Por Cecilia Presa
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“No quiero que me separen de mis amigos”, le dijo Manuel (10 años) a su mamá, Mariana, a fines de octubre de este año. Menos de 24 horas antes, la mujer había recibido un mensaje desde la fundación que gestiona el colegio Virgen de las Flores, ubicado en La Floresta, al que acude el niño desde sus primeros años.
“Queridas familias, desde el equipo directivo de Fundación Sophia queremos convocarlos a una reunión con todas las familias del colegio Virgen de las Flores el día miércoles 23 de octubre a las 12:15 horas en dicho centro”, decía el mensaje que leyeron Mariana y el resto de los padres y madres de los 70 niños que estudian en el histórico centro educativo fundado en 1922.
Ese día escucharon por primera vez que el colegio cerraría sus puertas de forma definitiva y que no había vuelta atrás. ¿El motivo bridado? Que la institución educativa da pérdidas y su situación no es sustentable.
“Fue de un día para el otro y sin previo aviso”, detalló Mariana Silveira, la madre de Manuel, a Montevideo Portal.
“Desde 2018 hemos acompañado y sostenido el proyecto, pero las distintas estrategias nos han mostrado que el colegio no es viable en el mediano y corto plazo”. Así lo explicó a Montevideo Portal Verónica Assandri, vocera de la Fundación Sophia, la organización sin fines de lucro que hasta diciembre tendrá en comodato al colegio y luego dejará de gestionarlo.
Impulsada por la Iglesia Católica de Montevideo, desde 2014 el trabajo de la Fundación Sophia consiste en acompañar a colegios católicos con “fragilidad económica y financiera en búsqueda de la auto sustentabilidad”.
El 23 de octubre de 2024 la misma noticia que recibieron los padres del colegio Virgen de Las Flores llegó a otros cuatro colegios católicos pertenecientes a la Fundación Sophia ubicados en varias localidades del país. Fueron el colegio Cristo Divino Obrero, ubicado en Gruta de Lourdes (Montevideo), el Sagrado Corazón de María de Rosario (Colonia), el Maria Auxiliadora de Lascano (Rocha) y el San José de Migues (Canelones).
De esta manera, la red de colegios de la fundación pasará de estar integrada por 34 instituciones este año, a 29 en 2025.
Dado que el principal sustento de estas instituciones es el pago de las matrículas y cuotas, al explicar los motivos de esos cierres, Assandri apuntó a factores como la baja natalidad, las propuestas “más atractivas para algunas familias” de escuelas públicas de tiempo completo y la acumulación de deudas que se generaron durante la pandemia.
La integrante de la fundación afirmó que transmitir a las familias y los docentes el cierre de las escuelas fue “un momento sumamente difícil para la fundación”. “Decir que no pudimos es renunciar a nuestro propio objetivo”, describió.
Pero en La Floresta varias familias se negaron a aceptar la idea de soltar el colegio que, en muchos casos, vio crecer a varias generaciones.
El hecho de que sea el único centro de estudios católico de la zona y de que su cuota sea casi la mitad en comparación con otros institutos de enseñanza privados de la costa canaria también incide.
“Además, nos avisaron que cerraba y el período de inscripción en la escuela pública ya cerró, recién vuelve a abrir en febrero”, explicó Silveira, quien es desde hace 11 años madre del colegio Virgen de las Flores.
Por eso, al otro día de la reunión con la Fundación Sophia, ella y unos 20 padres y madres se pusieron a trabajar para que el colegio siga funcionando.
“Hay una madre que es contadora, otro padre que es abogado, otro que es escribano y todos colaboraron. Se armó el proyecto con todo, con la ayuda de una inspectora de ANEP, todo fue en tiempo récord”, contó, entusiasmada.
“La contadora pidió los presupuestos, se sacaron las cuentas y el colegio en realidad sería rentable. Lo que pasa es que las deudas que tiene son viejas y van generando multas y recargos, pero hasta hace tres años el colegio daba ganancias”, destacó y dijo que hoy ya tienen una lista de espera de 30 niños para inscribirse bajo la nueva gestión.
La celeridad y el trabajo mancomunado fue posible gracias a que hacía varios años que funcionaba en la escuela una comisión de padres muy activa.
Por ejemplo, gracias a la donación de un abuelo y el trabajo de un padre, este año se cambió la instalación eléctrica del edificio. “Antes tocabas una pared un día de lluvia y podías quedar pegado”, dijo Silveira.
La comisión de padres también juntó fondos y logró comprar aires acondicionados para colocar en los salones.
Antes, a través de un convenio social con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas y unos dos millones de pesos aportados por un donante, el colegio Virgen de las Flores pudo construir salones y baños nuevos.
Sin embargo, el presupuesto no había alcanzado para terminar dos de los baños. “Fueron dos papás con sus empleados y los hicieron todos nuevos”, contó y agregó: “En verano cuando hubo que pintar y que arreglar estuvieron los maestros haciendo hidrolavado en las paredes y pintando”.
“Laburamos, sacamos adelante el colegio y que de un día para el otro nos digan que no tenemos a dónde mandar a nuestros hijos fue complejo”, lamentó la mamá.
Aunque el entusiasmo y la esperanza de reiniciar el proyecto institucional había sido frenado semanas atrás con un nuevo “balde de agua fría”.
Después de que armaron el proyecto, los padres les plantearon a las hermanas, dueñas del local físico, alquilarles el edificio. “Sacando la cuenta, con los niños que se quedaban y un incremento mínimo de la cuota, daba para cubrir todos los gastos del colegio e incluso pagar el alquiler. Pero hace unos días nos llegó una carta de las hermanas diciendo que no nos daban el colegio. Ni a nosotros ni a ningún otro proyecto”, detalló Silveira.
En el mensaje, que llegó desde la líder de la congregación de Argentina, no hubo argumentos claros, ya que tampoco está en los planes de las hermanas utilizar el local para otros fines. “Nos parece ilógico. Se llaman Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, pero se ve que la caridad se la olvidaron”, había expresado la madre hace una semana.
Lejos de resignarse a esperar a febrero, las familias no se rindieron y se pusieron manos a la obra para encontrar un local para alquilar.
“Tenemos un apoyo muy importante de la comunidad de La Floresta, porque el colegio es parte del patrimonio del balneario”, dijo y relató sus peripecias en la búsqueda de un espacio adaptado a las necesidades de los niños.
Finalmente, este sábado 30 de noviembre, a un mes del fin del comodato con la Fundación Sophia, la comisión de padres firmaron el contrato de alquiler de una casa ubicada en la rambla de La Floresta.
“De ahora en más el cole es de la asociación civil de los padres”, le contó con claro entusiasmo Silveira a Montevideo Portal.
Ahora reciben donaciones a través del número 099 372 271 para poder refaccionar el lugar y abrir sus puertas en 2025.
“La idea es hacer unas rifas en la fiesta de despedida, hacer una linda fiesta invitando a toda la comunidad, ex alumnos, para dar cierre a este ciclo y comenzar el nuevo. Esta semana definiremos que más podemos hacer para arrancar con más fuerza“, sentenció la mamá.
Por Cecilia Presa
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