Por The New York Times | Jack Ewing and Stephen Gandel
La invasión rusa a Ucrania ha sacudido al mercado global de níquel justo cuando este metal aumenta su importancia como un componente de las baterías de los autos eléctricos, lo que genera temores de que los altos precios lentifiquen la transición de los combustibles fósiles.
El precio del níquel se duplicó en un solo día de la semana pasada, lo que causó que la Bolsa de Metales de Londres cesara sus operaciones y que se paralizara el mercado global de níquel. Tras dos años de caos en la cadena de suministro causados por la pandemia, este incidente brindó mayor evidencia de cómo las tensiones geopolíticas están destruyendo las relaciones comerciales que las compañías alguna vez dieron por sentadas, lo que las ha obligado a reconsiderar de dónde obtienen las partes y los metales que usan para fabricar autos y muchos otros productos.
Las automotrices y otras compañías que necesitan níquel, así como otras materias primas para baterías tales como litio o cobalto, han comenzado a buscar formas de protegerse contra afectaciones futuras.
Por ejemplo, Volkswagen ha empezado a explorar la posibilidad de adquirir níquel directo de las compañías mineras, comentó Markus Duesmann, director ejecutivo de la división Audi de la automotriz, durante una entrevista realizada el jueves. “Las materias primas van a ser un problema en los años venideros”.
La posibilidad de tensiones geopolíticas prolongadas quizá acelere los intentos de Estados Unidos y Europa de desarrollar suministros nacionales de materias primas que suelen obtener de Rusia. Por ejemplo, existen depósitos de níquel en Canadá, Groenlandia e incluso Minnesota.
“Níquel, cobalto, platino, paladio, incluso cobre: ya nos dimos cuenta de que necesitamos estos metales para la transición ecológica, para mitigar el cambio climático”, mencionó Bo Stensgaard, director ejecutivo de Bluejay Mining, compañía que trabaja en extraer níquel de un sitio en el oeste de Groenlandia en un proyecto en conjunto con KoBold Metals, cuyos inversionistas incluyen a Jeff Bezos y Bill Gates. “Cuando ves los acontecimientos geopolíticos con Ucrania y Rusia, es incluso más obvio que hay riesgo en el suministro de estos metales”.
No obstante, establecer nuevas operaciones mineras es probable que requiera años, incluso décadas, debido al tiempo que se necesita para conseguir permisos y financiamiento. Mientras tanto, las empresas que usan níquel (un grupo que también incluye a las acereras) tendrán que lidiar con precios más altos, los cuales a la larga resentirán los consumidores.
Una batería para auto eléctrico promedio contiene alrededor de 36 kilogramos de níquel. El alza en los precios en marzo elevaría a más del doble el costo de ese níquel a 1750 dólares por auto, según estimaciones de la firma de comercio Cantor Fitzgerald.
Rusia representa una proporción relativamente pequeña de la producción mundial de níquel y la mayoría del metal es usado para fabricar acero inoxidable, no baterías. Sin embargo, Rusia desempeña un papel muy importante en los mercados del níquel. Norilsk Nickel, también conocido como Nornickel, es el productor de níquel más grande del mundo, con extensas operaciones en Siberia. Su propietario, Vladimir Potanin, es una de las personas más adineradas de Rusia. Norilsk se encuentra entre un número limitado de compañías autorizadas para vender una forma especializada de níquel en la Bolsa de Metales de Londres, que maneja todo el comercio de níquel.
A diferencia de otros oligarcas, Potanin no ha sido blanco de las sanciones; además, Estados Unidos y Europa no han intentado bloquear las exportaciones de níquel, una movida que afectaría a sus economías, así como a la rusa. La posibilidad de que el níquel ruso quedara fuera de los mercados mundiales fue suficiente para causar pánico.
Algunos analistas prevén que los precios bajarán de sus máximos recientes, pero que seguirán siendo mucho más altos que hace un año. “La tendencia sería bajar a un nivel cercano a donde lo dejamos por última vez”, alrededor de 25.000 dólares por tonelada métrica en comparación con el máximo de 100.000 por tonelada, dijo Adrian Gardner, uno de los principales analistas especializados en níquel de la firma de investigación Wood Mackenzie.
El níquel estaba en un gran momento incluso antes de la invasión rusa conforme fondos de cobertura y otros inversionistas apostaban por la creciente demanda de vehículos eléctricos. El precio llegó a un máximo de 20.000 dólares por tonelada este año tras rondar entre 10.000 y 15.000 dólares la tonelada durante gran parte de los últimos cinco años. Al mismo tiempo, se estaba produciendo menos níquel debido a la pandemia.
Después de que Rusia invadió Ucrania a finales de febrero, el precio se elevó más allá de los 30.000 dólares en poco más de una semana. Entonces, llegó el 8 de marzo. Se corrió la voz entre las mesas de negociación de las firmas de corretaje y de fondos de cobertura en Londres de que una compañía, que resultó ser Tsingshan Holding Group de China, había hecho una gran apuesta de que el precio del níquel se desplomaría. Cuando el precio aumentó, Tsingshan debía miles de millones de dólares, una situación conocida en Wall Street como un estrangulamiento de cortos (“short squeeze”).
El precio se disparó a poco más de 100.000 dólares la tonelada, lo que amenazó la existencia de muchas otras compañías que habían apostado de manera equivocada y motivó a la Bolsa de Metales de Londres a suspender las transacciones.
La bolsa intentó reanudar las operaciones del níquel en dos ocasiones esta semana con nuevos límites a los precios, pero caídas repentinas causaron que las transacciones se detuvieran de nuevo. “El mercado no funciona”, opinó Keith Wildie, jefe de transacciones en la firma de metales Romco, con sede en Londres. El conflicto en Ucrania ha subrayado la urgencia de alejarse de los combustibles fósiles, expresó Duesmann. El petróleo ruso desempeña un papel mucho más grande en la economía global que el níquel de ese país. “Sería muy miope decir: ‘La electromovilidad no funciona’”, relató.
Más allá de la disrupción inmediata a los suministros, los fabricantes de autos les preocupa que haya una retirada de los mercados abiertos que han sido tan buenos para el negocio. Katrin Kamin, una experta en comercio en el Instituto Kiel para la Economía Mundial en Alemania, señaló que el comercio global se había sostenido muy bien durante la pandemia.
“Tal vez deberíamos hablar menos de que la globalización está en crisis y más acerca de que las relaciones internacionales se encuentran en un punto bajo”, aseguró Kamin en un correo electrónico.
Pero el conflicto en Ucrania, agregó, “es un gran golpe para el comercio”. Vista de Norilsk, Russia, el 6 de octubre de 2019. (Maxim Babenko/The New York Times)
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