¿Qué hacer con los miles y miles de trabajadores que pueden perder sus empleos por la revolución que implican los nuevos desarrollos de la inteligencia artificial (IA)?
¿Cómo enfrentarse a la inminente tendencia del uso de herramientas de IA en el ámbito educativo? ¿La academia está preparada para evaluar un trabajo hecho en parte en ChatGPT u otro software similar? ¿Debe ser punible su uso en este ámbito?
El rector de la Universidad ORT Uruguay, Jorge Grünberg, entiende que la reforma de la seguridad social debería prever respuestas en esta materia. Pero su planteo no va por el lado del impuesto al robot, que es una alternativa que se ha manejado.
No, en sus columnas de opinión, Grünberg argumenta que es imperioso implementar planes masivos de reentrenamiento de los trabajadores desplazados, pero ve imposible que sea el mercado quien provea esos cursos en la escala y la velocidad necesarias. Es que la reconversión puede llegar a ser cada vez más frecuente y, además, muy segmentada según las olas de avances tecnológicos; por eso entiende que debería ser el nuevo sistema de seguridad social quien organice estos sistemas de seguridad social, quien organice estos sistemas de reciclaje accesibles a toda la población.
¿Cómo es su razonamiento? ¿Qué dice del hecho de que de este asunto no figura en la reforma que está por votarse en el Parlamento?
Por otra parte, en el ámbito académico, Grünberg confía en que estas nuevas herramientas vinieron a complementar el accionar del estudiante y que, frente a esto, las universidades se deben preparar. El rector de la ORT contó que trabajan todos los días para adecuarse a esta nueva realidad.
“A nosotros, como universidad, nos tiene muy ocupados. No quiero decir preocupados, porque justamente nosotros, las universidades, tenemos que estar siempre a la vanguardia del cambio tecnológico, nuestra misión es formar personas para que, a su vez, esas personas puedan acompañar el cambio tecnológico a lo largo de su vida profesional”, comenzó diciendo.
Grünberg comparó el cambio que significa el uso de las IA en la educación, con lo que fue al inicio de la pandemia, la necesidad de “reinventarse” que tuvo el mundo educativo para lograr continuar y tener clases de forma virtual o híbrida.
“Sabíamos que la educación se producía en un ámbito en el que había un docente y alumnos en la clase. De repente teníamos que enfrentar una tecnología nueva. En aquel momento, Zoom era algo para calentar el agua, de repente se transformó en un verbo en todos los idiomas”, dijo bromeando con el nombre del dispositivo electrónico conocido como SUN.
Habló del ChatGPT, nombre insignia de esta nueva revolución tecnológica que hace meses ocupa al mundo, y pronosticó: “Van a haber otras tecnologías después, donde realmente van a haber revoluciones más grandes cuando la inteligencia artificial pueda realmente entrar en el terreno creativo y original”.
“Estas tecnologías no tienen un aporte, hoy en día, como está basado en textos y en contenidos que ya existen, es difícil que cree algo totalmente nuevo”, dijo.
Expresó que, a nivel académico, frente al uso de estas tecnologías, “la evaluación es uno de los temas que más preocupan”.
“Una buena parte de la evaluación hoy en día, en cualquier universidad, está basada en los ensayos que escriben los alumnos; entonces, si hoy en día no hay garantía de si el alumno lo escribió o lo escribió un programa automático, evidentemente esto introduce un cambio conceptual, un riesgo a la integridad académica”, explicó.
Comentó que el cuerpo académico de la ORT está trabajando para elaborar inventarios de programas como ChatGPT. “Todos los días, literalmente, uno de mañana abre y hace varias horas que llegaron listas de nuevos programas que redactan, que dibujan, que componen música, que elaboran fixtures deportivos, lo que fuera. Es continuo”, apuntó.
“Es realmente fenomenal, entonces, lo primero que hemos hecho ya, y está publicado en el sitio web de ORT, es un documento de principios, para los efectos de decir, primero que nada, como universidad estamos en contra de prohibir esta tecnología, que es algo que se ha hecho. Nosotros, después de una discusión interna, decidimos que no vamos a prohibir esta tecnología de la que estamos hablando”, señaló el ingeniero en sistemas y magíster en educación.
Dijo que, si bien institutos educativos en Estados Unidos y Francia han decidido enfrentar el uso de estas herramientas en lo académico con “penas severas” como la “expulsión”, en su universidad definieron el enfoque contrario.
“Nosotros decidimos que eso no lo vamos a hacer; segundo, establecimos que todas las cátedras tienen que elaborar, tienen que enseñar a sus alumnos, cómo citar el uso de ChatGPT”, sostuvo.
“Para lo que fuera, no necesariamente esta mal, al contrario, es muy probable que el alumno sea más rico, es muy probable que la evaluación universitaria que uno haga sea más desafiante. Yo creo que esto va a mejorar la educación, no empeorarla”, afirmó.
“Al contrario, esto la va a mejorar, pero requiere, por parte de los cuerpos académicos, una reconceptualización de cómo se enseña y cómo se evalúa. Entonces, en este documento inicial que hemos hecho, hemos establecido que los profesores y las cátedras repiensen y enseñen a los alumnos cómo usarlo legalmente, legítimamente, cómo citarlo”, agregó.