Tras la victoria electoral del economista Javier Milei el pasado domingo, varias son las incógnitas que se abrieron en Argentina, provocadas por las promesas de campaña del presidente electo del país vecino.
Una de ellas fue la de dolarizar la economía argentina y realizar un ajuste del déficit fiscal para corregir las distorsiones económicas.
Aunque el lunes en Argentina hubo feriado por decreto del gobierno, este martes los mercados dieron distintas respuestas al triunfo del libertario. Entre ellas estuvo una primera reacción del dólar blue, que tuvo un alza de hasta 125 pesos argentinos y cerró en 1.075, un valor casi 200% superior al del dólar oficial.
Así las cosas, el escenario sobre lo que puede ocurrir con la economía argentina a partir del 10 de diciembre y en 2024 es mayormente de “incertidumbre”, según expresaron diferentes analistas. Sin embargo, también se estima que, como prometió en campaña, el gobierno liderado por Milei lleve adelante una corrección de las variables macroeconómicas (inflación, déficit fiscal, deuda, diversos tipos de cambio) de un país que acumula más de una década sin crecimiento de su actividad económica.
“Mientras que no hay dudas sobre la complicada ‘herencia’ en materia económica, sí las hay acerca de lo que vendrá. El escenario 2024 todavía no tiene números, en el contexto de dicha herencia y del diseño final del plan de gobierno. Pero todo apunta a que 2024 será otro año de alta inflación y bajo crecimiento”, expresó este martes el economista Javier de Haedo, en su informe semanal del Observatorio de Coyuntura Económica de la Universidad Católica del Uruguay (UCU).
El economista uruguayo apuntó que, aun conociéndose el resultado de las elecciones, “es muy difícil ponerle números a 2024”, debido a que se “insiste en que se buscará dolarizar la economía, pero no se sabe cuál será el timing de ese proceso”.
Con relación a cómo puede influir un ajuste en la economía argentina en la actual coyuntura, en la que para los uruguayos resulta barato comprar en Argentina por la relación del tipo de cambio, el economista uruguayo arriesgó un pronóstico.
“Si hubiera que arriesgar a ponerle números al año próximo, habría que pensar en una inflación mayor a la actual, a un dólar oficial subiendo más que el IPC [Índice de Precios del Consumo] y a un dólar paralelo subiendo menos, lo que sería trivial si en el correr del año se unificaran todos los tipos cambiarios. Mientras tanto, el crecimiento de la economía se ubicaría en un rango en torno a cero. Para Uruguay, el escenario más probable sigue siendo el mismo: una Argentina barata y empobrecida por un buen rato. El Índice de Precios de Frontera (IPF) que produce el Campus Salto de la UCU mostró que en setiembre Salto estaba 172% más caro que Concordia. Ese resultado se debe, principalmente, a la brecha entre el tipo de cambio real (estimado con el dólar paralelo) actual y el promedio histórico”, pronosticó De Haedo.
Con respecto al crecimiento y la inflación, De Haedo consigna: “La última proyección del REM [encuesta de expectativas que releva mensualmente el Banco Central de la República Argentina], publicada la semana pasada, apunta a una caída de 2% en el PIB [Producto Interno Bruto] en este año, menos de lo que hace unos meses se esperaba, como consecuencia de la inyección de dinero por parte del gobierno (“plan platita”). De este modo, el PIB de 2023 será 1% inferior al de 2013, lo que implica, en términos per cápita, un 10% menos. En los 12 meses a octubre, la inflación se ubicó en 142,7% (ver la gráfica al pie de esta hoja) y según el REM llegará a 180% a fin de año. La aceleración prevista para el último bimestre se debe a que se espera un ajuste del tipo de cambio oficial, al final de ciertos controles de precios y al inicio de ajustes en tarifas de servicios públicos. Esto mismo hace esperar que en el año que viene la inflación se siga acelerando. De hecho, y paradójicamente, cuanto mejor se hagan las cosas y más errores se corrijan, mayor será la variación del IPC”.
