El médico y científico Rafael Radi, que fue el coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) durante la pandemia, fue reconocido el pasado viernes por el papa Francisco como miembro ordinario de la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano, donde un tercio de los miembros son ganadores del Premio Nobel.
“Estoy conmovido por la designación, y por la reacción que ha habido de múltiples personas e instituciones que me conocen y que han hecho llegar sus saludos”, dijo Radi a En perspectiva.
También destacó el prestigio de la academia que lo reconoce, que fue la primera academia exclusivamente científica del mundo y que tiene su origen en la Academia de los Linces, fundada en 1603.
“Fue liderada por nada más y nada menos que por Galileo Galilei, entonces solamente esa conexión para quienes hacemos ciencia es muy significativa, y en su cuerpo de miembros hay personalidades de ciencia de gran peso en todas las áreas del conocimiento”, ponderó.
Además, detalló que entre estos miembros se producen reuniones “muy importantes” cada dos años. Radi ya había sido invitado a estos encuentros, pero a brindar seminarios. “Ahora, mirándolo en retrospectiva, me imagino que era parte del proceso de incorporación”, reflexionó.
“Es muy significativo en la carrera personal, pero creo que también tiene un valor para la Facultad de Medicina y para la Universidad de la República [Udelar]”, apuntó.
De hecho, el nombramiento de Radio colocó a la Udelar en una lista de seis instituciones, en la que están incluidas la Universidad de Cambridge y Google, entre otras, que se acaban de incorporar a la Academia de Ciencias del Vaticano.
Si bien es el primer científico uruguayo contemporáneo en integrar la institución, el exdecano de la Facultad de Medicina y médico Julio César García Otero, fallecido en 1966, había sido designado miembro sobre mediados del siglo XX.
Radi, quien también es presidente de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay, contó que, una vez que llega la notificación de la elección de alguien como miembro de la academia del Vaticano, esta persona puede aceptarla o rechazarla.
Lo que terminó de decidir al uruguayo por aceptar su ingreso fue que, dentro de los estatutos del órgano, se especifica que se dedicara a la promoción de las ciencias y que no se discrimina a sus miembros “por sesgo, ni religioso, ni étnico, ni ideológico”.
Si bien el científico tiene formación cristiana, ya que asistió al colegio San Francisco de Belvedere, desde hace muchos años se define como “agnóstico”.
Fueron los propios miembros de la Academia de Ciencias del Vaticano quienes lo seleccionaron “en condiciones extremadamente exigentes”, y que solo puede entrar alguien cuando un académico sale.
Ingeniería genética, cambio climático, inteligencia artificial, ciencia para la paz, pandemias, son algunas de las temáticas que se discuten en los encuentros de los miembros de la prestigiosa academia. “Luego se generan documentos de opinión que toman muchas veces gobiernos, instituciones como las Naciones Unidas, la propia OMS, etcétera”, explicó.
El especialista en biomedicina consideró que “estas cosas” le mejoran “el nivel”, y que esto se puede transmitir luego “a los equipos de investigación y las instituciones”. “Conectar mejor al Uruguay con el resto del mundo”, resumió.
Radi dirige el Centro de Investigaciones biomédicas de la Udelar y su equipo investiga, entre otras cosas, los mecanismos moleculares a través de los cuales las células se degeneran y mueren.
“Son mecanismos que inicialmente estudiamos a nivel subcelular y vamos identificando cómo una célula pasa de ser sana a ser una célula estresada, a eventualmente disparar mecanismos de muerte que, a su vez, a nivel de la clínica humana, tienen que ver con fenómenos como la neurodegeneración, la patología cardiovascular, el cáncer”, contó.
Se trata de encontrar fundamentos para entender los procesos de envejecimiento, la patología crónica degenerativa y el proceso de inflamación.
En este sentido, destacó que “el gran mérito” que de su equipo “ha sido que ha ocupado un nicho a nivel internacional” en “la disección a nivel de detalle molecular de las proteínas que pierden función”.
“A partir de ahí, y con el apoyo de muchos químicos, intervenir con moléculas que atenúen o neutralicen estos fenómenos de degeneración celular. Y, con ellos, atenuar enfermedades y generar trayectorias de envejecimiento más saludables”, desarrolló.
Quien es además el primer uruguayo en haber sido nombrado por la National Academy of Sciences de Estados Unidos opinó que “el enfoque mixto dual, que va desde la bioquímica y la biología molecular básica hasta la patología humana”, le da a su equipo esa preponderancia internacional dentro del rubro.
El uruguayo forma parte de un conjunto de grupos de investigación de todo el mundo que trabajan en los mismos temas. “Con muchos de ellos trabajamos en colaboración”, dijo, y habló de programas compartidos con equipos de Europa, Estados Unidos, Japón, China, Australia y Nueva Zelanda.
Destacó también que el equipo uruguayo ha hecho “contribuciones únicas” y “originales”, con los mecanismos iniciales de daño a las proteínas, los lípidos, el material genético, “que tiene que ver con todo el oxígeno que respiramos, y que da sustento a la generación de energía en ocasiones genera sustancias tóxicas”.
Más de un 99% del oxígeno que respiramos va al agua. “Pero hay un porcentaje chiquito, y que eso puede crecer cuando alguien está enfermo o durante el proceso de envejecimiento, que genera productos tóxicos”, narró.
La clave, según Radi, es entender cómo una parte del oxígeno pasa a ser “de alguien bueno a alguien malo” y cómo se puede “minimizar estas especies tóxicas derivadas del oxígeno”. Esto ya fue trasladado al estudio de la patología humana, con investigadores en distintos hospitales, como el Maciel y el Clínicas, entre otros.
Además, aludió a que llevan otra línea investigativa sobre los mecanismos que produce el propio organismo para el control de las infecciones.
En este punto, dio el ejemplo de la producción de hipoclorito por parte del cuerpo: “Nuestras células generan agua Jane para matar organismos invasores”.
“Y todos esos procesos dependen del consumo de oxígeno. Por eso el oxígeno tiene ese rol dual como molécula en la base del funcionamiento bioenergético, pero también con la capacidad de formar sustancias tóxicas que, en ocasiones, dañan nuestros tejidos, pero que también matan organismos invasores”, resumió.
El objetivo final es entender los mecanismos para finalmente diseñas terapias “racionales, con pocos efectos secundarios, y muy dirigidas a intervenir en las etapas específicas para lograr que las células vivan más y saludables”.
Con respecto a las investigaciones sobre el virus Sars-Cov-2, de las que Radi fue parte durante la pandemia y que lo llevaron a hacer una publicación en una revista de alto impacto, muy citada internacionalmente, afirmó que no las pudieron continuar, “básicamente por un tema de financiación”.
El grupo había recibido financiación nacional e internacional en su momento, pero esos fondos ya se terminaron.
“Sabemos que las herramientas de financiación en el país son muy escasas, las internacionales son hipercompetitivas”, explicó.
Por este motivo, en Uruguay no se pudo avanzar “en tratar de diseñar fármacos que pudieran intervenir para evitar la primera etapa de infección, que se produce cuando el virus se une al epitelio de la nariz o al epitelio del tracto respiratorio”.