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Uruguay es el país política y socialmente más estable de América Latina. La sociedad uruguaya sigue compartiendo una serie de valores y comportamientos que, aunque debilitados algunos de ellos, se destacan con relación a los países vecinos sin importar su tamaño ni posición geopolítica. Así, el Uruguay sobresale por la solidez de sus Partidos Políticos, por la fortaleza institucional, por una sociedad estructurada, estable y relativamente igualitaria y ajena a los radicalismos al mismo tiempo que relativamente reacia a los cambios.
Uruguay posee una macroeconomía estable, aunque tiene importantes desafíos en consolidar mayor cantidad de mercados y relacionarse crecientemente con países con economías complementarias de forma de desarrollar su infraestructura y dar definitivamente el salto al desarrollo. Siendo un país de ingresos medios, con solidez política e institucional, depende principalmente de sí mismo para lograrlo. Sin embargo, este paso le ha sido esquivo, en parte por la característica aversión al cambio de sus propios ciudadanos pero también por los relativamente pocos intercambios económicos con sociedades abiertas a la vez que con economías plenamente desarrolladas.
En ese sentido la profundización de relaciones comerciales y culturales con países con características políticas, geográficas y sociales similares se vuelven un imperativo de política exterior y debiera ser bien percibido por la ciudadanía en su conjunto.
En particular es muy interesante el caso de Taiwán. Una pequeña isla frente a grandes potencias que se han disputado históricamente su dominio, ha logrado sobresalir a partir de un importante desarrollo tecnológico, posicionándose como uno de los líderes mundiales en industrias como la de los semiconductores, uno de los ejemplos más notorios. Taiwán comparte con Uruguay la solidez institucional, la defensa de las libertades públicas, la pujanza y permanencia de sus partidos políticos y una sociedad estable, integrada que ha dado el paso al desarrollo en medio de importantes adversidades políticas, económicas y geográficas.
Desde CESCOS, think tank que dedica sus esfuerzos al análisis de las virtudes y defectos de las sociedades abiertas, y la necesidad de que éstas generen una colaboración creciente a lo largo y ancho del planeta, a través de distintos análisis realizados y del conocimiento de los perfiles de la sociedad, descontamos el interés de los uruguayos sobre su disposición a generar vínculos con Taiwán. Los uruguayos tienen una particular valoración por la libertad, los Derechos Humanos, la democracia y el Estado de Derecho. Por lo tanto estamos seguros que hay un interés mayoritario de la población por profundizar los vínculos con Taiwán.
Taiwán tiene para mostrarle al mundo un ejemplo potente de que, a pesar de las visiones distintas de sus principales partidos políticos, muchas veces manifestadas a través de importantes enfrentamientos políticos entre el Kuomingtang y el PDP, éstos logran mantener su identidad política al tiempo que articular políticas de Estado que logran hacer de Taiwán una república sólida y una economía desarrollada. Taiwán ha logrado el adecuado equilibrio entre las tradiciones ancestrales de su cultura y la modernización que trae un mundo globalizado en un marco de respeto y tolerancia aún en la diferencia. Al mismo tiempo Uruguay ha transitado en las últimas tres décadas por la alternancia de todos sus partidos políticos principales sin que ello haya representado, a pesar de tener modelos diferentes, una alteración de la cohesión social o del espíritu republicano del país.
Esta realidad que comparten Uruguay y Taiwán es, además de las mencionadas, un elemento adicional para complementar esfuerzos que ayuden a entender que se puede tener fortaleza institucional y democracia plena a pesar de los desafíos que imponga la región y vaya si ambos están en zonas complicadas del mundo.
Por último, cabe destacar que Taiwán tiene importantes oficinas comerciales y culturales en Brasil, Argentina y Paraguay (ésta última, una embajada con sus roles a pleno), así como estos mantienen las suyas en Taipei.
Estas consideraciones, no dejan lugar a dudas acerca de la importancia que tendría ir por el camino de profundizar el ya existente pero incipiente intercambio comercial y cultural entre nuestros países, avanzando en relaciones en una fase más sofisticada.
Por ejemplo, es posible pensar en inversiones complementarias en industrias de IT, en proyectos de infraestructura que aprovechen la experiencia de Taiwán en este sentido, el intercambio cultural y estudiantil a través de las universidades públicas y privadas y la generación de un aprendizaje en el camino al desarrollo que el país asiático ya tiene recorrido y del que Uruguay puede beneficiarse mucho.
