Este domingo se cumplieron seis meses del inicio de la emergencia sanitaria en Uruguay por la pandemia del coronavirus. El país ha sido destacado en reiteradas ocasiones por la forma en que ha mantenido la crisis bajo control, sin embargo, en las últimas semanas ha vuelto a subir la cantidad diaria de contagios y el número de casos activos se ubica por encima de los 200.
¿Cuál es la situación actual del país? ¿Hay riesgo de un retroceso? ¿Qué pasó con la Noche de la Nostalgia? En la mañana de este lunes Emiliano Cotelo, conductor de En Perspectiva en Radiomundo, entrevistó a la epidemióloga Lucía Alonso, integrante del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) y del Comité de Emergencia para COVID que asesora al director general de OMS.
"La situación de Uruguay es esperable. Estamos observando lo que esperábamos observar. Un evento que fluctúa en el tiempo, con momentos de mayor cantidad de casos, pero dentro de un control epidemiológico bastante claro", comenzó la experta.
Alonso explicó que es normal que el número de contagios varíe de un día para otro dentro de ciertos parámetros (por ejemplo, el sábado hubo siete nuevos contagios y el domingo 28): "A medida que los números de un evento bajan, se vuelven más volátiles, la variabilidad crece. No es lo mismo manejar un evento de cientos de miles de contagios, donde permanece más estable, con 20 o 30 contagios, donde tiende a fluctuar mucho más".
"Es natural pensar que si un día hubo 10 (casos nuevos) y al otro 20 esto es un descontrol, pero no lo es en términos epidemiológicos. No se está excediendo la capacidad de respuesta y no ha pasado en ningún momento, los brotes fueron rápidamente controlados", indicó.
La epidemióloga explica que el evento ha tenido un comportamiento "en ondas", con una primera "gran ola" y después otras más pequeñas sucesivas y "se seguirá así de ahora en más". "No debemos esperar un cero definitivo, ha llegado para quedarse hasta que tengamos la herramienta de cura", aclaró.
Alonso también destacó que la proporción de pacientes graves es baja en Uruguay, pese a que la región latinoamericana es la más golpeada del mundo en este aspecto.
"Si bien las mujeres se enferman más, los hombres tienen a agravarse más fácilmente que las mujeres. El riesgo está relacionado directamente con la edad, los jóvenes y adultos jóvenes difícilmente requieren internación, por encima de los 65 años va creciendo de forma exponencial, por encima de los 80 el riesgo es mucho mayor. Por eso se pone énfasis en grupos de riesgo", señaló.
Además, relató que la mortalidad por coronavirus en el país está en el entorno de 1 cada cien mil habitantes. "Para hacerse una idea, las enfermedades cardiovasculares andan por los 200 por cien mil. El cáncer más de 200 por cien mil. Si tuviéramos un contador diario de siniestros de tránsito, suicidios, cáncer, enfermedades cardiovasculares, estaríamos muy consternados", expresó.
La doctora agregó que la "positividad" de Uruguay es de las más bajas del mundo. "Se necesitan hacer muchos test para encontrar un positivo. Hoy está en 0,8% aproximadamente. Hay países donde la positividad llega al 50%, quiere decir que su capacidad de testeo está sumamente limitada o que tienen un problema de transmisión importante. Ninguna de las dos pasó en Uruguay", dijo.
Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), destacó el lunes pasado el caso de Uruguay por la baja cantidad de contagios y fallecidos.
"Esto no es un accidente. Uruguay tiene uno de los sistemas de salud más robustos y resilientes de América Latina, con una inversión sostenible basada en el consenso político sobre la importancia de invertir en salud", dijo Adhanom.
Al respecto, Alonso dijo que hay que tener en cuenta dos puntos. En primer lugar, Uruguay tiene la tasa más alta de personal de salud (enfermeros y médicos) per cápita de la región, así como buen número de camas de cuidados moderados e intensivos. "Estamos por encima de varios países europeos", dijo.
La experta destacó, a su vez, el gasto público en salud, la inversión de PBI en el área y la cobertura universal, por el que el Estado entiende la salud como un derecho y provee el servicio a la población sin restricciones.
"No es un factor que esté presente en algunos países. (...) En muchos casos domina el mercado de la salud privada", dijo.
Por otro lado, Alonso señaló que la interacción social en Uruguay es mucho menor que en otros países del mundo, lo que hace descender a fórmula matemática que explica cuántos casos secundarios genera cada persona con el virus, el indicador R.
"Si vivo en Nueva York voy a trabajar y me tomo el metro. Voy a tener un número de interacción diaria, con una cantidad ridículamente alta de personas. En nuestro caso, un país pequeño y poco poblado, la densidad de interacciones va a ser mucho menor. La escala es muy distinta. Esto es muy determinante y hace que seamos diferentes", explicó.
Consultada sobre el posible efecto de transmisión del virus en la Noche de la Nostalgia, Alonso aclaró que ya han pasado más de dos semanas y que "la mayoría de los eventos secundarios de esa fecha de fiesta ya ocurrieron y lo que queda es el rezago".
"Tenemos una situación que permite dar pasos hacia la reapertura, cosa que otros países no pueden hacer", dijo, y agregó que se ha encontrado "un equilibrio muy razonable entre volver a la vida normal y mantener medidas de control que son necesarias en el actual escenario".
Interrogada por Cotelo sobre el escenario de cara a los próximos meses, Alonso dijo que aún "hay incertidumbre sobre la factibilidad de una herramienta a la que puedan acceder todos los países".
"En un escenario realista, aunque se consiguiera una vacuna en un tiempo razonable igual es necesario un tiempo para vacunar a una cantidad de personas para que la transmisión ceda. Por lo tanto se impone entender que vamos a lidiar con este fenómeno por un tiempo. Eso de estar guardados esperando la luz verde para salir tenemos que ir haciendo un proceso de entender que no es así. Vamos a tener que coexistir con el virus y definir que estamos dispuestos a cambiar de nuestra vida para evitar brotes grandes", dijo.
Calificó a la situación de "endemoepidemia", que es "una enfermedad que siempre hay casos, y por momentos puede salirse un poco de las gráficas y transformarse en una epidemia como pasa con la influenza y con otros tantos virus".
"Creo que la nueva normalidad no se define de arriba a abajo, sino de abajo a arriba. Es un constructo social, puedo decirle como gobierno 'dejen de besarse', pero si nosotros no estamos dispuestos a ceder eso como parte de nuestra dinámica social, probablemente no lo dejemos de hacer. Habrá una especie de homeostasis en la que cederemos ciertas cosas y mantendremos otras que son caras para nuestra vida social, y me alegro que así sea", finalizó.