Un clima político “bastante polarizado”, cuestionamientos unilaterales al sistema electoral con una antigüedad de cuatro años y casos de intensa violencia entre militantes de uno y otro bando: de esta forma describió el tiempo que se vive en Brasil, de cara a las elecciones presidenciales, la politóloga y magíster de la Universidad Federal de Pernambuco, Ana Tereza Duarte.
La carrera para ver quién será el nuevo inquilino del Palacio de la Alvorada está liderada por dos hombres que ya supieron portar la banda presidencial: Luiz Inácio Lula da Silva —mandatario entre 2003 y 2010— y Jair Bolsonaro, actual jefe de Estado de Brasil.
En una campaña teñida del pasado y la ideología de ambos políticos, de la operación Lava Jato y el tiempo de Lula en la cárcel, de la pandemia y la gestión de Bolsonaro y de discursos demonizadores en la voz de los militantes, los dos candidatos parecen buscar con el mismo ahínco tanto alcanzar la primera magistratura como evitar que su oponente llegue al poder.
Sin embargo, tal como indicó Duarte, Lula y su Partido de los Trabajadores (PT) parecerían alcanzar —no sin cierta dificultad— la victoria en primera vuelta, según proyectan “prácticamente todas las principales encuestas” del país. La pregunta es, ya en ese eventual escenario o ganando Lula en segunda vuelta, si Bolsonaro aceptará o no los resultados de los comicios, y cómo reaccionarán sus seguidores.
Duarte, en conversación con Montevideo Portal, comentó que Bolsonaro este miércoles volvió a cuestionar la fiabilidad de las urnas electrónicas y del proceso electoral. “Entonces, es probable que, si pierde el domingo y Lula gana en primera vuelta, él incite a sus seguidores a rebelarse. Sus seguidores son un poco violentos, una parte de ellos”, dijo la politóloga.
Cuando ganó, en 2018, Bolsonaro reclamó por los resultados electorales y continuó acusando a las instituciones responsables de fraude. “Tradicionalmente se sabe que los que pierden suelen ser los que acusan al sistema electoral de fraudulento, pero él ganó. Y ahora en campaña, en año electoral, sus reclamos se intensificaron”, expresó.
Afirmó que el voto electrónico “es total” en Brasil, habiéndose instaurado en 1996 y alcanzando todas las ciudades del país en el 2000. “Hace más de 20 años que la gente vota electrónicamente y eso mejoró la existencia electoral; el número de abstenciones se redujo muchísimo y antes de que Bolsonaro emergiera como figura pública y conocida en los medios, en realidad nadie cuestionaba que las urnas pudiesen ser hackeadas”, dijo la experta.
“Bolsonaro está muy ligado con la policía, con los militares. Yo diría que un 99% de los policías y militares lo apoyan, y también muchos de sus seguidores son bastante violentos, así que Bolsonaro tampoco precisaría hacer mucho esfuerzo para que esos seguidores tomaran medidas violentas”, sostuvo.
Como ejemplo de la violencia política que se vive hoy en Brasil, dijo que “antes era muy común que la gente pusiera pegatinas en sus coches manifestando sus preferencias políticas”, pero que “hoy en día solo se ven las de Bolsonaro”, dado que “la gente de izquierda tiene miedo de poner una pegatina de Lula en su coche” para luego “verlo destrozado”.
Dijo que también se le está pegando a la gente en la calle y recordó varios sucesos de apuñalamientos de militantes del PT por parte de manifiestos partidarios de Bolsonaro. “Aquí en mi ciudad, en un barrio de clase media, se puso una toalla de baño de Lula en una ventana y seguidores de Bolsonaro dispararon contra la ventana”, narró Duarte.
Al ser consultada sobre si se espera un intento de golpe de Estado en caso de que Bolsonaro pierda las elecciones, dijo que cree que “es algo muy extremo”, pero que “nada es imposible”.
“Yo creo que nuestras instituciones todavía funcionan de alguna manera y que pueden evitar un golpe. Sin embargo, no sé; tampoco la gente se imaginaba que ciudadanos podrían llegar a invadir el Capitolio de Estados Unidos. Fue una sorpresa para todos, así que espero que nosotros no tengamos una sorpresa de ese estilo aquí”, manifestó.
