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El origen del dulce de leche es objeto de una controversia que incluye a buena parte del continente, y en el que historiadores y eruditos diversos han buceado sin alcanzar resultados concluyentes.
Durante largos años circuló una leyenda fundacional literalmente épica, y tan encantadora como inverosímil. La historia contaba que, a principios del siglo XIX, ante la llegada de los invasores ingleses a Buenos Aires, una patriótica dama porteña había preparado una suerte de engrudo hirviente a base de leche y azúcar, mezcla que había arrojado luego desde su balcón al paso de las tropas británicas. Los "chaquetas rojas" habían catado el mejunje con sumo placer, naciendo así de forma accidental un nuevo e inesperado postre.
El único viso de realidad en esa historia es que el comandante de las tropas invasoras, William Beresford, era un goloso inveterado, y durante su estadía en Buenos Aires devoró ingentes cantidades de golosinas, incluidas fuentes de dulce de leche.
Envase de dulce de leche Conaprole de la década de 1950
Lejos de ese relato más bien literario, fuera del Río de la Plata otros se arrogan la creación de ese grato manjar en sus diversas variantes. Chile, Brasil y Paraguay cuentan con sus propias versiones y documentos al respecto. Sin embargo, más allá del sitio geográfico en el que haya nacido -algo que quizá jamás se sepa a ciencia cierta- es indudable que el dulce de leche es un producto firmemente arraigado en el Uruguay, y que forma parte desde hace largo tiempo del rico patrimonio de los orientales.
En nuestro país, la Cooperativa Nacional de Productores de Leche (Conaprole) comenzó a elaborar dulce de leche en la década de 1930, y rápidamente se convirtió en líder en el rubro, y en un referente incluso fuera del país. En ese sentido, el comunicador Alejandro Dolina recordaba tiempo atrás una anécdota en donde se atribuía la diferencia del dulce de leche uruguayo a que era elaborado "con aprole". Y ese misterioso "aprole" que los uruguayos incluíamos en la receta era una señal de identidad.
Frasco de los años '40
Desde el ya mencionado inicio y a lo largo de más de 80 años, el dulce de leche Conaprole se ha caracterizado por su sabor y por su excelencia en calidad, transformándose en "el rico patrimonio de los uruguayos" y un ícono de la cultura y la identidad del país. Para confirmar esto último, basta conversar con cualquier uruguayo radicado en el extranjero y preguntarle acerca de lo que más extraña del Uruguay. Seguramente el dulce de leche Conaprole se encuentre entre las primeras cosas que mencione.
En la actualidad, el dulce de leche Conaprole es disfrutado también fuera de fronteras, ya que el producto se exporta a países como México, Estados Unidos, Australia, Argentina o Brasil.
Untado en galletitas, incluido en postres o devorado a golosas cucharadas directamente del frasco, el dulce de leche Conaprole ha endulzado la vida de generaciones de uruguayos y es indudablemente parte de nuestro acervo cultural, y seguramente continuará siéndolo en el futuro.
Los años '70, con una imagen ya similar a la actual