Miles de mujeres y disidencias participaron de las marchas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en Montevideo y varias ciudades y localidades de nuestro país.

En la avenida 18 de julio y en la rambla sur de Montevideo el color dominante fue el violeta, históricamente identificado con reivindicaciones feministas.

El eje principal de la manifestación fue la avenida 18 de julio desde la calle Paraguay hasta la Plaza de los 33, pero hubo columnas que se desprendieron hasta la rambla Sur al ritmo de tambores, tal como habían convocado algunos colectivos.

El lema de la Intersocial Feminista, por ejemplo, era “Juntas en todos los espacios contra todas las opresiones».

La proclama de esta organización exigió al Estado que tome “medidas urgentes que apunten a desmantelar la cultura machista y den respuestas inmediatas para atender los efectos más críticos de la discriminación de género, que pega en las mujeres pobres y sus hijas e hijos, precarizando sus vidas hasta extremos inhumanos”.

La Intersocial Feminista pidió la incorporación de las temáticas vinculadas a igualdad de género y prevención de la violencia machista en la currícula escolar; una Justicia que “esté a la altura de las necesidades de las víctimas” y respuestas concretas para mujeres y disidencias en materia de “vivienda, empleo, educación, sistema de cuidados, políticas de corresponsabilidad y abordajes en salud enmarcados en los derechos sexuales y reproductivos”.

Para profundizar sobre este tema, este jueves en En Perspectiva conversaron con la dirigente de la Intersocial Feminista Valeria Caggiano.

En Perspectiva · Entrevista Valeria Caggiano - ¿Qué dejó la marcha del 8M?

Caggiano dijo que este martes con la marcha “quedó plenamente demostrado que no es posible hacer una cooptación por ningún sector partidizado, ni es posible partidizar al movimiento feminista en particular, ni a ningún movimiento social en general”.

“Son los movimientos de alguna forma los que producen algunas nuevas discusiones y transformaciones en las escenas públicas, no solo en Uruguay, sino en el resto de los países a lo largo de la historia”, afirmó Caggiano, que añadió que el “movimiento feminista tiene esa particularidad muy bien arraigada en su estrategia de movilización y denuncia”.

En este sentido, Caggiano agregó que “el movimiento (feminista) también viene a cuestionar algunas lógicas tradicionales, ya que las diferentes estructuras más políticas del tipo partidario reflejan y reproducen algunas de las opresiones que el propio movimiento feminista denuncia y busca transformar”.