En una línea similar se expresó el economista Aldo Lema, quien fue entrevistado por el medio chileno La Tercera.
Consultado sobre lo que hay que esperar, Lema respondió que hay que tener “prudencia y cautela”.
“No necesariamente el panorama en Argentina va a mejorar significativamente, ha habido en el pasado muchos falsos amaneceres y este puede ser uno más, se necesita tiempo como para poder esperar una mejora sustantiva en la situación económica de Argentina. Puede haber un ambiente un poco más proclive a la inversión; puede haber eliminaciones de ciertas distorsiones que son muy relevantes, por ejemplo, el tema de los tipos de cambio múltiples; se puede eventualmente ir a una unificación del mercado cambiario o hacia una dolarización. Pero de nuevo va a estar la necesidad de sostenibilidad en muchos de esos cambios y, en ese sentido, muchos de los riesgos asociados a Argentina van a permanecer en el corto plazo”, dijo.
“Este no es un escenario de un giro de política económica. Vamos a tener uno o dos años que van a ser muy complejos y falta mucho tiempo, muchas medidas y también señales de gobernabilidad para poder concluir que Argentina va a poder cambiar para mejor y de manera sostenible”, agregó.
Los desafíos por delante
Por su parte, previo al balotaje que definió que Milei será el próximo presidente argentino, la consultora uruguaya Exante divulgó en su cuenta de X (Twitter) un análisis sobre la compleja situación macroeconómica que enfrentará el próximo gobierno en el país vecino.
“La actividad económica en Argentina viene alternando ciclos cortos de alza y recesión, pero acumula más de una década sin crecimiento. Con datos a junio, el PIB se encontraba en niveles similares a los de 2011. Eso implicó un descenso acumulado del PIB per cápita de más de 10%, lo que contrasta fuertemente con el desempeño de los demás países de la región. Ningún componente de la demanda logró acumular crecimiento relevante en la última década, aun con el efecto positivo de Vaca Muerta en la inversión y con un dólar alto que podría haber favorecido las exportaciones. En este año, en particular, la sequía tuvo un impacto con escasos precedentes en la actividad agropecuaria (al igual que en Uruguay)”, señaló Exante en un hilo.
En esta línea, la consultora liderada por el economista Pablo Rosselli añadió que, “más allá de las condiciones climáticas, hace años que el sector exportador convive con retenciones significativas”, lo que “amortiguó las señales positivas del último ciclo de commodities e inhibe las decisiones de inversión” en Argentina.
“Por otro lado, con inflación alta y sin crecimiento de la productividad, en la última década el salario real en el sector formal perdió un cuarto de su poder adquisitivo. La pobreza ha venido subiendo en el último quinquenio. Las presiones inflacionarias siguen siendo un tema central: la suba mensual de precios es cada vez más intensa. El antecedente de la hiperinflación del 89 indica que la escalada de precios puede darse de forma rápida una vez que se alcanzan registros mensuales del orden de 10%. Detrás del problema inflacionario se conjugan varios factores, pero el aumento del gasto público y su financiamiento con emisión monetaria son elementos centrales del diagnóstico”, agregó Exante.
En esta línea, se señala que Argentina “debe corregir un excesivo gasto en subsidios para la contención de las tarifas, lo cual ha generado una fuerte distorsión de precios relativos, con reservas agotadas y presiones devaluatorias que se vienen exacerbando”.
“El próximo gobierno deberá procesar un ajuste y reperfilamiento de la deuda pública, dado los abultados vencimientos de 2024 y 2025. La alta proporción de deuda indexada también es un desafío a gestionar. Las chances de una corrección sin desorden nominal muy extremo dependerán de que el próximo gobierno logre enmarcar la necesaria devaluación con un ancla (fiscal y/o monetaria) potente. Por tanto, el riesgo de un escenario hiperinflacionario no debe descartarse. Con ese trasfondo y con grupos de interés fuertes, la ejecución de un ajuste fiscal de entidad será una tarea compleja”, adelantó Exante.