Este 6 de mayo será un día histórico para la Iglesia Católica del Uruguay. El Vaticano reconoció un milagro atribuido a la intercesión de Jacinto Vera, quien fue el primer obispo de Montevideo en 1878, sobre la sanación de una niña de 14 años.
La vida de Jacinto Vera transcurrió durante un período fundamental para la construcción de la nación uruguaya. Fue la máxima autoridad de los católicos de nuestro país en años de turbulencias políticas y guerras civiles, así como también en el comienzo de la separación entre el Estado y la Iglesia.
Sin embargo, su nombre, muchas veces, pasa desapercibido: “Muchas personas no asocian Jacinto Vera más que con el barrio de Montevideo, es un descubrimiento” para muchos, dije Roxanna Pallota, directora del Espacio Cultura Edificio Artigas, donde hay una muestra del obispo hasta el 9 de mayo, a En perspectiva.
Para Pallota, Jacinto Vera, además de ocupar un rol de edificación del país como Estado independiente, también lo hizo con la Iglesia: “Cimentó una Iglesia que era precaria”, señaló.
El monseñor Alberto Sanguinetti, obispo emérito de Canelones, quien redactó la postulación del obispo a la beatificación, dijo que Jacinto Vera fue “un regalo de Dios de hombre santo”. Si bien la beatificación es el paso previo para que una persona pueda convertirse en santo o santa, Sangunetti explicó que para que una persona sea nombrada como tal debe haber sido reconocido como santo en vida. Cuando Jacinto Vera murió, dijeron: “El maestro, el santo ha muerto”.
Gabriel González, doctor en Derecho Canónico y autor de un libro sobre Jacinto Vera, explicó que es “una figura que trasciende los límites de la Iglesia”. Durante la época del obispo, el Estado era “débil” y también lo era la Iglesia, señaló. Cuando Jacinto Vera fue nombrado, dice González, fue un proceso largo porque el Gobierno se opuso. Según el autor, el rechazo nació por lo que Jacinto Vera representaba: “Por su personalidad” y “su defensa a la libertad de la Iglesia”.
“No convenía a los intereses del Estado”, aseguró. Era una persona que se ubicó “en el ámbito público con un gran equilibrio, sin compromiso político partidario”, expresó. Según González, Jacinto Vera tuvo un gran compromiso con lo social, con lo político “en un sentido amplio”.
“Creo que realmente es una personalidad de nuestro siglo XIX, la más conocida de la segunda mitad; es mucho más que nuestro primer obispo”, expresó.
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