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Una buena historia: la herramienta más efectiva para una comunicación de impacto

Cómo las historias impulsan la visibilidad de un emprendimiento, un líder y hasta una marca personal

30.03.2022 12:18

Lectura: 4'

2022-03-30T12:18:00-03:00
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Por Gabriela Malvasio
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Dicen que la distancia más corta entre dos personas es una historia. Y esto es porque genera una conexión basada en la identificación. Además es más probable que uno recuerde una buena historia. 

Hoy se habla mucho de que el contenido es la nueva publicidad y de la necesidad de comunicar desde un lugar distinto. 

Una de las mejores formas de generar contenido es a través de historias, subraya Raquel Oberlander en su reciente libro Sin contenidos no hay marketing (digital). Lo interesante es que esto se aplica tanto a la comunicación de emprendimientos y empresas como marcas personales. 

Oberlander subraya que cualquier contenido debe tener al menos uno de estos cinco atributos: ser entretenido, informativo, inspirador, interactivo y útil. También hay que apuntar a lo novedoso y original. Y allí las anécdotas (propias y ajenas) tienen mucho para aportar ya sea en una presentación o un posteo para redes sociales.

“Una buena historia despierta el interés y la identificación del público. Una muy buena hace que el público se imagine en el papel del personaje principal. Y una historia espectacular hace que el público recorra cada paso en la piel del protagonista, sufriendo con él y enfrentando todos los obstáculos que se presentan a lo largo del camino, movido por la esperanza de superar el conflicto y vibrando cuando ello ocurre”, comparte Oberlander en su libro. 

La efectividad de las historias se relaciona con la necesidad de sentir que se está en contacto con otra persona. Con percibir “trazos de humanidad”, al decir de Anette Simmons en su libro titulado Gana el que cuente la mejor historia. 

Pero, ¿cómo identificar esas historias relevantes?, ¿Qué puede contar un profesional o un emprendedor?

Simmons recuerda que contamos y nos cuentan historias todos los días. No necesitamos aprender a contarlas: lo que es necesario es activar el radar para captarlas. Para ello basta con ser curioso para prestar atención a lo que los demás consideran importante, a “los detalles humanos”, y convertirse en un “buen oyente”. “Nunca conocí un buen contador de historias que a su vez no fuera un buen oyente de historias”, señala Simmons. 

Recomienda usar historias personales, porque son fáciles de recordar y potencian el conocimiento del que las cuenta. 

El libro de Simmons ofrece una serie de ejercicios para desarrollar ideas de historias. Por ejemplo propone recolectar anécdotas de momentos en los que uno brilló, otros en los que fracasó y qué aprendió de ello, historias que muestran nuestras cualidades.

Otras pueden tener que ver con los mentores en nuestra vida o carrera. “¿Quién te enseño? Puede haber sido un padre o abuelo, o un maestro o un jefe. Cuando contás historias de personas que ejemplifican determinados valores, estas revelando tanto sobre tí mismo como de la persona en la historia”, explica. 

Compartir historias inspiradoras de otras personas también habla de los valores y las prioridades de quien está comunicando. 

Simmons recomienda encontrar historias en libros o escenas de películas que se quedan en nuestra memoria y pueden ser conectadas con cuestiones laborales. Podemos así compartir aprendizajes o reflexiones sobre negocios a partir de nuestras películas o libros favoritos.

Otra técnica poderosa es intentar ponerse en los zapatos del otro, e investigar qué sienten personas cercanas y cómo resuelven sus problemas. Este, sostiene, es un tipo de búsqueda que produce historias que identifican. 

Para los emprendedores en particular, se sugiere las historias que tienen que ver con cómo y por qué se fundó la compañía, anécdotas sobre cómo los empleados viven los valores del proyecto, testimonios de clientes, y acerca de cómo se enfrentan los desafíos cotidianos. 

Por Gabriela Malvasio
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