Por The New York Times | Paul Mozur, Cecilia Kang, Adam Satariano and David McCabe
Este mes, China multó al gigante del internet Alibaba con una cantidad récord de 2800 millones de dólares por sus prácticas anticompetitivas, ordenó una reforma de su empresa financiera hermana y les advirtió a otras firmas tecnológicas que obedecieran las reglas de Pekín.
Ahora, la Comisión Europea planea develar regulaciones de gran envergadura para limitar las tecnologías impulsadas por inteligencia artificial.
Y en Estados Unidos, el presidente Joe Biden ha llenado su administración de cazadores de monopolios que han puesto la mira en Amazon, Facebook y Google.
En todo el mundo, hay gobiernos que se están moviendo al mismo tiempo para restringir el poder de las empresas tecnológicas con una urgencia y un alcance que ninguna industria había experimentado. Hay varias motivaciones. En Estados Unidos y Europa, hay preocupación de que las empresas tecnológicas estén sofocando a la competencia, difundiendo desinformación y minando la privacidad; en Rusia y otras partes, se busca silenciar los movimientos de protesta y rigidizar el control político; en China, es un poco de ambos.
Aunque las naciones y las firmas tecnológicas han luchado por tener el dominio durante años, las últimas acciones han llevado a la industria a un punto de inflexión que podría darle una nueva forma al funcionamiento del internet en el mundo y cambiar los flujos de datos digitales.
Australia aprobó una ley para obligar a Google y Facebook a pagarles a las editoriales por las noticias. El Reino Unido está creando su propia autoridad regulatoria para el sector tecnológico a fin de vigilar la industria. India adoptó nuevos derechos sobre las redes sociales. Rusia estranguló el tráfico de Twitter. Y Birmania y Camboya implementaron restricciones extensas sobre el internet.
China, país que les había dado la libertad a sus empresas tecnológicas para competir y consolidarse, reforzó las restricciones sobre las finanzas digitales y pulió una ley antimonopólica a finales del año pasado. Este año, comenzó a obligar a las firmas de internet como Alibaba, Tencent y ByteDance a prometer en público que seguirían sus reglas en contra de los monopolios.
“No hay precedentes para este tipo de lucha paralela mundial”, comentó Daniel Crane, profesor de Derecho de la Universidad de Míchigan y experto en prácticas anticompetitivas. En Estados Unidos, la caza de monopolios en contra de las empresas del acero, el petróleo y los ferrocarriles en el siglo XIX fue más limitada, comentó Crane, al igual que la respuesta regulatoria frente a la crisis financiera de 2008.
Ahora, “se está haciendo la misma pregunta fundamental en todo el mundo: ¿nos sentimos cómodos con todo el poder que tienen las empresas como Google?”, cuestionó Crane.
Debajo de todas las disputas hay un denominador común: el poder. Las diez firmas tecnológicas más grandes, las cuales se han convertido en las guardianas del comercio, las finanzas, el entretenimiento y las comunicaciones, ahora tienen una capitalización de mercado combinada de más de 10 billones de dólares. En términos de producto interno bruto, se ubicarían en el tercer lugar de las economías más grandes del mundo.
No obstante, aunque los gobiernos coincidan en que la influencia del sector tecnológico se ha expandido demasiado, ha habido poca coordinación para encontrar soluciones. Las políticas encontradas han provocado fricciones geopolíticas. El mes pasado, el gobierno de Biden señaló que podría imponer aranceles a los países que les asignaron nuevos impuestos a las empresas tecnológicas de Estados Unidos.
El resultado es que el internet, como se concibió en un inicio —un espacio digital sin fronteras, donde todos los tipos de ideas convergen libremente—, podría no sobrevivir, según investigadores. Incluso en partes del mundo que no censuran sus espacios digitales, un conjunto irregular de reglas produciría diferentes accesos al contenido, protecciones para la privacidad y libertades en línea, según donde se conecte la gente.
“Está quedando al descubierto que la idea de un internet abierto e interoperable es increíblemente frágil”, opinó Quinn McKew, director ejecutivo de Artículo 19, un grupo de defensoría de los derechos digitales.
Las empresas tecnológicas están oponiendo resistencia. Amazon y Facebook han creado sus propias entidades para juzgar los conflictos en torno al discurso y para vigilar sus sitios. En Estados Unidos y la Unión Europea, las empresas han gastado grandes sumas en cabildeo.
Algunas, reconociendo su poder, han respaldado una mayor regulación, aunque también han advertido sobre las consecuencias de un internet fragmentado.
