La legalización de la eutanasia volvió al centro de la agenda política. Un proyecto presentado por el diputado Ope Pasquet ya tiene media sanción en la Cámara de Diputados y está a estudio de la Comisión de Salud del Senado.
La bancada del Frente Amplio está unánimemente de acuerdo con la iniciativa y aspira a que se apruebe al menos en comisión antes de fin de año. A esos efectos, espera “realizar reuniones extraordinarias de la comisión”, según dijo ayer a La Diaria el senador José Nunes.
Por su lado, el Ministerio de Salud Pública presentó en el Parlamento un informe en el que sostiene que sería una “obscenidad y una calamidad” aprobar una ley de eutanasia, sin antes asegurar el acceso a los cuidados paliativos en todo el país.
Al mismo tiempo, desde la academia también surgen más opiniones para incidir en el debate. El filósofo Miguel Pastorino editó hace unos días La eutanasia no es lo que parece, un libro en el que explora la cuestiones “antropológicas, éticas y pseudocientíficas” que están detrás de los argumentos a favor y en contra de legalizarla.
Este miércoles, la conductora de En perspectiva Romina Andrioli conversó con Pastorino para profundizar sobre su postura acerca de este tema.
El filósofo, que ha manifestado ya públicamente su posición en contra de que se legalice la eutanasia, definió que el procedimiento implica “darle a una persona que pide morir por sufrimiento insoportable darle una inyección letal, o un fármaco en dosis letales para que muera”.
“Eso hoy, en la mayoría de los países del mundo incluyendo el nuestro, menos en ocho países que lo han despenalizado, es delito de homicidio. Por más que vos lo pidas, tiene que haber otro que te mate. Esa es la razón por la cual hay tanto lío, porque no estás hablando de un derecho. Una cosa es la libertad para suicidarse y otra cosa es que el Estado tenga el deber de asegurar que mueras porque vos lo pedís”, argumentó Pastorino.
En esta línea, recordó que en Uruguay existe la ley de voluntad anticipada de 2009, en la que se consagra el derecho de cada paciente a negarse a que “lo conecten a una máquina para vivir, lo reanimen en caso de un paro cardiorrespiratorio o lo entuben”.
Además, señaló que en la normativa uruguaya ya está definida lo que es “la muerte digna”.
“Lo que se desencadena [con la eutanasia] es que las propias personas devalúan su propia vida. Aceptan naturalmente, como pasa en los países en que es legal, que ‘si tengo una depresión o estoy solo, no tengo quién me cuide, y la verdad que vivir así no tengo ganas’”, graficó Pastorino.
“Ahora tenemos una ley de cuidados paliativos [aprobada en agosto] que llevaría dos años reglamentar, que hay que asegurar primero. ¿Qué pasaría si tengo una ley de eutanasia funcionando ya? Es más barato y más rápido a alguien ofrecerle la eutanasia sin primero llevarle el alivio que merece por su dignidad”, apuntó.
En esta línea, Pastorino cuestionó del proyecto de ley impulsado por Pasquet, que le “parece muy injusto, cuando se menciona que al paciente solo se le informe de la existencia de los cuidados paliativos”.
“No es cierto que los cuidados paliativos no hay dolor que no calmen. El 100% del dolor físico se alivia, según dicen los paliativitas. Lo que no se logra cubrir en el 100% es el deseo de adelantar la muerte, o sea, el pedido de eutanasia. Y el sufrimiento existencial cuando la persona tiene la idea suicida de no querer vivir en una cama”, aseguró.
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