Por The New York Times | Ryan Mac, Cade Metz y Kate Conger
Musk, el hombre más rico del mundo, hizo lo opuesto.
No tenía ningún plan para financiar o administrar Twitter, le contó Musk a un colaborador cercano. Para que se aprobara el acuerdo por 44.000 millones de dólares, Musk recurrió a un pequeño círculo de confianza, que incluía a Jared Birchall, el director de su oficina familiar, y Alex Spiro, su abogado personal. Y, cuando Twitter se resistió a sus proposiciones, Musk presionó a la empresa con una serie de tuits: algunos traviesos, otros crueles y todos impulsivos.
Los multimillonarios del sector tecnológico como Bill Gates, Jeff Bezos y Larry Page a menudo hacen planes a largo plazo y gestionan sus asuntos por medio de una maquinaria corporativa de abogados, profesionales de las comunicaciones y diferentes asesores. Musk, de 50 años, no trabaja como ninguno de ellos.
A un grado que no se observa en ningún otro magnate, el emprendedor actúa con base en la veleidad, el capricho y la certeza de que tiene la razón absoluta, según entrevistas con más de 30 empleados actuales y antiguos, inversionistas y otras personas que han trabajado con él. Aunque Musk ha tenido éxito en su apuesta por los autos eléctricos, los viajes espaciales y la inteligencia artificial, a menudo improvisa en los momentos más importantes, evita a los expertos y confía de manera casi exclusiva en su propia opinión, mencionaron estas personas.
Para operar de esta manera, Musk ha construido un mundo insular de unos diez confidentes que en su mayor parte están de acuerdo con él y obedecen sus órdenes. Entre ellos se encuentran su hermano menor, Kimbal Musk; Birchall; Spiro; y varios jefes de personal. Para manejar la gran cantidad de ideas que tiene, Musk siempre está creando nuevas empresas, la mayoría de las cuales están estructuradas de tal manera que él permanezca a cargo. Sus tenientes de confianza a menudo trabajan en todo su vasto imperio de negocios.
En cuanto Musk identifica el proyecto clave de cada empresa —lo que él llama su “camino crucial”—, toma el mando para asegurarse de que se cumpla su visión y controla los aspectos más pequeños de la construcción y el despliegue de las tecnologías. Su genialidad ha engendrado la automotriz más valiosa del mundo y una innovadora empresa de cohetes espaciales, y le ha merecido el respeto —y el temor— de sus ingenieros.
Al confiar en su pequeño grupo y apegarse a su manera particular de pensar, Musk ha logrado estar a cargo y conducirse con pocas limitaciones, lo cual lo ha convertido en una figura tipo Howard Hughes de la era moderna, aunque sus métodos intuitivos a menudo creen alboroto.
En una conferencia de 2018, Musk explicó que actuaba con base en sus impulsos. Fue una lección que aprendió hace más de 25 años después de fundar su primera empresa emergente, Zip2, comentó.
“En realidad no tengo un plan de negocios”, admitió. “Tuve un plan de negocios hace tiempo, en los días de Zip2. Pero esas cosas siempre están mal, así que simplemente no me interesan los planes de negocios después de eso”.
La manera de actuar de Musk tiene consecuencias para lo que podría hacer con Twitter. La empresa de San Francisco, que el multimillonario se prepara para adquirir en los próximos seis meses, ha estado inmersa en conmoción debido al acuerdo.
La semana pasada, Parag Agrawal, el director ejecutivo de Twitter, les dijo a los más de 7000 empleados de la empresa que, en cuanto Musk sea el propietario, “no sabemos qué dirección tomará la empresa”. Twitter se rehusó a ofrecer comentarios para este artículo.
Musk, quien no respondió a las solicitudes de comentarios, está muy al tanto del caos que deja a su paso. En correos electrónicos sobre un caso de difamación de 2018 a causa de uno de sus tuits, Musk se llamó a sí mismo un idiota en términos vulgares.
Mantener el control
Nacido en Pretoria, Sudáfrica, Musk se empezó a interesar en las computadoras y los lenguajes de programación cuando era niño. Después de empezar la universidad en Canadá, se mudó a Estados Unidos en 1992, donde obtuvo títulos de Economía y Física de la Universidad de Pensilvania y luego se inscribió como estudiante de doctorado en Física en la Universidad de Stanford.
Casi de inmediato, Musk dejó sus estudios en Stanford para buscar una carrera en los negocios. Su primera empresa emergente, en 1995, un servicio de guía de viajes llamado Zip2, fue un emprendimiento familiar junto con su hermano, Kimbal. Al final, el fabricante de computadoras Compaq compró Zip2 por más de 300 millones de dólares.