“Las decisiones que tomen los legisladores en los meses y años por venir tendrán un profundo impacto en el internet, las alianzas internacionales y la economía mundial”, comentó Nick Clegg, vicepresidente de políticas y comunicaciones de Facebook.
Clegg, un ex vice primer ministro del Reino Unido, agregó que Facebook esperaba que “las tecnodemocracias de Estados Unidos, Europa, India y otras partes” pudieran “trabajar juntas para conservar y mejorar los valores democráticos en el centro del internet abierto e impedir que se fragmente más”.
Kent Walker, vicepresidente sénior de asuntos globales de Google, también convocó a las naciones a que se coordinaran.
“Unas regulaciones balcanizadas y contradictorias no servirán y de hecho podrían empeorar las cosas”, opinó Walker. “Pero unas reglas bien niveladas y hechas de manera adecuada pueden promover la innovación, aumentar la competitividad, así como ayudar a los consumidores y los pequeños negocios”.
Amazon declaró que le daba la bienvenida al escrutinio, pero que “la presunción de que el éxito solo puede ser el resultado de una conducta anticompetitiva simplemente es equivocada”.
Apple, Alibaba, su empresa financiera hermana Ant Group, así como el gigante de las redes sociales y los videojuegos de China Tencent, firma propietaria de la aplicación WeChat, se rehusaron a ofrecer comentarios.
Aunque durante años había ganado impulso una respuesta negativa hacia el sector tecnológico, esta se intensificó en diciembre, cuando los reguladores y legisladores de todo el mundo realizaron una serie de anuncios sobre dos frentes de ataque en contra de la industria: las conductas anticompetitivas y la moderación del contenido.
El 9 de diciembre, la Comisión Federal de Comercio y casi todos los estados presentaron demandas bipartidistas para acusar a Facebook de actuar de una manera anticompetitiva. Menos de una semana más tarde, los formuladores de políticas en Europa introdujeron una ley de competencia y nuevos requisitos para bloquear el discurso de odio en línea. El 24 de diciembre, los reguladores chinos abrieron una investigación por conductas anticompetitivas en contra de Alibaba después de examinar una oferta pública inicial de Ant. En Estados Unidos, se ha agudizado la iniciativa antimonopólica, con las demandas trascendentales en contra de Google y Facebook del año pasado. Los legisladores republicanos y demócratas han señalado que están redactando nuevas regulaciones dirigidas a las conductas anticompetitivas, la privacidad y el discurso que tienen como blanco a Facebook, Google, Apple y Amazon. También han propuesto editar una ley que protege a sitios como YouTube, propiedad de Google, de demandas por el contenido que publican sus usuarios.
“Es un momento de monopolios. No solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo”, mencionó en un comunicado David Cicilline, demócrata de Rhode Island y presidente del subcomité para conductas anticompetitivas de la Cámara de Representantes. “Los países necesitan trabajar juntos para enfrentarse al poder monopólico que tienen las plataformas tecnológicas más grandes y restaurar la competitividad y la innovación en la economía digital”.
Biden también ha elegido a críticos del sector tecnológico para puestos clave de su gobierno. Tim Wu, un profesor de Derecho que apoya una división de Facebook, se unió el mes pasado a la Casa Blanca, mientras que Lina Khan, una profesora de Derecho que ha influido en la cruzada antimonopólica en contra de la industria, fue nominada para ser una comisionada de la Comisión Federal de Comercio.
En Bruselas, los funcionarios de la Unión Europea están trabajando en nuevas leyes para obligar a Facebook, Twitter y YouTube a eliminar con rapidez el material tóxico y divulgar más información sobre el contenido que permiten en sus sitios. Una propuesta de ley antimonopólica también reduciría el umbral para la intervención en contra de las plataformas.
Las autoridades europeas también tienen en la mira a las tecnologías emergentes antes de que se popularicen. Los proyectos de regulaciones, los cuales serán anunciados el miércoles, abordarán los riesgos de la inteligencia artificial y podrían restringir la manera en que las empresas usan el software para tomar decisiones e influir en el comportamiento de las personas.
“Conforme ha crecido el poder de las plataformas digitales, se ha vuelto evidente que necesitamos algo más para mantener bajo control ese poder”, mencionó en un discurso reciente Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea que supervisa la política digital.
Algunas de las empresas tecnológicas han lanzado amenazas y ultimátums legales en contra de las nuevas reglas. Sin embargo, también han cedido frente a las demandas de los gobiernos en varios países.
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