Desde 2014, con la ley de regulación del mercado del cannabis que se votó en el gobierno de José Mujica, no sólo se avanzó en formas de producción y venta de marihuana, sino que nació un sector dedicado a la producción de cannabis para uso medicinal.
En 2019, al final de la segunda presidencia de Tabaré Vázquez, se aprobó otra ley que buscó mejorar el acceso de los uruguayos a ese tipo de productos. Y hace un año, ya en este gobierno, se aprobó un decreto reglamentario.
Pero 10 años después de la primera normativa, el panorama para las nuevas empresas de este rubro no es auspicioso. De las 150 autorizadas en su momento, hoy solo quedan 34 en actividad y buena parte de ellas no tiene previsto volver a plantar.
¿Qué alternativas existen? ¿Hay cambios posibles que también beneficien a los pacientes que podrían o deberían tratarse con cannabis medicinal?
¿Qué alternativas existen? ¿Hay cambios posibles que también beneficien a los pacientes que podrían o deberían tratarse con cannabis medicinal? Para responder estas preguntas, En Perspectiva habló con el presidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal, Ricardo Páez.
En primer lugar, Páez explicó que la cámara está integrada por empresas tanto del sector de cannabis medicinal como las que se dedican a cultivar para uso industrial.
El empresario dijo que, al principio del período de desarrollo del sector, hubo 150 licencias expedidas a empresas por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, todas ellas de estricto carácter industrial. “Las medicinales son menos y las expide fundamentalmente el IRCCA [Instituto de Regulación y Control del Cannabis]”, dijo, señalando además que estas licencias además “pasan por el Ministerio de Salud Pública”.
En los dos rubros, apuntó, se establecieron unas 180 empresas, que “daban empleo a muchas personas, porque el cultivo tiene personal fijo y zafral”, por lo que en un momento hubo entre 4.000 y 5.000 personas trabajando, entre zafrales y permantentes. “Se calculan unas 60 personas por hectárea cuando hay una cosecha”.
Sin embargo, esta cantidad de empresas y empleados “cayó”.
“Fundamentalmente porque esas 150 empresas de cannabis industrial producían cannabis con menos del 1% de THC. Los mercados de destino fueron Suiza y República Checa, porque eran los únicos que admitían de alguna manera una proporción de hasta el 1% de TCH”, sostuvo, en relación al componente psicoactivo de la sustancia.
Según indicó, se exportaba tanto cáñamo industrial como flores de CBD, que se usaba como sustituto del tabaco o para extracción. Explicó que estas flores no son de uso recreativo, porque al tener menos de 1% de THC, no se compara con las que se venden en farmacias, por ejemplo, que tienen entre 13 y 14% de THC, o las que se usan en clubes cannabicos, que pueden llegar a tener hasta el 20%.
Sin embargo, el problema fue que, el tope fijado “con la mejor intención al principio, resultó ser una barrera”.
“Empezaron a aparecer otros países que producían cáñamo, que le vendían a Suiza y a República Checa, los precios empezaron a bajar y obviamente ya no es nada rentable el proceso”, añadió y dijo que, de pasar a tener un precio de venta de hasta 600 dólares, el kilo de cáñamo se empezó a vender a precios 150 a 80 dólares.
“Empezaron a aparecer otros países que producían cáñamo, que le vendían a Suiza y a República Checa, los precios empezaron a bajar y obviamente ya no es nada rentable el proceso”, añadió y dijo que, de pasar a tener un precio de venta de hasta 600 dólares, el kilo de cáñamo se empezó a vender a precios 150 a 80 dólares.
“Países cercanos a República Checa y Suiza, Italia, por ejemplo, empezaron a tener sus propias producciones y obviamente competían de otra manera”, comentó Páez.
“En África empezaron a producir, entonces los precios empezaron a bajar. Evidentemente eso repercutió muchisimo, y las empresas de cáñamo industrial hoy tienen un sobrestock importante y por eso han decidido no cultivar. Ahí es donde estamos planteando nosotros soluciones alternativas”, señaló el presidente de la cámara empresarial.
“En Latinoamérica tenemos dos países que han avanzado rápidamente como Colombia y Ecuador, que tienen climas más favorables, que pueden producir durante todo el año, que tienen costos operativos mucho más bajos y que salieron a competir con producciones de mucho volumen, pero además, es importante tener presente, que no todos los países han regulado el tema del cannabis, o sea que hay oportunidades posibles de apertura en la medida que se vaya regulando, lo bueno sería que se homogeneizara la regulación en el mundo”, afirmó.
“La normativa en lo que tiene que ajustarse en este momento por parte de los productores es generar genéticas que alcancen el 0,20 o el 0,30 y poder entrar en esos mercados”, opinó Páez, que dijo que se está trabajando en el desarrollo de esas nuevas variantes genéticas.
“Hay empresas uruguayas que están generando genéticas nuevas, pero la capacidad de reacción no es tan rápida, ni los tiempos tampoco son rápidos en los que habla el desarrollo de los cultivos y también los procesos de registro de genéticas no son rápidos tampoco”, expresó el empresario, que señaló además otro objetivo y necesidad para el sector: “Crear un mercado interno, porque no existe”.
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