Por The New York Times | Emma Goldberg
Cuando el lugar de trabajo se ve transformado por un cambio tectónico (como la incorporación abrumadora de las mujeres a la fuerza laboral o el surgimiento de la computación), por lo regular los economistas, los psicólogos, los sociólogos y otros estudiosos tardan un tiempo en reunir datos sobre los efectos de ese cambio.
Así que cuando las empresas de pronto se vieron obligadas a recurrir al teletrabajo durante la pandemia y el porcentaje de estadounidenses que trabajaban exclusivamente desde casa saltó del 4 por ciento en 2019 al 54 por ciento en 2020, los investigadores se aprestaron a examinar los efectos del trabajo a distancia tanto en los empleados como en la economía en general. Ahora han comenzado a dar a conocer sus resultados preliminares, que revelan un panorama económico variado: muchos trabajadores y empresas han visto beneficios reales con el esquema del teletrabajo, pero muchos otros han pagado un gran precio.
En general, el retrato que empieza a esbozarse muestra que las empresas dedicadas a trabajos físicos en los centros urbanos se vieron perjudicadas debido a que muchas personas dejaron de trasladarse a su lugar de trabajo. Sin embargo, algunos negocios específicos, como las tiendas de abarrotes, lograron afianzarse en los suburbios. Al mismo tiempo, las rentas comenzaron a elevarse en mercados que antes eran asequibles a medida que los trabajadores a distancia y con esquemas híbridos abandonaron sus viviendas urbanas muy costosas.
En cuanto a las madres trabajadoras, la flexibilidad del trabajo a distancia en general las ha beneficiado, ya que le permitió a un mayor número de ellas mantenerse dentro de la fuerza laboral. No obstante, todo parece indicar que el teletrabajo les cobra una factura mayor a las mujeres en el tema del progreso en su carrera profesional.
Existen abundantes estudios sobre la productividad de los empleados que trabajan desde casa. Algunos artículos concluyen que el teletrabajo causó un descenso de entre el 8 y el 19 por ciento en la productividad, mientras que otros identifican una baja del 4 por ciento en la productividad de trabajadores individuales; otras investigaciones más hablan de aumentos en la productividad del 13 y hasta del 24 por ciento.
Nick Bloom, economista de la Universidad de Stanford e investigador prolífico en el campo del teletrabajo, señaló que el nuevo conjunto de literatura muestra variaciones en la productividad de las empresas que adoptaron el trabajo a distancia en función del enfoque del patrón. Contar con gerentes bien capacitados dispuestos a brindarles apoyo a los empleados que trabajan desde casa y asegurarse de que esos empleados tengan algunas oportunidades para reunirse en persona son factores que marcan una gran diferencia.
En general, los investigadores concuerdan en que muchos lugares de trabajo ya están establecidos en una nueva fase híbrida, con oficinas ocupadas aproximadamente a la mitad del nivel prepandémico y el cumplimiento de alrededor de una cuarta parte de los días de trabajo en Estados Unidos de manera remota. Esto sugiere que algunos de los efectos del teletrabajo podrían haber llegado para quedarse.
En palabras de Bloom: “Esta es la nueva normalidad”.
Centros urbanos
Ver fotografías tomadas durante los confinamientos por la COVID en los centros urbanos produce escalofríos, con sus calles desiertas, plantas marchitas en las oficinas y cubículos empolvados.
Cuando alrededor de 50 millones de estadounidenses se vieron obligados a trabajar desde casa al principio de la pandemia, los minoristas con establecimientos físicos en centros urbanos pasaron dificultades. El número de tiendas de ropa en el centro de las ciudades disminuyó un ocho por ciento entre finales de 2019 y finales de 2021, según un estudio que recopiló datos sobre transacciones de 70 millones de clientes del banco Chase Bank. El número de tiendas de artículos generales ubicadas en el centro de las ciudades (como tiendas departamentales, florerías o librerías) se redujo un siete por ciento, mientras que las tiendas de abarrotes disminuyeron un dos por ciento.
Algunos de esos establecimientos siguieron a los teletrabajadores a los suburbios. En ese periodo, el número de tiendas de abarrotes suburbanas aumentó casi un tres por ciento, porcentaje apenas por encima de la disminución observada en las áreas urbanas, en particular en suburbios donde había niveles elevados de trabajadores a distancia.
En los años venideros, es probable que la decisión de los minoristas de mudarse del centro de las ciudades a los suburbios resulte difícil para los trabajadores de ingresos bajos que no pueden costear una mudanza a ciertas áreas adineradas en las que ahora contratan las tiendas minoristas. Este problema ya se observa en el área de la bahía de San Francisco. Un ejemplo es Maria Cerros-Mercado, que solía trabajar en un local de ensaladas en San Francisco, a 20 minutos a pie de su casa. Ahora tiene que tomar un Uber de la ciudad para trasladarse al nuevo local de la tienda en Mill Valley, un suburbio adinerado del condado de Marin.
