Gianfranco Grompone está al frente del departamento de investigación de la empresa sueca BioGaia AB, desarrollando enfoques traslacionales en la identificación, caracterización y evaluación clínica de cepas de bacterias probióticas y sus productos asociados.
Es microbiólogo e ingeniero con experiencia académica e industrial en temas relacionados con la microbiota intestinal, los alimentos funcionales, la biotecnología y la innovación. Su carrera académica se focalizó en el estudio de las interacciones entre bacterias y células humanas, en contextos de salud o de enfermedad.
El pasado mes se lanzó en Uruguay el Lactobacillus reuteri DCM 17938, un microorganismo vivo que lleva más de 30 años siendo analizado y cuyo efecto en la salud de los más pequeños ha sido demostrada con solidez.
¿Cómo afectan los probióticos a nuestra salud? ¿Cómo conviven millones de "bichitos" en nuestro cuerpo de forma organizada y saludable? ¿Qué beneficios tiene el avance en el estudio de esta materia? Conversamos de esto con el PhD.
¿Vos estas enfocado en los probióticos? De la microbiota ya he escuchado que el tema está latente...
Yo estoy trabajando en microbiota intestinal sobre todo desde el 2010, cuando se empezó a conocer un poco mejor esto de la microbiota y que empezaron a aparecer las primeras publicaciones; y donde el mundo de los probióticos también se vio muy beneficiado por esto, porque significó empezar a descifrar qué es lo que puede hacer un probiótico cuando llega a esa microbiota. Los probióticos son bacterias o levaduras, microorganismos, que están vivos y cuando son administrados en cantidades adecuadas impactan benéficamente a la salud del huésped. Lo que estamos entendiendo ahora es qué quiere decir ese impacto benéfico, cuáles son los diálogos que establecen esos probióticos con las bacterias que tenemos nosotros adentro, en la panza. Eso es la famosa microbiota intestinal que también tenemos en otros lugares como en la piel, los pulmones, la vagina. Nosotros no somos humanos, somos contenedores de bichitos que están un poco por todos lados y que en realidad están ahí, en verdaderos nichos ecológicos, porque es muy diferente el intestino delgado del colon, de la piel, los pulmones o la boca. Tenemos bacterias y microorganismos en todos esos lugares y diferentes porque algunas se adaptan más a determinadas características y condiciones y otras a otras. En el intestino lo que tenemos son bacterias que encuentran nutrientes, un lugar propicio para crecer, y eso nos lo devuelven de manera benéfica, por ejemplo, educando al sistema inmune, hablando con el cerebro, produciendo moléculas activas como por ejemplo la serotonina. Todo ese tipo de cosas que están ahí, en esa microbiota intestinal, cuando vos le pones un probiótico que va a hablar la misma lengua, las va a entrenar, les va a decir vamos a evitar que venga esta bacteria que es patógena y genera una enfermedad (o sea vamos a excluirla) ese tipo de acciones son las que hacen los probióticos. Estamos descifrando cada vez más los diálogos moleculares que hay entre el probiótico que vos te comés y el ecosistema en donde llega.
Entonces con eso que estás diciendo casi que ingerir o darle al cuerpo probiótico sería necesario todo el tiempo...
Es algo benéfico todo el tiempo. No es algo malo hacerlo todo el tiempo. Como científico te puedo decir que nosotros los estudiamos en determinadas condiciones, características en donde vemos que efectivamente determinadas indicaciones son muy benéficas. En el caso de los que estoy estudiando yo, en Biogaia, el Lactobacillus reuteri DCM 17938 esto es muy importante porque los probióticos son como los seres humanos. De repente hay individuos que son muy buenos jugando al futbol y otros que son buenos tocando música; lo mismo sucede con las bacterias. Hay algunas que son buenas educando el sistema inmune, hay otras que son buenas para ayudarte a digerir, etc. Entonces nosotros las estudiamos precisamente, porque son cepas, son individuos.
El Lactobacillus reuteri DCM 17938 que es el nombre apellido y CI, sabemos que en cólicos, una cantidad adecuada determinada por el producto, esa dosis tiene un efecto que reduce el dolor de manera significativa y lo estudiamos y vemos que lo que se está estudiando en el laboratorio podría estarse explicando porque sabemos que hay receptores del dolor que están inhibidos, que el probiótico lo que va a inducir es una educación del sistema inmune que va a hacer que la inflamación se reduzca. Sabemos que el probiótico va a invitar a que otras bacterias empiecen a poblar esa microbiota del bebé mucho más rápidamente y que cuanta más diversidad, mayor salud. Todo ese tipo de cosas las vamos estudiando con un tipo de probiótico.
