Sistemas de salud colapsados o en riesgo de colapso, economías en crisis, empresas complicadas, despidos y envíos al seguro de paro. Los impactos de la pandemia de Covid-19 en la salud y en la economía dominaron la agenda este año.
Pero la propagación del coronavirus también tiene consecuencias en otros planos de la vida humana, por ejemplo, en la alimentación.
Esta emergencia sanitaria, que nació hace un año, ha provocado dificultades para la distribución y el acceso de alimentos de calidad en varias partes del mundo.
Esto ha agravado el problema del hambre en el planeta, un asunto que sigue sin solución. En 2019 pasaron hambre casi 690 millones de personas, es decir, casi una de cada diez personas en el mundo. Ahora esa situación es peor. Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la pandemia llevaría a otros 130 millones de personas a sufrir de hambre crónica para finales de este 2020.
Sobre este tema, en la mañana de este miércoles el periodista Emiliano Cotelo, conductor de En Perspectiva en Radiomundo, entrevistó a Mario Lubetkin, subdirector general de la FAO
"Desde que comenzó la pandemia nuestro principal papel ha sido el de sostener y apoyar a los gobiernos. Sobre todo concentrarnos en ayudar a que no se interrumpiera el sistema de distribución alimenticia, que fue y sigue siendo el peligro más importante en los efectos del Covid-19", comenzó Lubetkin.
El jerarca, que es uno de los uruguayos con un puesto más alto en organismos internacionales, dijo que el cierre de fronteras de varios países y la cuarentena obligatoria, pudo generar "la suspensión de la importación de productos alimenticios".
"Gracias a un montón de medidas" de varias organizaciones, esa situación "dramática" no ocurrió.
"Pero somos conscientes que los efectos del COVID en el sistema alimenticio no van medidos solamente en si el producto llega al supermercado o no", señaló Lubetkin, y agregó que "la recesión económica va a generar un efecto sobre las industrias del sistema alimenticio", generando un escenario de desigualdad "cada vez mayor" y un "aumento del hambre y de la pobreza en niveles absolutamente alarmantes".
Según los cálculos de la FAO, en 2019 había 690 millones de personas que pasan hambre. "Estamos hablando del 8,9% de la población global. Existe el peligro de que otras 130 millones de personas vayan a una situación de hambre y pobreza extrema, casi un 20% más".
"Eso lo llevás en cadena a todos los países. No hay país excluido, ni en países desarrollados ni en países menos desarrollados", aseguró.
El mal de las guerras
En los últimos años la tendencia en el mundo era hacia la reducción de los niveles de hambre, contó Lubetkin, y señaló que se pasó de "mil millones y tantas personas con hambre a 690 millones".
Sin embargo, "ha habido un cambio en la tendencia pre COVID". "Los países con inestabilidad social y militar, que sufren conflictos armados, sobre todo en África, generan un crecimiento de hambre extraordinario. Con paz y estabilidad se puede resolver mejor el tema del hambre", aseguró.
La alimentación de mala calidad
Por otra parte, Lubetkin relató que "al menos 3 mil millones de personas no consumen dietas saludables diariamente". Se trata de una cifra "extraordinariamente alta", que abarca a entre un 30 y un 40% de la población mundial.
"Garantizar alimentación no es garantizar alimentación de calidad. La alimentación de calidad cuesta más y con los niveles de pobreza actuales hay menor acceso", dijo.
En este sentido, contó que "se consumen productos de baja calidad" y "no se consumen lácteos, frutas, productos hortícolas".
"Son aspectos absolutamente esenciales para el crecimiento. Eso se va notar con los niños. Hay cerca de 190 millones de niños menores de 5 años que no acceden a los niveles básicos de nutrición. No solo desde lo humanitario, sino desde lo económico. Significa que la economía del futuro va a tener que hacer esfuerzos enormes desde la salud pública para tratar de recuperarlos", sentenció sobre el tema.
La respuesta de la FAO
En respuesta a esta situación, la FAO lanzó este año un Programa integral de respuesta y recuperación del covid-19.
Lubetkin dijo que tiene "muchísimos elementos", y que mayormente están enfocados en los países donde los niveles de hambre crónica son más altos, muchos de ellos en África.
Se trata de líneas de acción que propone la FAO para que sigan los gobiernos y los privados. El jerarca dijo que la FAO es un "asesor estratégico para el desarrollo de los proyectos y hay un conjunto de organismos financieros dispuestos a respaldar esta sostenibilidad de desarrollo".
Entre otros puntos, se busca reforzar los programas de alimentación escolar y fomentar la "alimentación de emergencia", lo que en Uruguay se conoce como ollas populares
También se busca incrementar los niveles de aporte nutricional y generar un aporte "más masivo que el actual". Por otro lado, fomenta la regulación de programas de protección social, dedicado a gestionar estabilidad en los precios de los alimentos.
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