En 1999, Musk ayudó a fundar X.com, una empresa de pagos en línea que a la postre llegaría a conocerse como PayPal. Ahí, comenzó a realizar declaraciones comerciales públicas, aunque sus empleados no estuvieran preparados.
En una aparición en vivo por televisión ese año, Musk dijo que la empresa iba a garantizar las transacciones de todas las subastas de eBay, el sitio de comercio electrónico. Era la primera vez que los ingenieros escuchaban sobre esa función, reveló una persona que trabajó con él en aquella época. Tuvieron que apresurarse para que la función se volviera una realidad, agregó la persona.
En el año 2000, el consejo de X.com y el ejecutivo Peter Thiel destituyeron a Musk por desacuerdos sobre la dirección de la empresa. Fue una salida dolorosa para Musk, quien pronto se hizo a la idea de que él —y solo él— debía estar a cargo de los emprendimientos futuros.
Cuando Musk creó nuevos negocios —fundó SpaceX en 2002 e invirtió en Tesla en 2004—, se aseguró de poder ejercer su voluntad en cada una de las empresas. Invirtió más de 100 millones de dólares de su propio dinero en los primeros años de SpaceX y tiene un control mayoritario. En Tesla, Musk posee una participación del 16 por ciento y llenó el consejo de rostros familiares, entre ellos su hermano y Antonio Gracias, un amigo e inversionista de mucho tiempo.
Kimbal Musk y Gracias, quien dejó el consejo de administración de Tesla el año pasado y es un director de SpaceX, se rehusaron a comentar para este artículo.
Un año de turbulencia
Un año definitorio para Musk llegó en 2018 cuando su estilo impetuoso y solitario le cobró factura.
En Tesla, Musk presionó para acelerar la fabricación del sedán Model 3 de la empresa. Al creer que solo él podría realizar la tarea, despidió al ejecutivo a cargo de la fabricación y decidió que él sería capaz de remodelar toda la línea de ensamblaje de la fábrica de la empresa en Fremont, California. A menudo, se quedaba a dormir en una sala de conferencias en la fábrica.
Después de la renovación del Model 3, Musk decidió que estaba harto de que Tesla sorteara las presiones de los mercados públicos. El 2 de agosto de 2018, redactó un correo electrónico al consejo de la empresa con el asunto: “Oferta para hacer que Tesla sea privada por 420 dólares la acción”. El correo contenía pocos detalles sobre cómo se iba a financiar la oferta.
El círculo de confianza de Musk estaba eufórico.
El 7 de agosto, Musk anunció la idea al tuitear: “Estoy considerando hacer que Tesla sea privada por 420 dólares la acción. Financiamiento asegurado”.
El esfuerzo de Musk fracasó. El financiamiento con el que contaba para sacar a Tesla de la bolsa no se materializó. Los accionistas de Tesla lo demandaron por fraude de valores en agosto de 2018. Un mes más tarde, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por su sigla en inglés) acusó a Musk de cometer fraude de valores.
Musk llegó a un acuerdo con la SEC ese año y recibió una multa de 20 millones de dólares. La demanda de los accionistas sigue en curso.
‘Máxima diversión’
A lo largo de muchos altibajos, Musk tuvo una constante: Twitter.
Suele tuitear una docena de veces o más al día a sus más de 90 millones de seguidores, lanzando duras críticas a los vendedores al descubierto de Tesla, compartiendo memes y reflexionando sobre la pandemia, la política y el dogecoin. En 2020, Musk eliminó el departamento de comunicaciones de Tesla, en parte porque sintió que podía dirigirse de forma directa a sus seguidores y clientes por medio de Twitter, aseguraron tres exempleados.
El amor de Musk por la empresa de redes sociales lo motivó a comprarla.
Después de conseguir Twitter la semana pasada y celebrar con un tuit que tenía los emoticonos de un corazón y una nave espacial, Musk apareció en Boca Chica, Texas, para hablar con un equipo de ingenieros sobre el nuevo motor para un cohete de SpaceX. El miércoles, escribió: “¡Hagamos que Twitter sea la máxima diversión!”. Elon Musk, al centro, en Nueva York, el 4 de abril de 2019. (Jefferson Siegel/The New York Times). Elon Musk habla con los medios mientras está sentado enfrente del cohete Falcon Heavy de SpaceX en el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Cabo Cañaveral, Florida, el 5 de febrero de 2018. (Todd Anderson/The New York Times).