Ravioles de pollo y jamón: un plato característico que propone Espiga de Oro
Se trata de una de las opciones más solicitadas en la reconocida fábrica de pastas de Lagomar, que ya lleva 42 años de historia.
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La cocina italiana está muy presente nuestro menú diario y las pastas ocupan un rol fundamental.
Las fábricas de pastas como negocio tienen un encanto que, en su mayoría, se traslada de generación en generación, preservando el gusto por la cocina casera y la tradición de convertirse en referentes en los barrios en donde se encuentran.
La propuesta de la fábrica Espiga de Oro incluye 27 variedades de pastas y siete sin gluten. Semanalmente tratan de innovar e incorporar un nuevo sabor a la carta, cuenta Mónica Foliadoso, directora de la empresa fundada en 1981 por su padre, Juan Miguel.
Los ravioles rellenos de pollo y jamón no pueden faltar en el stock diario. El corte elegido para el relleno es el muslo, porque es “más sabroso”, destaca Mónica, pero aun así existe la opción de cambiarlo por suprema. Además del pollo, los ingredientes que lleva la preparación son harina, huevo, agua, jamón, sal y especias.
El pollo se compra a diario, junto con el resto de los productos necesarios para la fabricación de pastas y empanadas.
“De nada sirve vender una buena pasta si no tiene una buena cocción, porque allí se pierde todo el esfuerzo. La pasta hay que cocinarla con abundante agua hirviendo, ese uno de los tips más importantes. Revolver con cuchara de madera y el punto es a gusto. Finalmente, siempre aconsejamos retirar la pasta de la olla con espumadera”, recomienda Mónica para la cocción de pastas en general.
Además de pastas, la empresa desarrolló su línea de empanadas De la Espiga, restaurante que se encuentra a pocos metros de la fábrica. Carne, pollo, jamón y queso son las más vendidas.
En este caso, las de pollo son cuatro variedades: con salsa portuguesa, Espiga (incluye vegetales salteados), acompañadas de puerro y salsa blanca y al ajillo. Según el relleno, el corte será muslo o suprema. Cabe destacar que utilizan recortes en sus preparaciones para evitar cualquier inconveniente con los huesos o cartílagos.
Una insignia de la zona
Ciudad de la Costa recién comenzaba a organizarse en los 80. Mónica recuerda que en las zonas aledañas al actual local central de Espiga de Oro en Lagomar solo había una panadería, una carnicería, un supermercado, una farmacia y las distancias entre los comercios “eran grandes”.
“Mi papá abrió esta fábrica de pastas porque ya trabajaba en el oficio”, manifiesta Mónica, y agrega: “Lo aprendió desde niño, siempre nos recuerda que se sacaba la túnica después de la escuela y se ponía a ayudar a su cuñado que tenía una fábrica de pastas en aquel entonces. A medida que fue creciendo, comenzó a trabajar en tareas propias de la elaboración y allí se consolidó su oficio”.
“Durante mucho tiempo trabajaba para otros, hasta que surgió la posibilidad de mudarnos a esta zona desde Montevideo y aquí finalmente darle apertura a su propia fábrica de pastas, con una visión que realmente fue muy buena: él se dio cuenta de que mucho público desde la capital venía para la zona, los fines de semana había mucho movimiento. Con los años, muchas de esas personas decidieron mudarse para Ciudad de la Costa, entonces ya teníamos un público que vivía aquí todo el año”, destaca.
La fábrica comenzó a funcionar en el año 1981, en otro local cercano al actual.
Hacia el año 1990, su padre compró un terreno en el que, dos años después, se convirtió en lo que hoy es la fábrica de pastas y a metros se encuentra el local y restaurante De la Espiga, con venta principalmente de empanadas.
La marca es característica de los residentes de Ciudad de la Costa y cuenta con dos locales: en Lagomar, sobre Avenida Giannattasio km 21.100 (teléfonos 2682 2828 y 2682 8922) y en El Pinar, Avenida Pérez Butler y Rambla Costanera (teléfonos 2698 3260 y 2698 4482).
Cuentan con envíos a domicilio.
Las cuentas de Instagram son @espigadeoro.uy y @delaespigaresto.