Lula, en la búsqueda de la primera vuelta
Duarte comentó que las grandes encuestadoras de Brasil dan una intención de voto que le garantizaría a Lula alcanzar nuevamente la presidencia este domingo. Sin embargo, advirtió que “hay otros factores que mirar”.
“Por ejemplo, el grado de abstención. En general, históricamente, un 20% del electorado no comparece en las urnas. Las investigaciones, las encuestas, tienden a asociar a esa gente que no comparece a la izquierda. Puede ser que de ese voto, Lula pierda un 2%, por la gente que no va a votar”, puntualizó.
La experta explicó que el alto porcentaje de abstención no se debe a “gente que no quiere ir a votar por pereza”, sino a poblaciones de zonas rurales, ciudadanos que no tienen medios de transporte para llegar a sus puestos de votación. “Siempre hay una parte de la población que termina sin votar”, agregó.
Duarte contó que desde la militancia del PT han pedido, en un afán de alcanzar esa victoria en primera vuelta, al tercer candidato en la carrera, Ciro Gomes —exministro de Integración Nacional durante la primer presidencia de Lula (2003-2006)—, del Partido Democrático Laborista (PDT, por sus siglas en inglés), que retire su postulación para que sus votantes se vuelquen a votar por Lula. Comentó que Gomes tiene hoy una intención de voto cercana al 7%.
“Ciro Gomes se presenta como una izquierda alternativa. Incluso, en los debates televisivos, hizo muchas más críticas a Lula que a Bolsonaro, porque los militantes del PT están haciendo mucha presión para que renuncie su candidatura, así que él está con mucha rabia y atacó muchísimo al PT”, apuntó.
El eventual nuevo gobierno de Luiz Inácio
“El clima político va a seguir polarizado” en caso de que gane Lula, advierte la académica. “Él no va a lograr hacer un milagro. Va a ser electo, pero en parte porque la gente está rechazando mucho a Bolsonaro”, aseguró.
“Sus gobiernos anteriores fueron muy exitosos, pero cuando recibió el país en 2003 había inflación cero, el contexto internacional era el del boom de commodities, así que la economía pasaba por un buen momento en el que Brasil pasó a exportar mucho sus materias primas. Hoy el escenario es totalmente distinto. Ya no hay boom de commodities, la economía brasileña va muy mal, la inflación está muy alta y en cuatro años no creo que él vaya a lograr hacer milagros. Y la gente lo va a responsabilizar muchísimo, porque el país no va a mejorar así, mágicamente”, argumentó Duarte.
Como candidato a vicepresidente, a Lula lo acompaña el exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin —antiguo presidente del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y hoy integrante del Partido Socialista Brasileño (PSB)—, una figura que, al entender de Duarte, ayuda a la imagen política del histórico dirigente petista de cara al domingo. “Yo creo que estratégicamente fue una jugada muy inteligente; le da todo un carácter de no radicalidad a Lula, por tener junto a él a una persona de centro-derecha”, dijo.
Sobre la gobernabilidad de un eventual gobierno de Lula, Duarte consideró que la clave es la estrategia que logre armar con el congreso y los ministerios que adjudique.
“Aquí las listas son abiertas, es decir, uno vota separadamente para presidente y para diputados. Entonces pasa muchísimo que la gente vota a un presidente de izquierda y a un diputado de derecha. Aquí la gente no tiene mucho ese pensamiento de votar ideológicamente, sino en base a la persona, aunque sea para cargos proporcionales. Entonces es muy probable que la conformación del congreso siga siendo de mayoría de centro, centro-derecha”, comentó.
“Inevitablemente Lula va a tener que negociar todo el tiempo con la centro-derecha o hasta mismo con la derecha, por cuestiones de gobernabilidad. Es probable que tenga que darle ministerios a la derecha también; aunque haga alianzas con otros partidos de izquierda, todavía no logró formar una mayoría. Sin la derecha, no va a lograr hacer una mayoría en el congreso”, concluyó Duarte.