Esto lo hacemos porque es centrar el estudio clínico en el paciente, la familia, y en la calidad de vida. Para mí esto es muy importante, sino me hubiera quedado en la academia estudiando mecanismos de acción y está muy bien que haya gente que haga eso. A mí personalmente me interesa traducir la ciencia del laboratorio en algo que le sirva a la gente. Es hacer el camino traslacional donde vemos que en definitiva los productos que funcionan son los que probamos y los que le mejoran la calidad de vida a la gente porque nos interesa saber qué les pasa a las familias.
¿Desde cuándo están probando el producto?
Este es un producto que la cepa en particular del probiótico tiene 30 años de estudio. Es una historia muy linda, es una cepa que fue aislada en Perú, de la leche materna de una mujer que vivía en Los Andes, porque el primer director científico de Biogaia era peruano y trabajaba en Estados unidos y se fue en unas vacaciones al altiplano de Perú a ver a los padres y empezó a muestrear (sacar muestras de leche materna) y en esas muestras se aisló esta bacteria. Es una bacteria que coevoluciona con el ser humano, está acostumbrada a dialogar con nuestras microbiotas. Eso fue en los años 90 y se estudió por 20 años más; hoy en día tenemos 152 estudios publicados, más de 14 mil niños, adolescentes y adultos consumieron este probiótico en diferentes estudios, por lo que tiene un bagaje de información médica sólida.
El producto se lanzó en Uruguay , bajo el nombre "Protectis" en dos formatos: gotas, que lo recomendado son 5 gotas por día ya que las cantidades son importantes y corresponde al inóculo correcto. Es un producto que tiene una seguridad muy importante, la seguridad se mide en estudios clínicos, pero también en el genoma (los genes de esa bacteria) El otro formato es un comprimido masticable.
¿Cuál fue tu rol en este proceso?
Yo soy el director científico ahora de Biogaia, entonces mi rol es dirigir las diferentes líneas de investigación que tenemos alrededor de este probiótico. Cuando yo llegué a la empresa, en enero de este año, el producto ya existía, entonces lo que hice fue aprender toda la información del producto y retomar todo lo que se está construyendo hoy en día (tenemos estudios que no han sido publicados aún).
Además, lo que estoy haciendo es proyectar el futuro. Esta es una bacteria que tiene mucho por enseñar y contar. Tenemos un doctorado ahora que estamos haciendo en la universidad de Upsala en donde estamos estudiando algunos mecanismos muy específicos de acción que tiene esta bacteria, que podrían estar explicando el impacto que tiene, por ejemplo, en la protección de ciertas infecciones. s infecciones respiratorias y de gastroenteritis, Estamos tratando de entender ese mecanismo de acción, aún más con respecto al sistema inmune, eso lo estamos haciendo con un doctorado en la universidad de Upsala y estamos desarrollando también los nuevos estudios que van a venir de lo que soy responsable. Estos nuevos estudios que van a venir abarcan esta y otras temáticas.
En este sentido, estamos interesados en el dialogo intestino-cerebro, estamos interesados en el impacto que puede tener el probiótico en niños con trastorno de espectro autista, estamos interesados en combinar este probiótico con otros probióticos nuestros para ver si podemos encontrar efectos interesantes, sinergísticos; estamos interesados en la salud oral, la salud bucal, y el impacto que tiene esta en la salud sistémica. Hay datos muy interesantes sobre esto y nosotros tenemos datos de gingivitis o periodontitis con la utilización de probióticos y también estamos interesados en la protección de infecciones, en aumentar las defensas naturales que es algo que nos interesa mucho en este momento también.
¿Qué sentís al poner un granito de arena en la llegada de este probiótico a tu país?
Estoy muy orgulloso, como uruguayo, que este producto pueda llegar allá porque Uruguay y Argentina son los países en la lista que faltaban de América Latina que no tienen Biogaia como empresa accesible con estos productos. Me siento orgulloso, sobre todo, por el bagaje clínico de información que tiene este probiótico. Yo trabajo hace muchos años en probióticos y la verdad es que este Lactobacillus reuteri DCM 17938 es uno de los más estudiados. No es algo menor. Que pueda llegar allá y esté disponible me parece que es algo interesante y además como uruguayo me siento feliz de ser un embajador de eso.