De cualquier manera, algunos economistas sostienen que los efectos del trabajo desde casa podrían beneficiar a muchos estadounidenses, pues es probable que la renta comience a bajar en las áreas rurales y suburbanas. Un estudio reciente utilizó datos sobre cambios de dirección para los servicios postales, cambios de las rentas en Zillow y movimientos en la industria constructora para proyectar los posibles efectos del trabajo híbrido y a distancia en la renta. La pandemia produjo un alza temporal de los alquileres en áreas que antes eran asequibles, como Dallas; Manchester, Nuevo Hampshire; y el norte de Nueva York, pues muchas personas que trabajaban desde casa salieron de los mercados de vivienda más costosa cuando dejaron de desplazarse a diario al trabajo. A medida que las construcciones vayan cubriendo esa nueva demanda, los economistas esperan que las rentas vuelvan a bajar. Mujeres trabajadoras
Desde hace décadas, el horario de las madres trabajadoras ha sido como una ecuación imposible de balancear. A pesar de ser madres, se espera que muchas mujeres sigan frente a su escritorio después de las 5:00 p. m., hora en que deben recoger a los niños de la escuela. Se supone que deben estar en la oficina, pero también disponibles en casa cuando sus hijos tosen y no los admiten en la guardería (muchos datos muestran que las madres sufren estas dificultades más que los padres).
El trabajo desde casa aligera un poco este problema, según un estudio realizado por economistas de la Universidad de Virginia y la Universidad del Sur de California con datos prepandémicos. En sectores como las ciencias de la computación, la mercadotecnia y las comunicaciones, que aceptaron el teletrabajo entre 2009 y 2019, aumentó el porcentaje de madres empleadas, con una correlación de casi uno a uno: a un aumento del dos por ciento en el teletrabajo correspondió un aumento del dos por ciento en la tasa de madres empleadas. De cualquier manera, la tasa de empleo de las madres trabajadoras permaneció rezagada con respecto a las mujeres sin hijos, aunque el trabajo a distancia redujo la brecha.
Claudia Goldin, a quien esta semana se anunció como ganadora del Premio Nobel de Economía, ha demostrado que las mujeres tienden a buscar empleos con condiciones más flexibles que les permitan ocuparse de sus responsabilidades en el hogar. Este factor ha contribuido a la brecha salarial de género.
Aunque a algunas mujeres trabajadoras quizá les beneficie el trabajo desde casa, en particular a las que son madres, por lo regular pagan más caro este esquema. Un estudio sobre los ingenieros de una empresa incluida en la lista Fortune 500 reveló un efecto negativo del teletrabajo en la cantidad de retroalimentación recibida por los empleados de menor antigüedad, un efecto todavía más pronunciado en el caso de las mujeres.
“La proximidad tiene mayor impacto entre las mujeres en cuanto a la facilidad para hacer preguntas de seguimiento”, explicó Emma Harrington, economista de la Universidad de Virginia, que realizó el estudio sobre el efecto del teletrabajo en la retroalimentación recibida y el estudio sobre la participación de las madres en la fuerza laboral.
Los varones mostraron más facilidad para hacer preguntas de clarificación, incluso sin proximidad física con sus colegas.
Las mujeres también enfrentan más cuestionamientos injustos sobre su productividad, independientemente de dónde trabajen. En una serie de estudios con más de 2000 participantes, un grupo de investigadores de Wisconsin y Canadá descubrió que tanto hombres como mujeres piensan que las mujeres le rehúyen al trabajo más que los varones. Algunos de los empleados participantes trabajaban desde casa y otros no. Productividad a distancia
Para los ejecutivos, resulta imperioso determinar si el esquema de trabajo desde cualquier lugar perjudica o mejora la productividad.
Un artículo publicado en 2013 por Bloom y otros autores sobre un centro de atención telefónica en China que les permitió a algunos empleados trabajar a distancia casi por completo durante nueve meses ofreció las primeras pruebas: concluyó que la productividad aumentó un 13 por ciento. Casi el 10 por ciento de este aumento se debió a que las personas tomaban menos descansos, y el cuatro por ciento a que realizaban más llamadas por minuto debido a que su ambiente de trabajo era más silencioso.
Por desgracia, cuando millones de empleados cambiaron repentinamente al trabajo desde casa durante la pandemia, los efectos fueron más complejos. Para empezar, los esquemas no se habían diseñado con anticipación. Encima, el cambio al teletrabajo no fue voluntario. Por lo mismo, los resultados mostraron más variaciones.
Un estudio realizado con los trabajadores a distancia de una empresa asiática de tecnología de la información durante la pandemia reveló una caída en la productividad de entre un 8 y un 19 por ciento. Otro más, sobre un centro de atención telefónica en Estados Unidos, reveló que cuando los empleados cambiaron al teletrabajo las llamadas realizadas bajaron un 12 por ciento. Por otra parte, un estudio sobre la productividad de investigadores de economía en Estados Unidos durante la pandemia descubrió que su producción aumentó alrededor de un 24 por ciento.
Estos hallazgos discrepantes dejan varias preguntas sin respuesta. “¿Cómo es posible que haya una diferencia de más de 30 puntos entre ellos?”, se preguntó Bloom. “La clave está en la manera de gestionar a los trabajadores. Si se opta por un esquema totalmente remoto con buena gestión y buenos incentivos, y los empleados se reúnen en persona, puede funcionar. Al parecer, lo que no funciona es mandar a la gente a casa sin ninguna oportunidad de reunirse en persona”. El edificio Seagram en Manhattan, el 24 de abril de 2023. (Haruka Sakaguchi/The New York Times). Algunos peatones cruzan una calle casi desierta en Berlín, el 1.° de abril de 2020. (Emile Ducke/The New York Times).
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