En la década de 1990, un uruguayo desarrolló una solución contra las heladas, fenómeno meteorológico que provoca pérdidas millonarias en varios rubros del sector agropecuario en todo el mundo.
Esa innovación tecnológica fue todo un éxito, al punto que se exportó a Estados Unidos, España, Italia, Nueva Zelanda, Chile y Argentina. Con los años surgieron otras aplicaciones de ese sistema: comenzó a utilizarse para disipar nieblas y también para disipar olores.
El inventor, el ingeniero Rafael Guarga, este mes recibió la máxima distinción que otorga la Universidad de la República (Udelar). El pasado 1° de setiembre, el Consejo Directivo Central de la Udelar otorgó a Guarga el doctorado honoris causa por sus significativos aportes a la ciencia, la tecnología y la innovación de la ingeniería nacional, regional e internacional.
Además, la Udelar también destacó la gestión de Guarga dentro de la propia institución, de la que fue rector entre 1998 y 2006, cuando impulsó, entre otros cambios, la expansión de la Universidad en el interior.
Al respecto de su trayectoria y del reconocimiento recibido, el ingeniero charló con En Perspectiva.
Guarga, de 82 años, comentó que fue una “muy agradable sorpresa” recibir la distinción por parte de la Udelar, institución a la que ha estado ligado “buena parte” de su vida. Asimismo, aseguró que no está “para nada” retirado: hoy se encuentra trabajando en varios proyectos, en distintos lugares del mundo, vinculados al control de las heladas.
Quienes presentaron la iniciativa del doctorado fueron la decana de la Facultad de Ingeniería y presidenta de la Fundación Ricaldoni, María Simón, y los profesores Ismael Piedra-Cueva, Patricia Lema, Alberto Nieto y Álvaro Rico. La propuesta incluye varios fundamentos.
Por un lado, se destacan sus aportes en el campo de las innovaciones tecnológicas y, particularmente, el desarrollo del Sumidero Invertido Selectivo (SIS). Según los impulsores del reconocimiento, este invento fue su más valioso aporte a la ingeniería nacional, regional e internacional.
Como se señalara anteriormente, el SIS fue creado en la década de los 90. “La tecnología consiste esencialmente en aprovechar al máximo condiciones naturales en las cuales se producen las heladas de radiación”, explicó Guarga, y agregó que estas heladas se producen “en condiciones de atmósfera extremadamente quieta, sin viento, un cielo abierto”.
“En esas condiciones es posible actuar de una manera fuerte en relación a lo que ocurre en las proximidades del terreno, que es precisamente la atmósfera en la cual está inmerso el cultivo. Entonces, aprovechándonos de esas propiedades dinámicas de la atmósfera, en esas condiciones es que surgió la invención del SIS”, expresó.
“Hecha la invención, se hicieron algunas pruebas y se vio que, efectivamente, funcionaba como la teoría decía”, agregó, y sostuvo que se extrae el aire más frío —el más dañino para los cultivos— selectivamente.
“Lo que estamos controlando es una fracción muy pequeña, muy cercana, en la cual está inmerso el cultivo […] por eso es posible el control de la atmósfera baja”, expuso.
En tanto, dijo, el aire frío se saca y se lanza a través de un “chorro” que mezcla este aire con las capas más calientes que están arriba y lo hace desaparecer de la escena. Esto se puede mover con potencia eléctrica o a gasolina.