un tiempito más llegué a 90 y me sentí como re flaco. Al toque se me fue el malestar físico, me cambió la piel, me sentí mejor.
-Hace unas semanas tuiteaste que "algún día" te encantaría conducir un late night show. ¿Ya estabas en conversaciones para hacer La Aldea y fue un enigmático?
-Era algo parecido lo que estaba conversado, pero era muy atemorizante porque uno dice late night show uno piensa enseguida en Estados Unidos, y estamos a años luz de lograr que nuestra televisión invierta en un programa así. Son programas que arrancan 23.30, acá difícilmente un canal invierta dinero en un programa que arranca 23.30. Acá los canales toman ven un “gasto” y quieren ahorrar, cuando para un programa son inversiones. Por ejemplo, guionistas. Prácticamente se trabaja sin guionistas o en cada canal hay un guionista. Estos programas necesitan una inversión.
Yo tenía mucho miedo de intentar hacer algo como eso, con La Aldea. Pero encontramos programas de referencia españoles como La Resistencia o Late Motiv. Es más, estéticamente nuestro programa se ve muy parecido a La Resistencia, porque fue nuestra referencia. Pero el nuestro es más latino, menos perfecto. Los late americanos son perfectos. Esa perfección en televisión sale mucha plata. Nosotros no tenemos acceso a ese nivel de producción. Pero estos españoles lo ensuciaron un poco, y es más realizable. Y ahí dijimos: “Bueno, acá nos tenemos fe”. Buscamos un teatro, encontramos al Artesano en barrio Peñarol que es hermoso, encontramos a Paula Villalba y a Maxi Bocca que son los que diseñaron la escenografía, que la rompieron, los técnicos del canal que la descosieron con la iluminación. Cuando vimos eso armado, dijimos: “Bueno, esto se parece a lo que queremos hacer”.
Le agregamos a Waldemar (Gastón Carbajal) que para mí es el Uruguay metido ahí adentro, agregamos a comediantes profesionales que vienen a charlar, comediantes que vienen a hacer monólogos, y agregamos una entrevista que yo tenía ganas de hacer y un monólogo de actualidad. Ahí quedó La Aldea, y a la gente le gustó.
-En La Aldea -viernes a las 21 en TV Ciudad- volviste a un programa donde conducís y hacés una entrevista, pero con una fuerte apuesta a los comediantes. ¿Estás en tu salsa?
-Esto es más parecido a la veta que yo tengo en las redes sociales. En TV hace tiempo que no hago algo parecido, Yo y tres más capaz que fue lo último, donde era algo más entretenimiento. Nosotros de pique sabíamos que el tipo de humor que queríamos hacer era 100% de actualidad, por lo menos en el monólogo de arranque, y después que los comediantes se sintieran libres. La actualidad tiene muchos insumos.
Las entrevistas las preparamos, tratamos de que sea lúdica. Yo creo que la televisión desde hace unos años fagocitó a los famosos. Estamos haciendo cosas sobre famosos todo el tiempo, siempre con famosos: entrevistas con famosos, panelistas con famosos, charlas con famosos de a cuatro, de a cinco, de a seis. Entonces, otra entrevista con alguien conocido iba a ser raro. Entonces tratamos de hacer algo distinto, por lo menos que no sea de trayectoria, hacerlo más lúdica la charla, incluso llevarlos a la actualidad y saber qué piensan. Y si con esa forma de comunicación, la consecuencia es risa, fantástico. Para eso igual están los comediantes. Y el monólogo (escrito por Ernesto Muniz y yo) es hablar de lo que habló la gente toda la semana.
-¿Seguís pensando que tu mejor laburo hasta el día de hoy fue en un depósito en Nuvó cosméticos, como le dijiste a Fede Paz en Buen Día Uruguay?
-¡Ah sí, lejos! De verdad la pasé muy bien. Hice pila de amigos. Yo trabajo para hacer amigos, y para la gente con la cual trabajé quiera volver a trabajar conmigo en un futuro. Todavía que vas a ir a trabajar, ¿vas a ir a pasarla mal? No tiene sentido. Y en ese trabajo yo la pasé re bien. Éramos todos casi de la misma edad, en el entorno de los 20 años, conocí gente de todos los barrios. Yo venía de La Curva y tenía un ambiente, pero tenía un compañero que era mormón, otro era pastor, había gente del Cerro, de La Teja, gente que estaba estudiando Medicina, gente que no tenía el liceo hecho… Se me abrió el mundo a mí. Tenía compañeros que tenían tres hijos y con el mismo sueldo que yo ganaba, los mantenían y los mandaban a la escuela, y yo me gastaba el sueldo en, no sé, cerveza. Crecí personalmente ahí.
-¿Cuánto te cambió la vida Isabel, tu hija de 14 meses?
-Mirá, yo tomé la decisión de no endilgarle a mi hija ni las cosas negativas que me pasan, ni las súper positivas, porque creo que es cargarle demasiado a un bebé que tiene 14 meses. Hay gente que te dice: “No vas a dormir más, olvídate de tu vida anterior, nunca más vas a salir, no vas a tener sexo con tu mujer, no vas a hacer tal cosa”. ¿Le estás echando la culpa de todo eso a un bebé? Yo todo lo que hago con Isabel es re divertido. Estaba deseando tenerla, me recontra divierto con ella, y no es que tenga menos tiempo: uso el tiempo con Isabel. Tengo pila de tiempo con Isabel, no es que tenga menos tiempo “para mí”. Es una bebé hermosa que no vino a cambiarnos la vida, vino a acompañarnos y para nosotros es tremenda responsabilidad acompañarla para que sea una buena persona.
-¿Cuál es la principal enseñanza que te gustaría dejarle para el resto de su vida?
-Después de hacer mucha terapia, yo me di cuenta que con mi viejo nunca tuve esas charlas de las películas, cuando te dicen: “Vení, te voy a contar los secretos de la vida”. Yo me di cuenta de algo: espero que Isabel entienda las cosas que están buenas de la vida porque me vea a mí hacerlas, y no porque yo se las diga. Las cosas se hacen, no se dicen. Los ejemplos que quiero darle a Isabel será con hechos, y siendo honesto conmigo. Eso Isabel lo va a absorber.
-¿Sos feliz?
-Re. Soy re feliz.
Por César Bianchi
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